Lunes 18 de marzo de 2019, p. 31
Los cerca de 3 millones de jornaleros agrícolas son campesinos e indígenas pobres, sin tierra o sin recursos para cultivar ni para comer. Dejan sus hogares en Oaxaca, Guerrero, Hidalgo, Chiapas y otros estados del sur del país, para ir a trabajar a los campos agrícolas de las entidades del norte que básicamente producen para la exportación. Se emplean, por ejemplo, en la cosecha de jitomate o fresa, productos que cortan con la mano y trabajan en jornadas de hasta 15 horas al día.
Veintinueve por ciento de los migrantes llega a Baja California; 21 a Sonora, 18 a Sinaloa, 17 a Guanajuato, y en menor porcentaje a Jalisco y San Luis Potosí, entre otros estados, indica un análisis, con base a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2018, de Antonieta Barrón, académica de la Facultad de Economía de la UNAM.
Indica que generalmente van a trabajar para el corte de hortalizas, uvas, zarzamoras, fresas, limón y brócoli. Los periodos en que viajan son en el ciclo otoño-invierno a Sinaloa, y muchos lo hacen luego de haber trabajado en Valle Verde, en San Luis Potosí, en la fresa, o en el brócoli de Guanajuato. En septiembre comienzan su periplo habitantes de Oaxaca, Guerrero y Chiapas, rumbo a Sinaloa y Baja California. En el ciclo primavera-verano trabajan, entre mayo y agosto, en el corte en Baja California, Baja California Sur, San Luis Potosí y Guanajuato.