portunamente, en el cuadro del desplome del ciclo neoliberal latinoamericano, el presidente López Obrador postuló que en su gobierno por el bien de México, primero los pobres
. En salud ello tiene repercusiones. La conferencia mañanera del 2 de julio consagró que, para mejorar el sistema, lo ideal
era integrar todo. Pero iba
a ser difícil. Se optó
por dividirlo en dos partes: que funcionen bien
el Seguro Social y el Issste, mientras el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi) atenderá población sin seguridad social
. Así, la innovación 4T provendrá de atender a población abierta, mientras que la que dispone de seguridad social, sólo es –hasta ahora– objeto de una oferta de mejora
.
Hay que celebrar esta prioridad. Por primero los pobres
centros, clínicas y espacios sanitarios a población abierta dispondrán de médicos generales, especialistas, medicamentos, infraestructura y personal: los mínimos de suficiencia de un servicio digno
( Informe OPS-OMS: Salud Universal 2019).
Por ello el secretario Alcocer alude al acceso
universal a servicios integrales con humanismo
lo que exige transformar e integrar
el sector, dotándolo de un profundo viraje preventivo sobre la premisa
de activar la atención primaria a la salud integrada como ordenador
del sistema y superar la inequidad
mejorando calidad
y eficiencia
(Mañanera 21/10/19).
Y el titular del Insabi, Juan Ferrer, postula mantener a las personas sanas, con los riesgos para la salud y padecimientos controlados, disfrutando de bienestar, con énfasis en promoción de la salud y prevención de las enfermedades a sus máximas
capacidades, sin restricción
para ningún tipo de padecimiento, sin descuidar
la atención a enfermos. Todo con trabajo intersectorial, Equipos de Salud del Bienestar, redes integradas de servicios responsables de un territorio/población de alrededor de 3 mil personas para una mejor articulación entre instituciones que conforman el Sistema Nacional de Salud, de acuerdo al modelo avalado por la OPS (Matutina 21/10/19).
Estos son cuerpos y contenidos de una política posneoliberal después de 36 años. La 4T la denomina federalización
(recentralización). ¿Puede fallar? La viabilidad del diseño –para no fracasar como fracasara estruendosamente el neoliberal (Julio Frenk)– dependerá de que los cuerpos de política ya plasmados hayan incorporado –no como marco teórico– una ruta de adecuación viable entre la situación sectorial real y las políticas ya diseñadas para impactar sobre ella. Ello se probará en la línea de fuego de su implementación, confirmada con su evaluación.
Además, dada la anemia presupuestal (financiamiento), el gran desafío del nuevo diseño consiste en verificar si será capaz de resolver el serio capítulo laboral –que ya toca a la puerta– toda vez que los recursos humanos no fueron seminalmente integrados en su formulación. Así como garantizar el equilibrio prevención/cura que lo anima activado desde el profundo viraje preventivo del modelo OPS, vaciándolo, con resolutividad, sobre el diverso perfil nacional rural, peri/urbano y urbano para la operación intersectorial de los Equipos de Salud del Bienestar en el ofrecido territorio/población de 3 mil personas que articularán, vía redes integradas de servicios, las diferentes institucionesdel sector (prestación).
Igualmente, el diseño deberá probar si es capaz de replantear la precipitada descalificación de la descentralización (federalismo) –por justificados motivos atribuibles al nivel de corrupción heredado (doctor José Narro Robles)– y ofrecer a cambio un mecanismo ágil y actualizado de centralización administrativa y descentralización operativa en las entidades federativas, considerando que toda operación es local y, sobre todo, intercultural. Ese diseño deberá también innovar la naturaleza de la gobernanza (rectoría) sectorial en general (con el modelo institucional OPS) y también imaginar articulaciones alternativas que enriquezcan las nacientes políticas en beneficio de las mayorías, disponiendo complementariamente de la vasta oferta privada hoy desregulada.
Tratándose de una política de Estado de largo plazo con cambio de paradigma e innovación conceptual que puede incluso extenderse sexenalmente (no garantizado) restan, además, dos grandes pendientes. Primero: a pesar de la nutritiva gira presidencial por 80 hospitales del Programa-IMSS-Bienestar (PIB), los funcionarios responsables no definen cuál será la joya maestra del nuevo modelo de atención: el probado Modelo de Atención Integral de la Salud del PIB o el Modelo Integral de Cuidados de Salud de OPS. No caben términos medios. Como señalara AMLO: primero los pobres
significa que el PIB queda integrado normativamente
al Insabi. Entonces su modelo sólo puede ser el de OPS. ¿Así será? Segundo: ¿cuándo y cómo se detonará la urgente mejora
para la población asegurada por la seguridad social y que la derechohabiencia reclama con toda razón por doquier?
*Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco