Opinión
Ver día anteriorDomingo 13 de octubre de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Pueblo de lucha
E

l pueblo morelense se ha caracterizado históricamente por su combatividad; paradigmático de esa actitud es Emiliano Zapata, quien encabezó la lucha de campesinos, peones, arrieros, pequeños propietarios rurales e indígenas, entre otros.

El zapatismo logró que la Revolución Mexicana no fuera únicamente una transformación política, un cambio de gobierno, sino la modificación de las estructuras económicas, sociales y culturales del país.

Uno de los frutos fue la creación de las escuelas normales rurales que formaron parte del ambicioso proyecto cultural que buscaba transformar la vida de las comunidades campesinas a través de la educación.

Han tenido muchos cambios a lo largo de los años; del propósito inicial en la década de los 20 de formar maestros para civilizar a los campesinos, a principios de los años 30 se convirtieron en escuelas regionales campesinas.

La visión se amplió, ahora se buscaba una transformación del campo en el marco de la reforma agraria, con la integración de actividades culturales, deportivas, educativas, económicas y de organización política.

Las escuelas, que funcionaban como internados, se ubicaron en zonas rurales, reclutaron a hijos de ejidatarios o de pequeños propietarios agrarios que recibían becas del gobierno federal y al finalizar sus estudios obtenían plazas como maestros en planteles rurales.

En 1934, con la modificación del artículo tercero de la Constitución, se estableció la educación socialista y se incluyeron al plan de estudios algunas materias sobre materialismo histórico.

Un año más tarde se formó la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, agrupación que organizó a las sociedades de alumnos de cada normal rural, fundamentalmente para luchar por mejorar las condiciones de trabajo de las escuelas. Continúa vigente e impulsa un proyecto con cinco áreas de acción: educativa, cultural, deportiva, productiva y política.

Desde su creación los reclamos de los estudiantes por las malas condiciones de las escuelas, la insuficiencia de sus becas y los topes a la matrícula se han incrementado y han participado en muchas luchas sociales.

Estas instituciones han sido fundamentales para la movilidad social, incluso para el desarrollo económico local, por lo que tienen el apoyo de la población en muchas localidades donde se encuentran.

Actualmente hay 17 normales rurales en distintos estados en donde se forman cerca de 7 mil estudiantes. La más joven es la Escuela Normal Rural General Emiliano Zapata, que se ubica en la comunidad de Amilcingo, Morelos.

Se abrió por un movimiento social y tras una prolongada confrontación; en los años 70 del siglo pasado fue reconocida por los gobiernos estatal y federal. Hace unas semanas estuvimos en esa escuela, exclusiva para mujeres, y platicamos sobre la insurgente Josefa Ortiz de Domínguez.

Se ubica en un gran terreno, con la exuberante flora morelense, entre la cual se levantan los edificios que albergan cocina, comedor, biblioteca, aulas, oficinas, deportivo y habitaciones. Todavía continúan las obras para reparar los daños que sufrieron los inmuebles en los sismos de 2017.

Recientemente se ha equipado la institución en donde viven y se forman para maestras alrededor de 350 jovencitas hijas de campesinos de distintos estados. Hay un salón con nuevas computadoras, se ha dado capacitación a los maestros y también han arreglado las instalaciones.

Las estudiantes de bellos ojos negros, con sus blusas blancas, faldas azul marino y sus calcetas, combinan la frescura juvenil con una fuerza combativa producto de su origen y formación en la normal rural.

En sus manos está el futuro de generaciones de niños, o sea el de nuestro país; sin duda, merecen todo el apoyo y la mejor preparación.

De regreso, una indispensable escala en Tres Marías para saborear una cecina de Yecapixtla y unas quesadillas de flor de calabaza.