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¿La fiesta en paz?

Ya está en el portal bibliotoro.com el ilustrativo número 2 de la Gaceta Taurina

E

n Internet, mientras no pocos portales juegan a hacer periodismo taurino, otros no sólo consiguen hacer periodismo taurino sino, además, volverlo cultural. Este último es el caso de Salvador García Bolio, excepcional taurófilo –aficionado al toro de lidia y a la vasta cultura que la singular presencia y comportamiento de éste han generado a través de milenios– y su enriquecedor portal www.bibliotoro.com, cuyo vastísimo acervo estimula la curiosidad, amplía la información y afina el pensamiento crítico de cuantos se aproximan, con honestidad y criterio, al maravilloso mundo de la cultura taurina, cuya abundancia, inventiva y grandeza apenas son valoradas por propios y extraños.

Si la cultura –conocimiento sustentado, no prejuicioso ni impositivo, de modos de vida, costumbres, conocimientos, desarrollo científico e industrial y expresiones artísticas de un grupo social– siempre ha resultado más difícil de difundir y distribuir que la droga, la cultura taurina no ha sido la excepción, y para desgracia de la fiesta de toros los encargados del negocio, aficionados y públicos se ocupan más de lo ocasional que de lo esencial, de enterarse de lo de siempre que de asimilar lo de nunca, aquello que trasciende los triunfos.

Si ya en el primer número de esta Gaceta Taurina, segunda época, García Bolio nos había informado, entre otros temas, del taurinismo del novelista e impresor mexicano del siglo XIX, Luis G. Inclán, y de su obra Las suertes de Tauromaquia, editado por él en 1862, con las ilustraciones de cada suerte, en este segundo número el incansable y generoso bibliófilo e investigador obsequia, literalmente, al usuario aportaciones de enorme importancia. Tal su breve pero revelador ensayo Hernán Cortés y los ciertos toros, a propósito de la Quinta Carta de Relación, fechada el 3 de septiembre de 1526 –tomen nota antis y legisladores improvisados–, en la que el conquistador refiere que “Otro día que fue de San Juan… estando corriendo ciertos toros”... El lugar común histórico sostiene que eran reses navarras, pero García Bolio comprueba que en 1734 esos ciertos toros que se lidiaban, ahora en la plaza del Volador de la Ciudad de México eran todavía los llamados cíbolos o bisontes más o menos embestidores. Menudo hallazgo.

Portadas de partituras verdaderamente deliciosas, de la biblioteca Salvador García Bolio, aparecen en este número –a disposición de los usuarios de todo el mundo, repito–, tanto de pasodobles como de un vals jota, una polka, un bolero, un tango, una marcha y un pasacalle flamenco, dedicados principalmente a Rodolfo Gaona, a Juan Belmonte, a Antonio Fuentes, a Bombita, a Harper B. Lee, primer matador estadunidense, y otro pasodoble aún más insólito en honor del toro Tanguito, de la inspiración de Gus Moreno El Cura, todos con un despliegue tipográfico y de diseño que reflejan la importancia que tenía el espectáculo taurino a principios del siglo pasado.

Carteles, fotografías, portadas de libros y una ilustración que escandalizará a más de uno, anunciando en Francia el Chocolat Poulain. Se hace mención de la desaparecida revista 6Toros6 y se disfruta de una sentida evocación del, ahora sí, torero más poderoso de la historia: Fermín Espinosa Armillita, a cargo del cronista Luis Eduardo Maya Lora. Gracias a la hospitalidad del director, lograron colarse las estridencias de El Bardo de la Taurina y de quien firma esta columna. Acérquese a esta joya de Internet que es la Gaceta Taurina en bibliotoro.com y compruebe que los toros son un fenómeno cultural apasionante.