el rompecabezas, que muchos consideran ya resuelto, del futuro inmediato de la economía global.
Alemania presenta ahora el mayor riesgo recesivo, aunque no es el único. El reporte mensual de 19 de agosto del Bundesbank habla de una recesión técnica, pues a la contracción mínima de 0.1 por ciento del producto interno en el primer trimestre siguió una suave declinación
hasta junio y un débil comportamiento del sector exportador y de la industria manufacturera, contrastado con el buen desempeño de la economía interna
, un tanto desvinculado de las disputas comerciales internacionales
y de las turbulencias del Brexit, las dos mayores causas de la ralentización. La creciente inquietud política interna se refiere sobre todo al costo de salida de la prolongada era Merkel
que ha marcado el escenario europeo en la mayor parte de los dos primeros decenios del siglo. Parece estar en preparación un paquete de estímulos, con incentivos a la inversión y mayor gasto público en control de emisiones de carbono. Una respuesta anticíclica oportuna que permite concluir que la mejor capacidad de respuesta no ha abandonado a la líder política alemana.
Otra transición complicada se produce en el Banco Central Europeo, cuyo celebrado presidente, Mario Draghi –que lo ha conducido en el decenio de la gran recesión y en los años del Brexit– está en trance de ser suplido por alguien también célebre pero más controvertido, Christine Lagarde. Se ha sugerido que el desafío real para el BCE y demás bancos centrales resultaría de otro largo periodo de tasas de interés muy bajas que, por ellas mismas, restan eficacia al principal instrumento de la política monetaria. Hasta ahora, las diversas formas de expansión monetaria, que se han ensayado o sugerido en los pasados años, no han concitado el mínimo de consenso que permita ponerlas en práctica de manera más o menos generalizada y suficientemente coordinada –no sólo entre las economías avanzadas, sino en concurrencia con las emergentes mayores–. Es probable que antes de concluir su encargo en octubre próximo, Draghi instrumente una serie de nuevos estímulos. Una reducción sobre los niveles actuales –0 por ciento para la tasa de refinanciamiento y -0.4 por ciento para la de depósito– hundiría el rédito en terreno negativo y constituiría un desafío mayor para la operación de los sistemas financieros europeos. El paquete final de Draghi puede incluir también el compromiso de mantener una política muy relajada en los años por venir
y la inyección de liquidez mediante la compra de bonos ( FT 25/07/19). Muchos dudan que el BCE pueda realmente adoptar una actitud tan abiertamente favorable al crecimiento en un ambiente en que la estabilidad es cada vez más un precepto moral.
La perspectiva misma de la economía mundial es motivo de controversia. Uno de los enfoques recientes –el del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas–, difundido hacia mediados de año, subraya elementos como los siguientes:
• La perspectiva de corto plazo de la economía mundial se ha debilitado ante la persistente elevada incertidumbre del ambiente internacional de política y el disminuido intercambio comercial mundial.
• La perspectiva de crecimiento se ha deteriorado en todas las grandes economías avanzadas y en varias regiones en desarrollo, entre ellas África austral, Asia occidental y América Latina y el Caribe.
• Siguen siendo considerables los riesgos de contracción para la economía mundial. En tanto que las prolongadas disputas comerciales han afectado las perspectivas de inversión, los cambios recientes de política monetaria en las economías mayores puden haber aumentado la acumulación de deuda y los peligros financieros.
• Las dificultades económicas se han visto complicadas por la creciente frecuencia e intensidad de los desastres naturales, que reflejan los mayores efectos del cambio climático, en especial en las regiones en desarrollo.
• La redución del ritmo de crecimiento ha traído consigo un recurso generalizado a políticas monetarias más flexibles tanto en las economías avanzadas como en los países en desarrollo.
• Aunque algunos países en desarrollo han adoptado posiciones de política fiscal favorables al desarrollo, es limitada su capacidad para introducir medidas complementarias en caso de un crecimiento aún menor.
• El deterioro de la perspectiva económica frena el avance hacia la erradicación de la pobreza y otros objetivos de la Agenda de Desarrollo Sostenible.
• Los avances en la erradicación de la pobreza, sobre todo en África y Asia del sur, dependen críticamente de ampliar la capacidad para una urbanización sustentable.
• Los riesgos climáticos representan una amenaza creciente para la economía mundial. Un enfoque multilateral coordinado hacia una política climática global, incluyendo un precio al carbono, es elemento central de la respuesta al cambio climático.
Antes de que finalice agosto, la cumbre del Grupo de los Siete en Biarritz podrá aportar pistas para armar el rompecabezas o le añadirá piezas sueltas.