La de Alfredo R. Placencia, sacerdote y poeta jalisciense nacido en 1875 y muerto en 1930, fue “una vida intensa, marcada por las dificultades y la pobreza, pero iluminada por la luz de la poesía”: así lo define Jorge Souza y, como él, otros dos paisanos de Placencia –Samuel Gómez Luna, bisnieto del poeta, y Hugo Gutiérrez– lo evocan con calidez y admiración. Autor de diez poemarios, cura oficiante en pequeñísimos pueblos, más tarde obligado a trasladarse a Estados Unidos y Centroamérica, jamás desconoció ni abandonó a su mujer ni a su hijo, ni plegó su conducta a los dictados de la jerarquía eclesiástica –“no soy víbora para arrastrarme”, dijo alguna vez. De sus profundas y humanísimas contradicciones hablan los textos aquí reunidos, así como los testimonios de quienes lo conocieron. Publicamos además un espléndido cuento de Raymond Carver y un artículo de Vilma Fuentes sobre El Indio Fernández. |