l mundo ingresó a una transición hegemónica –quien va a estar a cargo ante la catástrofe bioclimática y ecológica en curso– en la que el uso de los combustibles fósiles, desde mediados del siglo XVIII a la fecha, deberá sustituirse drástica y prontamente. En el orbe hay mil 500 millones de motores de combustión interna, por lo que urge la electro/movilidad. En este tránsito el litio juega un papel nodal. Es ingrediente sine qua non para construir las baterías. Y sin ellas no hay coche, autobús, camión o maquinaria pesada eléctricos. Este es un ítem esencial a esta transición hegemónica.
En todas las otras, la guerra entre potencias centrales fue el árbitro último. Con el arma termonuclear y de balística intercontinental, ese método acabaría con la vida.
En menos de una década es necesario abatir las emisiones de gases de efecto invernadero y transitar a un contexto de electromovilidad. En este proceso el liderato indígena y visionario del presidente Evo Morales ha sido esencial. Ya elaboró instituciones y contratos con empresas chinas y alemanas para proteger los intereses de su patria. Es a él a quien el gobierno mexicano, en la mejor expresión del derecho de asilo, le salvó la vida ante un golpe de Estado imperial violento y regresivo. El uso de dispositivos diplomilitares se realiza con embajadores de Estados Unidos coordinados por Michael Kozak, experto en golpes con propensión a la violencia, según AP, y quien llegó al puesto de subsecretario interino de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental.
Las agencias: CIA, inteligencia Militar (DIA), DEA y USAID son parte de todo el enjuague burocrático de seguridad nacional.
El golpe contra el gobierno de Morales expresa, por enésima vez, la inoperancia histórica de la clase gobernante de EU y su desconfianza en la mano invisible del mercado. Prefiere el puño visible de la diplomacia de fuerza ¿hacia el rompimiento de contratos de Bolivia con China y Alemania cuya alianza electro-móvil es fuerte?
Para arrebatarle al pueblo su litio, ellos y su oligarquía cómplice botan al gobierno del MAS en la vanguardia de la acción política regional. EU va por lo regresivo, torpe y entreguista, repleto de racismo y regresiones que ya Enrique Dussel captó como pocos con Aristegui. Nada es tranquilizante para la paz regional y mundial, en un medioambiente de competencia inter-capitalista en pos de la hegemonía sobre el próximo patrón de acumulación.
El uso del unilateralismo agresivo en lo bélico y comercial es precipitante de guerra general.
Se lo recordó Evo a Trump en histórico discurso en la ONU, donde advirtió sobre los riesgos existenciales del creciente colapso eco-climático y de biodiversidad, así como del armamento nuclear y lo riesgoso de la unilateralidad bélico/comercial que tipifica la política exterior de EU.
El uso de instrumentos de intervención estatales y militares para compensar desventajas económicas han sido causa mayor de guerra. Usar lo diplomilitar para acceder a una creciente gama de recursos naturales que cubre todo: desde el petróleo, gas, carbón, litio, cobre, minerales preciosos, hasta ríos, lagos, forestas y montañas, incluyendo los bienes comunes (mar patrimonial, atmósfera) va en la dirección de la inadmisible expropiación de la Madre Tierra
, que caracteriza al capitalismo. Es la ruta de guerra, ruta terminal para la biota global, la humanidad incluida.
Después de todas las guerras por transición hegemónica, quedó el contexto, la naturaleza. Después de una Tercera Guerrra Mundial, no hay contexto.
Se juega la hegemonía del futuro, cuyo eje de acumulación energético, se centra en la electro/movilidad en que la batería de litio es vital. Esa es una pieza mayor, hasta ahora, que juega un papel central, no el único, en el manejo de Estado
, que no de mercado, usado por EU, con golpistas tipo Kozak para acceder al litio y a los combustibles fósiles de Bolivia ante la acentuada competencia intercapitalista.
El golpe por el litio boliviano ocurre meses después que en el diario japonés The Asahi Shimbun, del 10 de enero pasado, se publicó una nota de Reuters indicando que las empresas automovilísticas mundiales contemplan la inversión de 300 mil millones de dólares en tecnología para vehículos eléctricos en los próximos 5-10 años, y cerca de la mitad de esa inversión corresponde a China, que acelera la transición de la industria de los combustibles fósiles alentando la potencia de las baterías y vehículos eléctricos a suministradores asiáticos.
El nivel sin precedente de inversión, mucho de Volkswagen, de Alemania, se debe en gran medida a políticas gubernamentales adoptadas para reducir las emisiones de dióxido de carbono, y se ampliará a avances tecnológicos para mejorar el costo de las baterías, su rango de acción y menor tiempo de recarga.
Trump no cree en el cambio climático. General Motors sólo invertirá 8 mil millones de dólares.
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