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Presentación
Nadia T. Rubio-Cisneros
El sistema de la corriente de California: beneficios y retos para México y Estados Unidos
Mercedes Marlenne Manzano Sarabia, Mati Kahru y Greg Mitchell
Servicios ecosistémicos de la surgencia de cabo Catoche: ecoturismo con el tiburón ballena
Jorge A. Herrera Silveira, Natalí Cárdenas Palomo y Óscar Reyes Mendoza
Servicio ecosistémico de almacén de carbono en manglares
Claudia Teutli Hernández y Jorge A. Herrera-Silveira
Patos, lagunas y cazadores, conexión para promover la conservación de humedales en Norteamérica
Nadia T. Rubio-Cisneros, Octavio Aburto-Oropeza y Exequiel Ezcurra
Mariposa monarca: el ciclo de migración, una cadena trinacional de responsabilidades
María Isabel Ramírez
La observación turística de ballenas en laguna San Ignacio: de México para el mundo
Alejandro Gómez-Gallardo U., Liria del Monte Madrigal y Jorge Urbán R.
Herramientas para evaluar y comunicar la ciencia detrás de los servicios ecosistémicos
Marcia Moreno-Báez
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Mariposa monarca: el ciclo de migración,
una cadena trinacional de responsabilidades
María Isabel Ramírez
Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, UNAM
Correo electrónico: [email protected]
El fenómeno migratorio de la mariposa monarca (Danaus plexippus L.) es reconocido como uno de los espectáculos más sorprendentes y hermosos del mundo natural. Durante el otoño, a lo largo de ocho semanas, millones de mariposas que habitan las enormes extensiones de las praderas y áreas de cultivo de Estados Unidos y sur de Canadá realizan un viaje épico para concentrarse en unas pocas hectáreas en el centro de México y, en menor medida, en la costa de California. Durante el invierno, estos sitios son visitados por miles de personas de todo el mundo interesados en conocer y disfrutar de tan extraordinaria belleza.
Durante la primavera y el verano, de tres a cinco generaciones de mariposas van cumpliendo su ciclo de vida (huevo, larva, crisálida y mariposa) mientras se desplazan desde el sur de los Estados Unidos hasta el sur de Canadá. Las larvas de mariposa monarca se alimentan exclusivamente de plantas del género Asclepia, conocidas como “algodoncillo” por la apariencia de sus semillas (en inglés milkweeds, por el aspecto lechoso de su salvia). Al llegar el otoño y reducirse las horas de luz, las mariposas entran en una diapausa reproductiva e inician su viaje al sur.
A lo largo de todo el recorrido visitan diversos hábitats, alimentándose del néctar de las flores para acumular los lípidos que las mantienen vivas durante el invierno. A finales del otoño, arriban a los bosques de oyamel de Michoacán y estado de México, donde la misma generación que realizó la migración permanece todo el invierno. Aquí se agrupan de forma asombrosamente densa en 12 colonias, que albergan a millones de mariposas por hectárea.
Las colonias de mayor magnitud están dentro de la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca (RBMM), que también es sitio Patrimonio Natural de la Humanidad según la UNESCO. Al acercarse la primavera, empieza el apareamiento. Las mariposas fecundadas vuelan de regreso al sur de los Estados Unidos, donde las nuevas plantas de algodoncillo alimentarán a las larvas con las que se reiniciará el ciclo.
Sin embargo, este maravilloso fenómeno de migración se encuentra seriamente amenazado. Todas las etapas del ciclo migratorio sufren presiones que ponen en riesgo su paso exitoso a la siguiente etapa.
A principios de este, año la RBMM y WWF-México dieron a conocer el resultado del monitoreo anual de las colonias de mariposas en México, mostrando que la magnitud de la hibernación había alcanzado un alarmante bajo histórico: las colonias ocuparon un total acumulado de sólo 0.67 de hectárea y se presentaron únicamente en cinco de los 12 sitios habituales. Esto volvió a poner en relieve la atención sobre estas mariposas y sobre los principales factores que contribuyen en su disminución: la reducción de su hábitat de hibernación en México y la de su hábitat de reproducción en Estados Unidos y las condiciones severas del clima en cada etapa del ciclo migratorio.
En los reportes se hace especial énfasis en la escasez de algondoncillo en territorio estadounidense debido a una compleja interacción de factores: pérdida del hábitat natural por cambios en el uso del suelo; expansión de cultivos de maíz y soya genéticamente modificados para resistir a la aplicación de herbicidas (glifosfato), que matan a las demás plantas silvestres (sistema roundup-ready); escasez y extinción local de especies nativas de algodoncillo, con lo que se reduce su resistencia a infecciones por parásitos (Ophryocystis elektroscirrha); y condiciones climáticas desfavorables (sequías o heladas) que provocan la muerte de las plantas o un desfase entre su presencia y las necesidades de las mariposas.
Por su parte, en México, aunque se ha conseguido de manera sobresaliente detener la tala ilegal en la zona núcleo de la RBMM, en la zona de amortiguamiento y alrededor de la reserva persiste este problema. Muy poco se sabe sobre los sitios de descanso y pernocta durante los recorridos migratorios de otoño y primavera en nuestro país, y menos aun sobre el uso que hacen las mariposas de ellos o sobre su estado de conservación.
Ante esta situación alarmante es momento de retomar con mayor energía y compromiso las acciones pendientes del Plan de América del Norte para la Conservación de la Mariposa Monarca, firmado en el 2008 por los tres países involucrados. Sería deseable, necesario, involucrar a actores de los diferentes sectores de la agroindustria, tanto por lo que ya sucede en Estados Unidos y Canadá como por lo que esté por venir en México.
En este sentido es esperanzador que el pasado 19 febrero los presidentes Obama, Harper y Peña-Nieto hayan respondido a la petición hecha por numerosos científicos, conservacionistas y artistas, emitiendo un acuerdo a fin de trabajar conjuntamente para conservar el fenómeno migratorio.
Perder este patrimonio natural de la humanidad no sólo significaría la pérdida de uno de los más bellos fenómenos biológicos, también enormes pérdidas económicas y en el bienestar humano por los servicios ambientales que proveen. Por ejemplo: 1) Polinización. Millones y millones de mariposas recorren grandes extensiones ayudando en la reproducción de flores silvestres y alimentos de consumo humano (un tercio de los cultivos que comemos dependen de animales polinizadores); 2) Turismo. Miles de personas visitan año con año los sitios de hibernación en México y California, dejando una derrama económica de la que dependen muchas comunidades; 3) Recursos hídricos. Los esfuerzos por frenar la tala ilegal y recuperar la cubierta forestal también contribuye con la disponibilidad y calidad de agua para las poblaciones que se abastecen del sistema Cutzamala (la Ciudad de México y Toluca, entre ellas).
Por lo tanto, el riesgo no sólo es para las mariposas migrantes. También lo es para los numerosos y distantes ecosistemas que habitan durante su ciclo de vida y, tarde o temprano, lo será para los todos los demás seres vivos que dependemos de los servicios ambientales que nos proveen esos ecosistemas.
Entre todos, podemos lograr que el ciclo migratorio se convierta en una cadena de compromiso trinacional; que sea una cadena de acciones y logros que nos lleven a una relación sociedad-naturaleza más equilibrada y con mejor futuro para todos.
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