De rebelión oportuna
n resumen, caracterizados por sus alimentos fundamentales, es decir, por la alimentación basada en la ingestión de azúcares lentos que permitió construirse como género humano, distinto de las otras especies, los pueblos históricos se dividieron en los del arroz, el maíz, los trigos, las raíces y frutos feculentos y, en fin, los que obtuvieron algunos de estos productos por trueque con los lácteos que producían a través del pastoreo en zonas no aptas para el cultivo sistemático. Por otra parte, los modos de producir arroz, maíz y tubérculos farináceos constituyeron, desde sus orígenes naturales, pero además seleccionados y enriquecidos en el tiempo por el talento humano, policultivos o conjuntos simbióticos de plantas diversas cuyo conjunto constituye tanto una alimentación rica y equilibrada como seguridad alimentaria, por cuanto la reproducción en policultivo asegura permanentemente la restauración de los suelos donde se implementan.
En contraste, los cereales pertenecientes a la familia de los trigos, que en la naturaleza también crecen en conjuntos vegetales simbióticos, dieron origen a sistemas de producción en monocultivos, lo que, si bien fue un hallazgo humano para facilitar la tarea y los tiempos de las siembras y cosechas, pronto revelaron ser causa de la degeneración del suelo donde eran sembrados, dando lugar sucesivamente a técnicas de fertilización orgánica generada por animales de tracción o aves, a rotación de cultivos diversos, a la expansión territorial continua con la tumba y quema, y, finalmente a desarrollar estrategias y técnicas de guerra para invadir tierras ya ocupadas, lo que llevó a inventar la esclavitud de los pueblos vencidos. De aquí a crear un pensamiento racional justificativo, presidido por la devaloración del otro
y de sus usos y costumbres, se transparentan los orígenes y la imposición de la cultura de Occidente sobre el civilizado Oriente asiático y los nativos de África y América, cuyos pueblos, del arroz, los tubérculos y el maíz respectivamente, no sólo fueron sometidos a violencia extranjera, saqueadas sus riquezas, ignorados sus elementales derechos como seres humanos, sino transformados culturalmente en sus propios odiadores, enemigos internos y de su propia historia, y admiradores incondicionales del modelo sublimado del dominador histórico en prácticamente todos los aspectos de la vida para el siglo XXI. La imposición de monocultivos para todos los alimentos tradicionales de los dos tercios de habitantes del Planeta, no sólo ha sido un crimen contra Natura, sino contra lo Humano.
Pero lo peor es la falta de conciencia de las víctimas, nosotros, cuando creemos luchar contra el hambre repartiendo (o robando) fertilizantes. Por lo mismo, saludo su contrapeso en el programa de la Secretaría de Bienestar que apoyará la producción de la milpa verdadera, utilizando el conocimiento milenario de los herede-ros de este policultivo en vías de desaparición. ¡Ojalá triunfara la rebelión con razón y gane territorio nacional la Secretaría de Bienestar sobre la de Agricultura!