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Ver día anteriorDomingo 2 de agosto de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La fiesta en paz?

Reabrir centros comerciales sí; parques, estadios y plazas, no // Bien planteado, mal ejecutado

M

ucho tendrán que explicar, aunque quizá nunca sean lo suficientemente presionados para hacerlo, los dueños del pandero, los jefes de jefes y los mandamases de los ases, las oscuras intenciones de fondo y lo que realmente hay detrás de la plandemia o pandemia con plan B, o peste para el refresque, o depuración emergente de contaminaciones convenientes, para unos cuantos y demasiado perjudiciales para la mayoría.

Entre la maraña de versiones, contradicciones, complicidades, especulaciones y alianzas diversas, algo es incuestionable: en el combate mundial, al Covid-19 ha salido peor el remedio que la enfermedad y más caro el caldo que las albóndigas. Haber semiparalizado la economía y el comercio, los empleos y la celebración de infinidad de actividades en todo el planeta para evitar más muertes por el virus, así las haya causado un infarto o un accidente de tránsito, sale de toda lógica.

Una siniestra realidad en línea interrumpió la realidad, alterándola drásticamente, confinando, distanciando y trastornando casi todo. Se suspenden aspectos considerados prescindibles de la actividad humana, como si salir a trabajar para poder comer fuese algo que se pudiera evitar, o como si las tradiciones de los pueblos pudiesen esperar nuevas etapas de autorregulación mientras acaban de debilitarse.

El cachondeo informativo-intimidatorio de los últimos seis meses alcanzó su cima de contradicción al haberse autorizado, hace dos semanas, la reapertura de los centros comerciales, eso sí, todos con tapabocas, lo que muchos confunden con tapanariz, impidiendo la respiración normal, mientras el resto de los espacios abiertos –parques, estadios, plazas de toros– continúan cerrados.

El monopolio taurino reabrió tiendas departamentales de su propiedad, pero no se anima a reabrir sus plazas, hace años semivacías, por lo que la dichosa sana distancia no sería ningún problema, habida cuenta que sus utilidades en este rubro no provienen de la asistencia a los cosos. ¿O ahora les preocupan las bajas entradas? Para colmo, instalados hace décadas en la autorregulación, se ahorcaron con su propio mecate al haber impedido toda intervención seria de la autoridad, por lo que los sectores no tienen cara para pedir apoyos como en España.

Bien planteado, mal ejecutado, decía Pepe Alameda al referirse a una suerte, sobre todo en banderillas, y otro tanto puede decirse del oportuno concurso de ensayo ¿Por qué es vigente la tauromaquia?, convocado por Tauromaquia Mexicana, AC, que de manera gratuita se puede leer en la página de TMX, y cuyos ensayos ganadores fueron reunidos en una edición. Bien por el planteamiento, rechifla por la ejecución.

Portada e ilustraciones le fueron encargadas al pintor español –faltaba más– Jorge Rando, quien, con una gráfica pretenciosa y embarraduras cromáticas, ilustró portada e interiores, perdiéndose la oportunidad de darle vigencia pictórica al dichoso concurso, cuyos organizadores no quisieron convocar, simultáneamente, a un concurso entre pintores mexicanos para enriquecer el contenido del libro, tan abundante en ideas como en manchones y trazos sin ton ni son, sin intenciones de enaltecer esa tauromaquia indudablemente vigente. Docenas de buenos artistas plásticos, de México, no de España, seguirán a la espera de que editores más imaginativos los involucren en proyectos menos fallidos en favor de la tauromaquia. Como tantos buenos toreros relegados, el sistema taurino mexicano volvió a hacer a un lado a tantos buenos pintores urgidos de dar a conocer su obra. Ni modo.