El trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) sigue siendo una enfermedad poco diagnosticada en México en forma oportuna, lo cual provoca que muchos pacientes nunca identifiquen su condición y tengan una gran cantidad de problemas en la edad adulta, que pueden ir de una muy escasa tolerancia a la frustración, al uso de sustancias adictivas e incluso el desarrollo de depresión y pensamientos suicidas.

Así lo advirtieron los especialistas participantes en la Primera Jornada Nacional de TDAH, quienes señalaron que este padecimiento es causado en gran medida por factores genéticos, pero también puede ser heredado de padres a hijos por estrés severo y prácticas no saludables como el tabaquismo.

María Elena Frade, presidenta de la asociación Proyectodah, dijo que según estudios, la prevalencia de esta condición siquiátrica –que se caracteriza por la dificultad para poner atención, la hiperactividad y la impulsividad– es de 8 por ciento en la población infantil, lo que en México equivale a unos 2 millones de personas, a quienes se suman 3 por ciento más que lo desarrollan siendo adultos.

El TDAH, enfatizó, no es una enfermedad curable, pero puede controlarse con medicamentos y terapia sicológica si es identificado a tiempo, lo cual ocurre con muy poca frecuencia en el país, debido a que no existen especialistas suficientes que conozcan del tema y a que aún existen muchos mitos y prejuicios al respecto.

No es un síndrome que se deba a mala educación de los padres o aque éstos no le pongan límites a sus hijos. Así se nace y los pacientes tienen que ser medicados, aunque haya miles de grupos no científicos que afirmen que la siquiatría mata a los niños. Es un síndrome neurobiológico y tiene que haber un medicamento para ello, recalcó.

Ante la falta de especialistas que sepan tratar esta condición, es necesario que al menos se capa-cite a los médicos generales paraque éstos puedan identificar algunos síntomas del TDAH y canalicen a los pacientes para que reciban ayuda especializada.

De lo contrario, dijo Frade, se corre un alto riesgo de que quienes sufren el padecimiento desarrollen un muy bajo nivel de tolerancia a la frustración, además de dificultad para desarrollarse escolar y laboralmente, aislamiento por discriminación, uso de sustancias adictivas e incluso depresión grave e intentos de suicidio.

“Se piensa que quienes tienen TDAH son ‘niños malos’ y los tratan como una manzana podrida que puede perjudicar a los demás. Son menores que necesitan paciencia y conocimiento de los adultos, no su discriminación”, aseveró.