Cuarto proceso en la historia de EU
Si Trump sale exonerado, sería benéfico para su relección: analistas
Miércoles 13 de noviembre de 2019, p. 29
Nueva York. En la cuarta ocasión en la historia de este país en que un presidente se encuentra bajo investigación por el Congreso para evaluar y formular cargos que ameritan su destitución (el impeachment), hoy comiezan las audiencias públicas en la Cámara de Representantes, donde la confrontación política entre demócratas y republicanos, con severas consecuencias para ambos, será un espectáculo nacional transmitido en vivo.
Después de siete semanas de audiencias a puerta cerrada ante tres comités de la cámara baja –controlada por los demócratas– las primeras sesiones públicas serán en el Comité de Inteligencia, ante el cual esta semana acudirán tres diplomáticos de carrera que en sus sesiones privadas con legisladores ya han corroborado algunas de las versiones que implican a Trump en abuso de poder.
El epicentro de las acusaciones es que Trump abusó de su poder al presionar a un gobierno extranjero –Ucrania– para interferir en el proceso electoral estadunidense de 2020, al pedirle que anunciara investigaciones contra Joe Biden, rival político de Trump como precandidato presidencial, y su hijo, y contra el Partido Demócrata.
Aunque gran parte de la información y los testimonios en las sesiones a puerta cerrada ya se conocen, con las audiencias públicas los estadunidenses podrán ver y oír las voces de testigos que han nutrido la narrativa demócrata sobre las violaciones cometidas por Trump, junto con las versiones y tal vez testigos para descalificar todo esto que presenten los republicanos.
El Comité de Inteligencia, compuesto por 13 demócratas y nueve republicanos, iniciará sesiones con reglas en las que ambos lados podrán participar e interrogar a los testigos, pero los demócratas como mayoría son los que tienen la última palabra sobre a quién convocar como testigo y cómo proceder.
Al final de esta fase, el Comité de Inteligencia concluirá sus sesiones con un informe que trasladará al Comité Judicial. Éste evaluará la evidencia y ofrecerá a la representación legal de la Casa Blanca presentar su defensa mientras determina la formulación de cargos que ameriten la destitución del presidente.
Ese proceso finaliza con la votación para la aprobación de los cargos, llamados “artículos de impeach-ment”, por el pleno de la cámara baja y su envío al Senado, el cual sesionaría como tribunal para el juicio político.
La decisión de proceder hacia las sesiones públicas indica que el liderazgo demócrata está confiado en que ya cuenta con suficiente evidencia para proceder hacia la formulación de múltiples cargos graves, y apuestan que las imágenes del proceso transmitidas en vivo traerán recuerdos de Watergate.
Los republicanos continuarán descalificando el proceso y atacando la credibilidad de los mensajeros, al continuar con sus argumentos de que esto es sólo un show político, parcial, montado por enemigos de un presidente que insiste en que todo lo ha hecho perfecto
y que es el mandatario más transparente
jamás visto.
Más aún, por ahora tienen la certidumbre de que si Trump es formalmente acusado, será exonerado por el Senado –donde se realiza el juicio político–, que está bajo control de la mayoría republicana.
De hecho, algunos estrategas y el propio presidente apuestan a que si esto culmina con la exoneración, beneficiará a la campaña de relección al demostrar que Trump triunfó ante la cacería de brujas
lanzada por los demócratas.
Sin embargo, la investigación, junto con el comportamiento siempre caótico de Trump, está nutriendo conflictos que podrían minar las lealtades dentro de su propio círculo; algunos posiblemente abandonen el barco si parece que se podría hundir. De hecho, ya cunde la paranoia entre algunos y hay preocupación por conflictos con ex asesores como John Bolton y Steve Bannon, o pleitos internos entre el jefe del gabinete y el abogado de la Casa Blanca, y ni hablar de las relaciones con figuras corruptas del abogado personal del presidente Trump, Rudolph Giuliani.
En todo espectáculo en vivo, aun con coreografías muy ensayadas y sofisticadas, suele haber sorpresas.