Domingo 22 de diciembre de 2013, p. a16
Ir sentado y encerrado 14 horas en un avión parece insoportable, sobre todo si en el asiento de al lado notamos una presencia incómoda, la de alguien que en cualquier momento tratará de entablar una larga y aburrida sesión de preguntas y respuestas. Pero, ¿qué pasaría si en lugar de esto nos encontráramos con una persona que tiene anécdotas eróticas que contarnos? ¿Cederíamos a la incitación como parte de lograr esa fantasía sexual de hacer el amor a muchos kilómetros de altura? Esta novelita nos invita a tener otra percepción de los vuelos trasatlánticos, o por lo menos a tener algunos artificios para no aburrir al de al lado. Tatami, Alberto Olmos, Océano/ Hotel de las Letras, 103 pp.