l género, en estudios socioculturales, puede ser comprendido como una categoría en una sociedad acotada por diversas intersecciones como el sexo, el tiempo, el lugar, o una población determinada. El género puede variar de una generación, sociedad y/o región a otra. El género es también la construcción que cada sociedad impone mediante normas y/o pactos muchas veces hegemónicos, y se lee como concepciones, conductas, prácticas, deberes, de cómo se espera que reaccionen y se conduzcan en sus vidas hombres, mujeres, o grupos específicos.
Tradicionalmente, se ha posicionado una visión dicotómica en relación con los géneros confundiéndose, además, con el sexo. En los estudios de género, el sexo se refiere más a sus componentes biológicos (cromosomas: xx mujer, xy hombre, xyy intersexual) para designar al varón, mujer o intersexual (antes hermafrodita), y aunque lo social también interviene, el sexo va a centrarse en lo biológico. Mientras que el género se ajusta más en el componente social y normativo de esa adscripción biologicista: el género refiere a prácticas de la masculinidad, lo femenino o inclusive la androginia (características masculinas y femeninas presentes en una persona).
Así, el género es un continuo donde un extremo sería la masculinidad hegemónica o machismo como propio de muchos varones (cis genero), pero no todos: hay varones no tan machistas y quizás con algunas actitudes femeninas (más propias de mujeres) y otros que se asumen como femeninos, sin ser o pensarse como homosexuales (la preferencia sexo-genérica es solo la atracción erótica/afectiva hacia personas del mismo sexo o diferente). Sexo, género y orientación sexual son ejes de la diversidad, pero no son lo mismo.
La categoría de género puede entenderse como niveles de masculinidad y feminidad, donde la androginia sería la mitad de esa medida, un equilibrio que no siempre se logra. Puede haber tantos géneros como combinaciones posibles. Generalmente se promueven dos: el muy masculino en hombres y el muy femenino en mujeres.
Estas limitaciones tienen implicaciones, por ejemplo, en la violencia de género pues esta no sólo se refiere a la violencia histórica padecida por mujeres en todas las dimensiones de su vida sino también a aquellas personas que, por sus expresiones LGBTTTI+(Lesbianas-Gays-Bisexuales-Transexuales-Transgenero-Travestis-Intersexuales) se les impone el binarismo de género.
La comprensión de la diversidad y la inclusión social debería permitir la ampliación de cuotas de género en espacios como la administración pública y justifica un diseño de políticas de género más integrales.
* Instituto Mora [email protected]