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Ridi plagliaccio
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▲ Fotograma de la cinta de Todd Phillips
G

anadora discutida del pasado festival de Venecia, la película Guasón ha generado una buena dosis de controversia porque parece favorecer la violencia del lado del pobrediablismo sicótico. Ante los reparos de críticos y autoridades estadunidenses, los creadores –el director Todd Phillips, los ejecutivos de la Warner Bros.– se han apresurado en desmentir tales intenciones.

Siendo una película derivada de personajes de los cómics DC, la caracterización de su protagonista epónimo supone algo más complejo que la villanía bidimensional. Para ello, Guasón canibaliza libremente dos películas clave de Martin Scorsese: Taxi Driver (1976) y El rey de la comedia (1982). El ambiente es el mismo –Nueva York/Ciudad Gótica como una amenazante cloaca, permeada de mugre y violencia–, pero, sobre todo, las motivaciones del héroe son una calca del desequilibrio mental de Travis Bickle y Rupert Pupkin, respectivamente.

Como Travis, Arthur Fleck (Joaquin Phoenix) siente que el mundo le debe algo y encontrará en las armas de fuego su instrumento para ejercer el vigilantismo megalómano (hasta existe la misma imagen del protagonista apuntando su revólver contra las figuras que ve en la televisión). Como Rupert, Arthur aspira a la fama como cómico stand-up y su máxima ilusión es aparecer en el programa de Murray Franklin, un socarrón conductor de un popular talk show. (El hecho de que Franklin sea interpretado por Robert De Niro es una tácita aceptación de dichas influencias). Ambas vertientes se conjugarán en el sangriento clímax.

Pero, a diferencia de Scorsese, cuyo nihilismo es auténtico, Phillips y el coguionista Scott Silver abundan en la autocompasión de su personaje. Así, la narrativa se preocupa por dibujar los trazos lastimosos de la biografía de Arthur Fleck: niño adoptado por una madre desquiciada (Frances Conroy) que lo llama Happy, víctima del abuso de las parejas de ésta, fracasado payaso de alquiler, adulto solitario que sólo puede fantasear ser el novio de la guapa vecina (Zazie Beetz) de al lado y que padece una risa nerviosa, sardónica, que sólo irrita a quienes le rodean. Pobrecito. Nunca el Guasón había sido tan patético.

Encarnado por otro actor, Arthur Fleck podría haber sido una caricatura del perdedor urbano. La caracterización de Phoenix (quien siempre ha tenido un brillo demencial en la mirada) lo sitúa en un registro realista que lo hace perturbador. Al ser uno de los pocos actores hollywoodenses dispuestos al riesgo, convierte al protagonista en un hombre tan repelente como fascinante. En las secuencias finales, cuando Arthur ha asumido plenamente su creación del Guasón y baila de manera triunfal sobre unas escaleras al ritmo de una canción de Gary Glitter (un abusador de menores, por cierto), el pobre diablo se ha erigido en héroe. En ese sentido, como aprobación de una línea de conducta admirable, pues el personaje ha desatado todo un movimiento social antiautoritario, la película se ha vuelto potencialmente perniciosa.

D: Todd Phillips/ G: Todd Phillips, Scott Silver, basado en personajes creados por Bob Kane, Bill Finger, Jerry Robinson/ F. en C: Lawrence Sher/ M: Hildur Guonadóttir/ Ed: Jeff Groth/ Con: Joaquín Phoenix, Robert De Niro, Zazie Beetz, Frances Conroy, Brett Cullen/ P: BRON Studios, Creative Wealth Media Finance, DC Comics, DC Entertainment, Joint Effort, Village Roadshow Pictures, Warner Bros. EU, 2019.

Twitter: @walyder