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L. T.
Las lágrimas de Roy
...all this precious moments
R.B.
A la fugacidad no hay fuerza humana que pueda vencerla pero algo de belleza tienen los intentos, conscientemente vanos, por lograr que detenga su marcha al menos un segundo. Tal vez Goethe no lo vio con precisión y ese instante no es lo bello sino la mirada, también fugaz, que llega a sorprenderlo en pleno vuelo; es el hallazgo, el gesto de aprehenderlo para darle aquello de lo cual carece: permanencia.
Quién sabe cuánto dura la fugacidad, o si en el fondo cabe para ella la idea de medida. No tiene sentido contentarse con el lugar común de que todo es fugaz, pues hay fugacidades que duran días, semanas o años, aunque se les llame de otro modo. La voz dura un instante, apenas es y ya se desvanece y acaso constituye el mejor ejemplo de lo que “presente” significa. |