Trumpgate: ¿cae o no cae?
Sigue teniendo apoyo de republicanos
Lengua floja como Fox y belicoso como Calderón
Jacinta, Alberta y Teresa
Hacienda: que siempre sí
Precios distintos cada día
¿Mercado negro en jauja?
Inteligencia y corazón
¿Y el rock en el Tianguis del Chopo, apá?
Con José Solé murió una época
a muerto José Solé, y con él una época en la cual creímos que se consolidaba el desarrollo de la cultura en México. Solé, junto con otros apasionados del teatro y gracias al entusiasmo de don Benito Coquet, construyó verdaderos palacios teatrales en algunos puntos de la hoy CDMX. Recuerdo el Teatro Hidalgo, el del conjunto Independencia, el de Naucalpan, y algunos más. En ellos actuaban Ofelia Guillmain, Ignacio López Tarso y actores igualmente importantes. Representaban obras de Esquilo y Sheakespeare.
l desplegado
que apareció en periódicos y redes sociales
, firmado por embajadores de carrera jubilados
, sobre las relaciones de México con Estados Unidos, podría ser material didáctico para quien llegó recientemente a ocupar el otrora dignísimo sitial de canciller de la República.
ntes de finalizar 2016, y luego de varios encuentros en el Senado, una comisión de familiares del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México se reunió con un grupo de senadores que encabezan los trabajos del dictamen de la Ley General de Desaparición Forzada y Desaparición por Particulares. En esa ocasión estuvo también presente una comisión integrada por representantes de distintas instancias del gobierno federal. El mensaje al Legislativo y al gobierno federal fue entonces claro: las familias exigieron que el dictamen de la ley estuviera listo en el próximo periodo de sesiones y que incluyera sus peticiones.
as normas laborales contenidas en la Constitución Política de la Ciudad de México responden en buena medida a los reclamos que durante muchos años han venido planteando la población trabajadora, los sindicatos democráticos, la academia, la ciudadanía y distintos órganos especializados en el tema. En su texto se reflejan los principios establecidos en los convenios e instrumentos internacionales y el paradigma del llamado trabajo decente
promovido por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
omo una clara evidencia de los cambios que requiere nuestro país, las marchas convocadas por los personeros de Televisa, así como por algunos intelectuales, grupos empresariales y lastimosamente por el rector de la UNAM para promover la unidad nacional en torno a Enrique Peña Nieto, terminaron mostrando el nivel de descrédito del Presidente de la República, que a lo largo del presente sexenio se ha dedicado esencialmente a engañar al pueblo de México, por el que una y otra vez ha mostrado su desprecio, tanto como su incapacidad para gobernar.
las comunidades y burocracias universitarias este periodo nos obliga a redefinir nuestro papel, y a profundidad. Lo primero es tener en cuenta que precisamente por ser parte constitutiva de los centros de conocimiento por excelencia, a los universitarios nos corresponde generar e impulsar corrientes vigorosas de pensamiento que favorezcan una comprensión a fondo de lo que está ocurriendo. Ir más allá del nivel de algunos medios de reducir todo a un personaje malvado. Al personalizar en exceso ocultan el panorama real de una poderosa crisis del capitalismo que lo obliga, casi, a recurrir a planteamientos nacionalistas de corte cada vez más fascistas. La xenofobia, la revitalización del patriarcado, la expansión del trabajo precario, la persecución a los periodistas, los maestros y las políticas agresivas contra universidades, así como el belicismo militar han sido los acompañantes y los soportes de salidas
con enormes consecuencias en sufrimiento. Sólo la Segunda Guerra Mundial –generada por el proyecto nacional-fascista europeo– costó cerca de 50 millones de muertes, sobre todo de jóvenes soldados, pero también de mujeres, niños y ancianos civiles. En la ola de violencia desatada, se llegó incluso al bombardeo atómico de poblaciones civiles. Puedo estar equivocado o incompleto en esta postura, pero precisamente de eso se trata, de discutir frente a la nación, y qué mejor lugar que hacerlo en y desde las universidades. Académicos, profesores, investigadores y estudiantes tienen hoy una responsabilidad enorme frente al país. Su silencio puede volverlos cómplices de una incomprensión generalizada sobre qué está pasando, y, con eso, comenzar a pensar cuáles son las salidas nuestras, las que podemos obligar a asumir a quienes mandan en el país.
no de los principales factores en que se apoyó Donald Trump en campaña –y que ahora usa para justificar absurdas medidas antimigrantes, altos impuestos a las importaciones y otras– fue la promesa de reducir la pérdida de empleos.
ace un lustro las instituciones pilares de la transición en España, la monarquía, el parlamento, la justicia y los partidos políticos tradicionales fueron puestos en la piqueta. Crecían la indignación, las protestas, las mareas de la dignidad, se arrastraba desencanto e indignación. La ciudadanía, al menos parte no desdeñable, salía a las calles y gritaba: No nos representan
. Lo más visible de una sociedad civil organizada y militante se aprestaba a decir no. Fue un no rotundo a los andares y maneras de enfrentar la crisis, cuyos resultados se visibilizaban en la pérdida de derechos, la privatización de la sanidad, la educación, el agua y los servicios municipales. La subida del IVA, la congelación salarial, la quita de prestaciones sociales y leyes represivas completan el escenario. Entre los efectos, aumento de pobreza, desigualdad y, por encima de todo, pérdida de legitimidad de un orden político desgastado. Los gobiernos de Rodríguez Zapatero y el primero de Rajoy aumentaron la indignación. Crecieron los desahucios mientras los bancos eran rescatados y las grandes fortunas gozaban de amnistía fiscal. Por otro lado, los dos grandes partidos, el PSOE y el PP, se confabulaban para hacerlo peor. Ninguno quiso asumir sus responsabilidades en la crisis. Se limitaron a negarla o bien a señalar que no se podía hacer nada. Obedecían las órdenes de la troika.
abemos cuando miramos el firmamento que la luz y el calor que nos llega de algunas estrellas pertenece al pasado porque en su presente ya han dejado de existir. Con su muerte, Teresa del Conde, la maestra, la doctora, la amiga, la madre, ha pasado a formar parte de esa categoría de seres cuya luz y calor permanecerá como rescoldo en el recuerdo de quienes desde este momento la invocamos en nuestro pensamiento y en nuestro corazón. Teresa del Conde Pontones, con su muerte inesperada, deja un vacío profundo y doloroso en un momento crucial de la vida política y cultural de este país. Apenas acabamos de ver la fotografía de enero pasado brindando gustosa por su cumpleaños junto a las queridas amigas Esther Echeverría, Miriam Kaiser y Cristina Gálvez; y aunque sepamos que nadie tiene la vida comprada, lo súbito de su desaparición ahonda la consternación.