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Pese a indiferencia oficial, los niños disfrutan de la cultura en Tepito

Tenemos derecho a la vida, a jugar, a que nos respeten, cantaron los pequeños participantes del taller

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▲ Padres, profesores y pequeños participantes del taller impartido por Tepito Arte Acá.Foto Diana Rosas
 
Periódico La Jornada
Domingo 18 de agosto de 2019, p. 8

Si tu andar te llevara a salir del Centro Histórico por el norte recorriendo la calle de Brasil, y su continuación, Peralvillo, llegarías a la iglesia de Santa Ana; si al llegar a la calle de Rivero doblaras la esquina, tu mirada encontraría en el número 12 la Casa de Cultura Tepito.

Pareciera que a este sitio le gusta pasar inadvertido, pues disimula sus murales con polvo y aparente inactividad.

No imaginarías que es el mismo espacio geográfico de las últimas batallas de los mexicas, donde estuvo resguardado el envoltorio de Huitzilopóchtli por los más aguerridos tlatelolcas y tampoco sabrías que Tepito Arte Acá se instaló ahí durante cuatro semanas para que niños de seis a 12 años de edad hicieran suyo el lugar con la danza, la actuación, el canto y la pintura.

Al llamado de las actividades culturales llegaron 32 pequeños habitantes, la mayoría de cuatro a siete años. Se adueñaron del lugar durante 80 horas que transcurrieron entre gritos, carreras, peleas y discusiones con los maestros; desayunos, conversaciones y amistades.

Construyeron un espacio de juego, de libertad, demostrando cuánta tenía razón AS Neill al decir que la libertad funciona; existen padres problema, maestros problema, escuelas problema, un sistema problema que conduce y desecha a los humanos.

Así, mientras uno baila con pasión, otros dibujan, otras pintan. La más ausente lee y entiende, observa y dedica su tiempo a plasmar ideas en papel bond; si se mueve es sólo para cambiar el punto de observación. Los hermanos de cabello teñido de arcoíris y energía de 24 horas, se unieron con el de piel más blanca, formaron un equipo de juego, de camaradería, de amistad a toda prueba, de parnas, de cuates, cuya fuerza es capaz de convertir a dos en uno solo, la cual los hace recorrer el bosque de Chapultepec tomados de la mano; son los más cábulas y lo hacen para que no quede duda de que son cuadernos de doble raya.

No son ajenos a lo que les rodea, se dan cuenta de lo que viven, enfrentan la realidad desastrosa que priva en el país pero aquí la enfrentan juntos, con amigos, aquí la bailan. Abrieron su intervención escénica con una rola del grupo de rock Patita de Perro sobre los derechos de los niños, llevando a escena su grito: “Tenemos derecho a la vida, a jugar, a picudearnos, a estudiar, a que nos respeten”.

Concluyó el curso 80 por ciento de los inscritos. Romario reclama que termine el taller; mantienen la misma energía con que llegaron. Al bajar del escenario los espera un suculento y variado menú preparado por las madres y abuelas. Resulta una muy grata convivencia entre padres, niños y maestros en shock causado por estos libres, locos, picudos y talentosos chamacos.

Por cierto, el apoyo acordado con el titular de la Secretaría de Cultura no se ve aún; ya ni nos contesta la llamada, pero eso no nos impide sentir la satisfacción de haber generado una bonita y suculenta vivencia, dice Virgilio Carrillo, director de Tepito Arte Acá.