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Toros
Dan oreja a José María Hermosillo en su alternativa y otra a Diego Ventura en toro de regalo
 
Periódico La Jornada
Lunes 4 de noviembre de 2019, p. a36

En la Plaza México, en la primera corrida de la temporada grande 2019-20, hicieron ayer el paseíllo el rejoneador Diego Ventura y los matadores Antonio Ferrera, Leo Valadez y José María Hermosillo, que recibió la alternativa.

El de a caballo enfrentó primero un serio toro de Fernando de la Mora que contribuyó al lucimiento, incluido un par a dos manos sin cabezada, malogrado todo a la hora de matar.

Luego un precioso cárdeno claro, del hierro de Marrón, que se acabó pronto, por lo que Ventura anunció un toro de regalo, ahora de San Isidro, que permitió desplegar de nuevo su maestría y temple impecable –si no les hiciera tanta sangre con los rejones de castigo, ¿los templaría igual?–, cambiar al astado yendo hacia atrás, banderillas a dos manos, cortas al violín, un rejón de muerte trasero, ser achuchado a pie cuando impidió la intervención de los peones y por último obtener una oreja.

Lo más sorprendente corrió a cargo de los aguascalentenses Hermosillo y Valadez, que en cuanto el bien presentado, pero manso encierro de Julián Hamdan –había que rogarles las escasas embestidas– lo permitió parecieron gritar: ¡somos toreros y tenemos todo para destacar en esta manoseada profesión!

Por lo que se refiere a Ferrera, muy poco pudo hacer ante su descastado lote y si bien hubo torería en los doblones al que sustituyó a su segundo, ello fue muy breve, no así sus desaciertos con la espada.

Diferencia en la alternativa

¿Por qué un torero como Hermosillo llegó a la alternativa con sólo dos novilladas este año? ¿En España los toreros se hacen toreando y en el Nuevo Mundo esperando?

Afortunadamente el joven trae en la cabeza los fundamentos de la tauromaquia. Con su primero, que recargó en el puyazo, realizó un templado quite por tafalleras y con la muleta una sobria, serena y segura faena por ambos lados, como si trajera 25 novilladas recientes. Dejó una estocada entera apenas desprendida y recibió merecida oreja. Ojalá lo pongan a torear, se lo merece.

En Leo Valadez aflora la madurez… junto con la timidez, con perdón del ripio. En cuanto se olvida de actuar como maestrito y se descara más ante el toro y ante el público, éste le responde de inmediato. Elegante, variado y gozoso con el capote, resuelve muy bien el tercio de banderillas sin tener terreno aborrecido –¡qué emocionantes los dos pares por dentro a su segundo!–, y con la muleta reúne facilidad, naturalidad y hondura –ese desdén rodilla en tierra fue un poema–, de modo que si no falla con la espada le corta la oreja al segundo de su lote. Atrévase más, Leo, y verá los beneficios.

Habilidad y reflejos mostró el subalterno Fernando García hijo, al arrojar su capote a la cara del segundo toro de Valadez cuando éste fue trompicado en el volapié. Y una petición: ¿podrá aseárseles el trasero a los toros antes de que salgan al ruedo? Es cuestión de estética, no sólo de higiene.