o último que podríamos decir es que el año que concluye fue bueno para los migrantes. Varias de las fotos que el diario The New York Times considera las mejores de 2019 se refieren al proceso migratorio y reflejan la tragedia en que se ha convertido migrar.
Destaca la aparecida en su edición del 24 de junio que capta al migrante salvadoreño Óscar Alberto Martínez y su pequeña hija de dos años de edad en Matamoros, en la frontera entre México y Estados Unidos, ahogados y envueltos en la camiseta del padre, quien así intentó proteger a su hija. Ninguno de los dos gobiernos siquiera reflexionó acerca de su responsabilidad en la imagen del padre y su hija en las orillas del río Grande. Nadie hizo una investigación o modificó mínimamente su política migratoria, responsable directa de estas muertes.
De hecho, a pesar de la importancia del proceso migratorio, de la enorme cantidad de información que muestra sus bondades para las sociedades de salida y llegada y de la vulnerabilidad de los migrantes en sus lugares de salida, trayecto y destino, difícilmente se puede afirmar que alguno de los últimos años haya sido bueno en cualquier rincón del mundo para estos grupos poblacionales.
En Estados Unidos, el principal destino de los migrantes, la campaña electoral de 2016, seguida de la victoria y gobierno de Donald Trump dio un carácter muy negativo al proceso y sacó al antinmigrante que muchos tienen dentro. Trivializó y normalizó un discurso que los culpa de todos los males. La violencia, la delincuencia, la pérdida de valores y de empleos. Pero en 2019 ese discurso llegó a un extremo y, peor aún, a la práctica.
Ante la migración masiva organizada en caravanas de centroamericanos hacia Estados Unidos, propiciada por un discurso ignorante e irresponsable de funcionarios mexicanos que pensaron que con su llegada seríamos un paraíso y que todos los migrantes serían bienvenidos, la administración de Donald Trump encontró en ese gobierno al socio que ni en su mejor sueño hubiera tenido, convertir a México en su policía migratoria.
México se comprometió de manera explícita, por primera vez en su historia, ante otro gobierno, a detener en territorio mexicano a los migrantes centroamericanos que buscaban llegar a Estados Unidos y a retener a aquellos que solicitaban asilo. Destinó para ello a 25 mil agentes de la Guardia Nacional en sus fronteras sur y norte, pagados con recursos de los contribuyentes mexicanos en una sociedad que ese mismo año rompió todos los récords de inseguridad y violencia.
La justificación
que en su momento dio el gobierno de AMLO fue la de evitar la imposición de aranceles a exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos y no detener la firma del tratado comercial entre los dos países, al que poco después se sumó Canadá. O sea evitar algo que no teníamos –los aranceles–, y detonar algo que aún no tenemos –el T-MEC–, y que todo apunta tendremos en condiciones muy desfavorables para México. ¿Por qué?
Los costos han sido altísimos. La foto que se menciona al inicio de este artículo los sintetiza. En virtud de esa complicidad mexicana, a cambio de nada, para contener a los migrantes, miles de ellos buscan otras formas de llegar a Estados Unidos y arriesgan su vida y la de sus hijos.
Lo malo del asunto es que 2020 pinta aún peor. Habrá campaña electoral presidencial en Estados Unidos y las posiciones antinmigrantes, sobre todo contra mexicanos y centroamericanos se convertirán en el distractor preferido de Trump, quien sin duda será el candidato republicano.
Del lado mexicano, además de hacer lo que el republicano pida, todo apunta a que el próximo año habrá tantos problemas internos que nadie dedicará tiempo a hablar de los migrantes. Ni siquiera con el discurso que ya nadie cree de combatir las causas. Incluso algunas voces de la academia o la sociedad civil que eran críticas del gobierno en el tema migratorio hoy están domesticadas y son comparsa gratuita.
En 2020 se destinarán menos recursos –sí, menos aún– a los consulados para la protección de los mexicanos en Estados Unidos, en un contexto de grillas internas entre un Instituto de los Mexicanos en el Exterior que no acaba de encontrar su lugar y que ahora se pelea con los consulados, los cuales naturalmente tienen la relación con los mexicanos en sus diferentes coberturas territoriales. ¡Fatal!
Probablemente haya otros asuntos en que el gobierno de AMLO resulte bien evaluado. Acerca de los migrantes y las comunidades mexicanas en Estados Unidos es el peor en los últimos 40 años.
Mal termina 2019 en este tema y mal empieza 2020.
*Presidente de Mexa Institute
TW: @mexainstitute