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Ya no aguanto el encierro, ¿cuándo se va a acabar esto?

Angustia, ansiedad y depresión se agudizan en pacientes siquiátricos

 
Periódico La Jornada
Lunes 15 de junio de 2020, p. 13

Hace un tiempo, Ernesto Galván, de 65 años, fue diagnosticado con el trastorno esquizo-afectivo. Así, su larga carrera como médico se vio interrumpida y comenzaron episodios de angustia y depresión. Sus escapes son sus visitas al grupo de la tercera edad, en la iglesia cercana a su casa, y pararse por horas en calzada Ignacio Zaragoza para ver pasar los autobuses de pasajeros. Pero el encierro obligado a causa del Covid-19 le ha arrebatado esos efímeros momentos de felicidad.

Al igual que cientos de miles de personas que viven con algún trastorno mental, el doctor Galván es una más de las víctimas del encierro por la pandemia. El confinamiento le ha causado gran desesperación y angustia al agudizar aún más su pre-caria situación emocional. No poder salir me tiene muy desesperado. Me siento atrapado. A veces siento que se me va el aire y corro aunque sea a la puerta. Ya no lo aguanto, ¿cuándo se va a acabar esto?

José Luis Díaz Meza, académico de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), afirma que los trastornos mentales impactan el proceso cognitivo y afectan dos de las más importantes esferas del individuo: la mental y la comportamental, lo que deja secuelas en lo personal, familiar, social, laboral y económico. Las rutinas, dice, son uno de los pilares para apoyar a estas personas, mismas que se han trastocado a causa del encierro forzoso causado por la crisis sanita-ria global.

Una investigación reciente del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz detalla que alrededor de 30 por ciento de la población enfrenta en algún momento de su vida una enfermedad mental. Los costos de una mala salud siquiátrica pueden alcanzar a 4 por ciento del PIB en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, debido a que quienes padecen estos trastornos mueren entre 20 y 30 años más jóvenes, tienen tasas más altas de desempleo y son más pobres que la población general.

Hace tres años, el doctor Galván fue diagnosticado con dicho padecimiento, su jubilación se vio interrumpida y su salario cayó casi 75 por ciento. Aunque sus tres hijos le brindan apoyo, a veces resulta insuficiente, ya que les resulta imposible pagar a una persona especializada en cuidados.

Mis diversiones son ir al grupo de la tercera edad, no por religión, sino a bailar con las señoras, a convivir, y ver a los camiones pasar por la Zaragoza, imagino que voy a Texcoco (a donde iba constantemente con su madre cuando era apenas un niño). A veces también me voy con el de la farmacia a platicar. Pero ahora esto (el Covid-19) me ha arrebatado todo eso, que me hacía sentir vivo.

Para Diana la situación es diametralmente distinta. Ella sufre desde hace varios años del trastorno de ansiedad social, por lo que el confinamiento se ha vuelto su burbuja de tranquilidad.

Sin embargo, las crisis emocionales para ella aparecen cuando piensa en el regreso a sus actividades cotidianas. Si de por sí me daba miedo tocar a la gente, ahora tendré más, pensando que me pue-dan contagiar.

Mario, de 19 años, padece claustrofobia moderada y el encierro lo tiene ansioso, cansado y deprimido. Vive con sus padres, a donde regresó su hermana mayor para estar todos juntos durante la cuarentena.

Eso le ha generado más estrés y el sentimiento de estar atrapado. A veces quiero salir corriendo, me aterra estar encerrado todo el día, con más gente en la casa. De por sí es difícil. Es una sensación inexplicable, pero cuando llegan los episodios sudo, mis manos se tensan y lo único que deseo es sentir el aire, pues siento que me asfixio, confiesa en entrevista.