l presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, Diosdado Cabello, dio a conocer el jueves fotografías en las que el diputado opositor Juan Guaidó posa con lbeiro Lobo Quintero, El Brother, y John Jairo Durán, El Menor, líderes del grupo narcoparamilitar colombiano Los Rastrojos. Como admitió el propio Guaidó, las imágenes fueron tomadas en la zona fronteriza entre Colombia y Venezuela el pasado 22 de febrero, cuando el fallido golpista cruzó de manera ilegal hacia la ciudad de Cúcuta para asistir al concierto Venezuela Live Aid.
No se trata, como intentó presentarlo Guaidó, de un inocente encuentro entre los muchos que tuvo durante aquella jornada en ambos lados de la frontera: es sabido que dicha zona del departamento colombiano de Norte de Santander es controlada por el grupo criminal referido y que el cruce de la comitiva del autoproclamado presidente encargado
de Venezuela no pudo haberse producido sin su conocimiento y anuencia. Asimismo, como denunció el activista y defensor de derechos humanos Wilfredo Cañizares, antes del cruce la población local alertó de la imposición de toques de queda por Los Rastrojos a fin de despejar el terreno para la llegada de Guaidó.
Estas revelaciones confirman que los líderes de la derecha venezolana no sólo no experimentan ningún escrúpulo en conspirar contra su país con gobiernos extranjeros e instancias multilaterales completamente desprestigiadas, sino que además basan sus operaciones en una red de complicidad con grupos criminales y sus cabecillas confesos –tanto Quintero como Durán se encuentran hoy en manos de la justicia colombiana– sin que les represente algún inconveniente ético la gravedad de los ilícitos perpetrados por éstos.
Queda pues demostrada por enésima ocasión la bancarrota moral de la derecha venezolana o, cuando menos, del sector de la derecha elegido por Estados Unidos y sus gobiernos satélite en la región para desestabilizar al gobierno legítimo de Venezuela e impulsar una salida violenta a la crisis que atraviesa la nación caribeña. Sólo queda desear que líderes como Guaidó pierdan cualquier ascendiente sobre los sectores de la población venezolana que ejercen su derecho a disentir de su actual gobierno y que todas las diferencias políticas entre venezolanos se resuelvan mediante canales institucionales en el interior del país.