jornada
letraese

Número 195
Jueves 4 de Octubre
de 2012



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate


Mujeres renacidas

Acerca de la vida con el VIH

Cifras del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/sida señalan que en México hay 28 mil 163 mujeres que viven con VIH. En la mayoría de los casos fueron infectadas por su propia pareja. Diversos estudios indican que la desigualdad económica, la inequidad y la violencia de género son factores que propician el rápido crecimiento de la pandemia entre la población femenina.

Leonardo Bastida Aguilar


"Los médicos dicen que padezco resequedad ocular. Yo creo que la tengo porque después de saber que vivía con VIH pasé tres meses llorando día y noche sin poder dormir", relata Ave mientras su mirada se nubla entre los recuerdos y las lágrimas.
Hace 11 años supo que fue infectada con el virus por el padre de sus cinco hijos, el hombre con quien vivió por casi 30 años. Golpes y gritos eran la constante en su relación. Su esposo era alcohólico y había descuidado el taller mecánico con el que sostenía a la familia, así que no había dinero. Ante esta situación, también harta de las agresiones, Ave decidió separarse de él porque "no tenía solución" y al poco tiempo conoció a otra pareja.
Un día, su cuñada la fue a buscar para informarle que su ex esposo estaba muy enfermo como consecuencia del alcoholismo. Ella dudó en brindarle ayuda, pero junto con sus hijos lo llevó al doctor. Éste les informó que padecía de sus facultades mentales por lo que fue internado en un hospital psiquiátrico. Al mes les llamaron a su domicilio, había muerto.
Ave hace una pausa y respira profundo mientras su mirada se pierde sobre la mesa en la que se reúne cada 15 días con mujeres en situaciones similares en la organización Salud Integral para la Mujer (Sipam). "Lo peor fue saber por qué había muerto", dice. Su muerte fue provocada por el sida y para ese momento Ave ya presentaba un cuadro severo de diarrea. De inmediato se fue a realizar la prueba y el resultado fue positivo. Se realizó otras más con la esperanza de que hubiera algún error, pero fue inútil. Todas habían salido positivas.
Su mundo se derrumbó, señala. Su pareja la dejó. Tuvo que regresar a vivir a la casa de su madre, pero ahí sufrió discriminación por parte de sus hermanos. Le dijeron que "por su bien" era mejor que comiera y bebiera en utensilios desechables.
Tuvo una depresión severa que duró tres meses. Ella tenía información sobre el virus. "Pero jamás imaginé que me fuera a dar porque yo no andaba con otras personas", aclara. Aunque su esposo era capaz de cualquier cosa para conseguir un trago. Por esa razón le comenzó a exigir condón, pero él siempre le respondía que "ese sólo lo utilizaban las putas", y si ella era puta, entonces no quería nada.
Al igual que otras mujeres, desde hace cuatro años acude al grupo de autoayuda de Sipam, llamado Mujer Ave Fénix, para compartir experiencias de su vida con el VIH. Allí ha llegado a impartir talleres a otras amas de casa y participar en encuentros feministas.
Se atiende en la Clínica Especializada Condesa (CEC) y mantiene su carga viral estable. Sin embargo, la lipodistrofia –pérdida de grasa en el cuerpo como consecuencia de la ingesta de medicamentos antirretrovirales– es algo que no ha superado, reconoce, por lo que a veces pasa momentos de tristeza y enfado con su pasado.

Descubrimiento
¡Sidosa, sidosa! le gritó su pareja a Luna mientras usaba el baño, producto de lo que ella pensaba era una enfermedad estomacal. No tomó en cuenta el comentario hasta que un amigo cercano murió a consecuencia del VIH y supo cuáles eran sus síntomas.
Tras vivir 10 años con su tercera pareja, a la que define como el amor de su vida, regresó a casa de su madre; las molestias estomacales eran constantes y ya no podía estar sola. La muerte de su amigo y los comentarios de su ex pareja la llevaron a preguntarse si "tenía sida". Se hizo la prueba y resultó seropositiva.
Como un "desgraciado" califica a su ex pareja, de la cual no supo nada más. Hace nueve años, cuando se enteró de su infección, su mayor preocupación era que ninguno de sus cuatro hijos se enterara de su enfermedad. Cáncer de matriz era lo que ella afirmaba tener.
Como Ave, se acercó al grupo de Sipam tras acudir a la CEC. Comenzó a informarse sobre el VIH/sida y mejoró su estado de salud. Reconoce que había escuchado hablar del virus, pero no sabía nada ni cómo se transmite. A partir de su integración al grupo considera que volvió a nacer, pues a sus más de 50 años se ha convertido en replicadora de información y pudo viajar en avión, algo que nunca imaginó cuando dedicaba su vida al cuidado de sus nietos e hijos. "Ahora los fines de semana son para mí y nadie me detiene de ir al grupo", recalca mientras acaricia la cabeza de la nieta que la acompaña esta vez.

Los factores
Cifras del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida indican que en América Latina, 36 por ciento de los adultos con VIH son mujeres. De acuerdo con este organismo, la pandemia está concentrada en los hombres que tienen sexo con otros hombres, pero al menos 22 por ciento de los integrantes de este sector reconocieron tener relaciones sexuales sin protección con hombres y con mujeres, por lo que el riesgo de una infección es latente.
Esta situación, aunada a la inequidad de género provocada por la poca capacidad de decisión por parte de las mujeres, la dependencia económica de sus parejas, la desigualdad educativa con respecto a los hombres y la violencia que ejercen sobre ellas sus compañeros son factores que propician la vulnerabilidad de las mujeres al virus.
En su tesis Mujeres. La experiencia de vivir con VIH/sida, la antropóloga Samantha Mino, quien trabajó en el grupo de autoayuda de personas seropositivas del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, señala que las participantes en la investigación "se encontraban en condiciones de pobreza y vivían o vivieron diferentes tipos de violencia, la cual estaba asociada a su condición seropositiva".
La galardonada con el Premio Javier Romero Molina del Instituto Nacional de Antropología e Historia señala que la coerción sexual hacia las mujeres, una práctica frecuente en México, representa un gran problema ya que la mujer es violentada y le deja pocas posibilidades para negociar el uso del condón, aunque sepan que sus parejas mantienen relaciones sexuales con otras personas, ya sea del mismo o diferente sexo.
Además, las campañas de prevención del virus dirigidas a las mujeres son inexistentes, pues las que hay están dirigidas a poblaciones más expuestas como los hombres con prácticas homoeróticas, situación que da escasa o nula visibilidad a la problemática del VIH en las mujeres.
Para Mino, la violencia está arraigada en las vidas de ellas, ya que la mayoría de sus entrevistadas reconoció sufrir violencia intrafamiliar desde temprana edad y haberse casado o unido antes de los 18 años con una pareja que las violentaba, a la cual no podían dejar por depender económicamente de ella.

Alguien que las escuche
Cuando ellas llegan a Sipam, en la mayoría de los casos lo que necesitan es alguien que las escuche, que no las discrimine y les brinde información, explica Alejandrina García Rojas, coordinadora del grupo que surgió hace cinco años ante la necesidad de abrir espacios exclusivos para las mujeres con VIH o familiares de personas con el virus que asistían a la Clínica Condesa.
De esta manera, se reúnen dos sábados al mes a fin de compartir sus experiencias, capacitarse para dar talleres a padres y madres de familia, así como a jóvenes. Esta actividad, refiere García, surgió de las propias asistentes al curso quienes consideraban necesario compartir sus vivencias para evitar que otras mujeres pasen por la misma situación. El resultado ha sido la impartición de talleres sobre salud sexual y reproductiva en todas las delegaciones del DF y en las preparatorias del gobierno capitalino, la participación en Congresos Nacionales e Internacionales de VIH/sida, la incursión en programas de radio comunitaria, la elaboración de pósters para Congresos y el apoyar a otras mujeres como Lupe, que recién recibió su diagnóstico y trabaja en descubrir la manera de aceptar la situación y seguir con sus metas, como estudiar enfermería.
Los temas que interesan al grupo son el de migración, sensibilización al personal médico, el acompañamiento a pacientes y la difusión del uso del condón masculino y femenino en la sociedad. Todas coinciden en que es fundamental dar esta información, pero sobre todo, hacer conscientes a los hombres de que si van a tener una relación extramarital deben usar protección.

SU B I R

Un nuevo espacio
de solidaridad

El Programa de VIH/Sida de la Ciudad de México atiende, a través de la Clínica Especializada Condesa (CEC), a 6 mil 515 personas que reciben tratamiento antirretroviral y que no cuentan con seguridad social. De éstas, 5 mil 731 son hombres y 781, mujeres. Estas cifras provocaron que los integrantes del Módulo de Derechos Humanos "Francisco Galván Ochoa", Kelvin Santos y la abogada Laura Hernández, pensaran trabajar con las asistentes
a la Clínica.
La idea no se fraguó tan rápido. Pero al conocer un estudio del Centro de Investigación en Evaluación y Encuestas (CIEE) del Instituto Nacional de Salud Pública en el que se demostró la desventaja e inequidad de las mujeres usuarias de la CEC en relación con los hombres –con cifras como que los varones usuarios de la Clínica presentan en su mayoría niveles educativos medio y superior, y las mujeres solo tienen niveles básicos–, Santos y Hernández se percataron de que era necesario iniciar.
Así, convocaron a las usuarias a reuniones mensuales durante las mañanas –esto con el fin de evitar que la pareja o sus obligaciones les obstaculicen acudir– para brindarles información sobre el VIH/sida, las infecciones de transmisión sexual y también acerca de sus derechos humanos.
Desde hace dos meses se congrega el grupo integrado por 25 mujeres provenientes de casi todas las delegaciones de la capital. Durante las sesiones comentan sus experiencias. Además reciben información sobre el virus y se construyen diversas habilidades para que las mujeres puedan convertirse en replicadoras de información.
Esta capacitación "es de suma importancia debido a que son muy pocas las mujeres con VIH que apoyan a otras mujeres, debido a la inequidad existente en nuestra sociedad que les impide salir de su casa sin el permiso de sus maridos o parejas, pero sobre todo porque muchas dependen económicamente de otras personas", explica Laura Hernández.
A través de la asistencia a este grupo, las mujeres también aprenden cuáles son sus derechos y qué hacer si se convierten en víctimas de violencia, pues en muchos casos, sin importar su estatus serológico, son violentadas por sus parejas.