Portada
Presentación
Retos y oportunidades de las pesquerías mexicanas, la conservación de la biodiversidad y el desarrollo sustentable
Miguel A. Cisneros Mata
El co-manejo pesquero en México
José Alberto Zepeda Domínguez, Daniel Lluch Belda, Germán Ponce Díaz y Alejandro Espinoza Tenorio
Arrecifes coralinos, su importancia para las pesquerías
Luis E. Calderón Aguilera y Héctor Reyes Bonillaa
Gigantes del océano: el tiburón ballena
Dení Ramírez Macías
El manejo de la pesquería de pulpo en Veracruz
Ma. de Lourdes Jiménez Badillo
Las pesquerías de tiburones y rayas del Golfo de México
Juan Carlos Pérez Jiménez
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Retos y oportunidades de las pesquerías mexicanas, la conservación de la biodiversidad
y el desarrollo sustentable
Miguel A. Cisneros Mata
Investigador del Instituto Nacional de Pesca, Sagarpa, Guaymas, Son.
La pesca en México
Nuestro país tiene un gran potencial pesquero; a escala mundial ocupamos el lugar 16 en toneladas desembarcadas. Nuestra zona económica exclusiva (ZEE) va de la línea de costa hasta 200 millas náuticas (360 km) mar afuera, generando una superficie acuática de 3.2 millones de kilómetros cuadrados, dos veces mayor que nuestra superficie terrestre. Casi toda la actividad pesquera marina se realiza en los primeros 50 km a lo largo de 11 mil 500 km de litoral, aunque la pesca también se realiza en las lagunas costeras, lagos, ríos y presas. Desde hace una década, la producción pesquera mexicana oscila alrededor de 1.1 millones de toneladas por año, con un valor promedio de 16 mil millones de pesos.
La pesca es una actividad que en muchas regiones del país representa la principal opción de desarrollo económico. La flota de pesca artesanal se conforma por unas 103 mil embarcaciones menores o pangas reportadas oficialmente en 2006. En cuanto a la pesca industrial, los 2 mil 500 barcos activos generan unos 25 mil empleos directos y otros 125 mil indirectos. Además, esta flota es muy importante para el país porque permite la ocupación física de nuestra ZEE.
La pesca apenas genera 0.2 por ciento del producto interno bruto (PIB); sin embargo es fundamental en la generación de alimentos con alto contenido de proteína para consumo humano directo e indirecto. Junto con la acuacultura, la pesca contribuye a la economía del país en la seguridad alimentaria, generación de empleos, desarrollo regional, e ingreso de divisas. Hay en México unos 300 mil pescadores: 52 por ciento en el Pacífico, 40 en el Golfo de México y el Caribe mexicano, y 8 por ciento en estados sin litoral marino.
Tomando en cuenta los empleos indirectos y a las familias que se ven beneficiadas, se estima que aproximadamente 12 millones de personas están ligados directa o indirectamente a la actividad pesquera. En particular, la pesca ribereña o artesanal genera 65 por ciento de la producción destinada al consumo humano directo y constituye una fuente importante de empleo: 85 por ciento de los pescadores del país son ribereños y más del 90 por ciento de las embarcaciones registradas participan en este tipo de actividad extractiva que genera el 80 por ciento del valor económico de la producción pesquera nacional.
Límites de la producción pesquera
La antigua percepción de que los mares eran fuente inagotable de recursos quedó rebasada y el manejo pesquero debe hacer esfuerzos por la conservación de los recursos. Las pesquerías están enfrentando retos sin precedentes: 15 por ciento están en estado de sobreexplotación, 75 por ciento en su máximo nivel de aprovechamiento sustentable y el resto en vías de recuperación. Es necesario ordenar y fortalecer al sector pesquero y acuícola para que contribuya de manera importante a la seguridad alimentaria del país y sea competitivo internacionalmente.
El ordenamiento pesquero no es asunto sencillo pues las pesquerías son sistemas dinámicos sujetos a variaciones ambientales, efectos antropogénicos y complejidades del mercado. El manejo debe ser un proceso igualmente dinámico y basado en el mejor conocimiento científico e información posibles. La complejidad de los fenómenos naturales obliga a invertir más y mejor en investigación y transferencia tecnológica para alcanzar niveles de adecuación de las acciones humanas en la dinámica natural, en los ciclos de materiales y el flujo de energía que permita una relación sostenida en el largo plazo.
Como en todos los ámbitos de la convivencia humana, en la pesca el crecimiento económico debe asumir el cuidado ambiental mediante acciones de internalización de costos y mitigación de impactos, siempre considerando que hay límites en la cantidad de recursos que podemos extraer. El manejo pesquero debe asumir los retos y caminar sobre las tres dimensiones o ejes de la sustentabilidad: equidad, ecología y economía.
La protección de recursos pesqueros debe considerar mecanismos para garantizar el empoderamiento del sector social a través de la consulta, participación y manejo corresponsable de los pescadores y de los grupos de interés, junto con las autoridades competentes. Ante una situación en la que los recursos son cada vez más limitados, se debe hacer frente a las demandas sociales promoviendo corresponsabilidad del manejo con un sentido de equidad y priorizando las acciones y los proyectos con base en criterios de racionalidad.
La pesca artesanal: reto particular
Permítaseme ilustrar la situación de la mayoría de las pesquerías artesanales mexicanas mediante un relato basado en observaciones en el Golfo de California. En ocasiones, el pescador artesanal más que vivir sobrevive en pueblos, comunidades y campos pesqueros aislados a lo largo y ancho de nuestros litorales. Si bien en general esto se debe en parte a cultura, en parte a falta de organización y en parte a la marginación, su situación no se debe a que no trabaje, en verdad trabaja y mucho: sale temprano en su panga; en ocasiones, después de llegar tarde la noche anterior por echar o a revisar sus redes o sus trampas, parte de madrugada a buscar el calamar; “alumbra” su potera esperando atraer a su presa, a más de 10 brazas; suda para sacar cada calamar de 15 o más kilos jalando su línea con potera, a veces hasta completar una tonelada entre él y su compa… cuando hay calamar. Sale temprano a buscar carnada en la laguna, unas veces para comprarla y otras para atarrayarla; luego encarna sus palangres de anzuelos para pescar “escama”, o sus trampas o aros jaiberos.
Regresa luego de dura jornada, vende su producto o lo entrega a la cooperativa o el permisionario, a veces espera unos días su pago. Al día siguiente, lo mismo: gasolina y unos pesos para su familia prestados por el comprador, y vuelta al mar y sus preguntas cotidianas: “¿cuánto voy a pescar hoy?, ¿me va a alcanzar para pagar lo que debo?, ¿voy a poder comprar las medicinas o los útiles para mis hijos?” No creo que muchos piensen si van a poder ir de vacaciones o a visitar a sus parientes, aunque lo desean.
A menudo es pescador por necesidad: no pudo estudiar, no pudo seguir estudiando, no hay otra cosa qué hacer en el pueblo, no sabe hacer otra cosa…, no hay oportunidades. Muchas cosas son las que pasan en el mundo del pescador artesanal. En el piojo, cuando no hay camarón, solo los verdaderos pescadores pescan lo que haya, mucho o poco, no hay de otra. Pero en la zafra del camarón todos son pescadores: uno que otro biólogo, uno que otro médico, el albañil, el peón del campo vecino o a veces lejano, uno que otro funcionario, maestros, etcétera.
Algunos con permiso, otros sin él, pero todos a cual más en la carrera por el camarón porque saben que dura unas semanas, unos días mientras más gente pesque, sobre todo en las lagunas. En esta situación, lo primero que agoniza es el precio del camarón y no hay tiempo para tratar de controlarlo, ni siquiera se piensa en ello. Hay que apurarse, todos saben que en la veda algunos se arriesgaron a pescar y eso mermó la abundancia. Además, el camarón se acaba pronto en la laguna, en parte porque lo están pescando pero también porque sale a alta mar cuando alcanza su talla.
Allá afuera también lo van a pescar, pero no todos. Solo los artesanales con las mejores pangas y motores, además de los barcos camaroneros; también los que tengan permiso para salir a la ribera, aunque eso no detiene a otros. Hay que sacar lo más que se pueda en el menor tiempo posible porque ahora que somos un país productor de camarón de cultivo, el mercado norteamericano se satura, allí muchos quieren mandar su producto.
Como colofón, algunas ideas sueltas:
Poco respeto a las regulaciones y por tanto impunidad a todos los niveles. Autoridad: “no puedo negarles que pesquen porque no tienen otra cosa qué hacer”. Pobreza, falta de oportunidades; ignorancia en el sentido amplio de la palabra (derechos, obligaciones), así los pescadores se vuelven presas de depredadores. Programas de gobierno que no han llegado a donde debieran y/o no duran lo suficiente. Pesca ilegal que campea porque como alguien dijera “es más barato ser ilegal que legal” pero además porque hay muchas formas de caer en la ilegalidad, sin querer o queriendo. Tragedia de los comunes: “si yo no lo agarro lo agarran otros, o ¿para qué cuido yo si otros no cuidan?”; los que cumplen son sobajados y marginados socialmente en su propia comunidad. Ésta es la visión de un biólogo investigador, que seguramente no coincide con la de muchos.
Pesca y sustentabilidad
El aprovechamiento sustentable busca un equilibrio entre el uso de recursos naturales (economía), el mantenimiento y conservación de la base natural de recursos (ambiente), y la distribución equitativa de los beneficios generados a partir de esos recursos (calidad de vida y abatimiento de la pobreza hoy y en el futuro). Para que esto ocurra se requiere construir ahora el capital humano y social necesario para asegurar que esta visión se sostenga al ser socialmente aceptable, económicamente viable, ambientalmente amigable, políticamente factible, y se produzca en un contexto de equidad. Los componentes de la sustentabilidad, de naturaleza ambiental, social y económica, se pueden representar como elipses que se traslapan, reforzándose mutuamente para mantener este proceso.
El desarrollo sustentable debiera generar mayor equidad social, satisfacción de las demandas sociales mediante bienes y servicios ambientales respetando los ecosistemas y viabilidad económica de los sistemas de producción basados en estos bienes y servicios.
La pesca y la acuacultura en México necesitan transitar hacia la sustentabilidad. Los recursos pesqueros pertenecen a la dimensión ambiental o ecológica, en tanto que el resultado de la utilización de estos recursos se ubica en la dimensión económica, buscando el beneficio de comunidades pesqueras. Para que el desarrollo sustentable sea un proceso cotidiano es preciso expresarlo en las políticas públicas. El crecimiento económico proyectado deberá hacer explícitas las consideraciones de equidad social, así como la generación del número óptimo de empleos y los mecanismos de asistencia social para los productores, como salud y capacitación; en suma, mejor calidad de vida.
En México, varias instituciones y organizaciones realizan investigación pesquera aunque no necesariamente sobre temas prioritarios para los productores. Es por ello necesario reforzar el vínculo entre las necesidades de los productores, las instancias de investigación y las fuentes de financiamiento. De esta manera se podrá generar información básica, evaluaciones del estatus de los recursos, desarrollos tecnológicos, información para instrumentos regulatorios e insumos para la toma de decisiones de las autoridades y de los productores.
Manejo pesquero con enfoque ecosistémico
El manejo pesquero con enfoque ecosistémico integra objetivos ecológicos, sociales y económicos reconociendo a los humanos como componentes clave de los ecosistemas. En lugar de las fronteras políticas, considera las ecológicas de los sistemas naturales, como los límites geográficos de una cuenca o el rango de distribución de una especie marina altamente migratoria.
Este manejo reconoce la complejidad de los procesos naturales y sus propiedades emergentes, así como la incertidumbre que resulta cuando aquéllos interactúan con los sistemas sociales. Se lleva a la práctica de forma adaptativa, incorporando la investigación científica al manejo y conservación. Integra a diseño, manejo y monitoreo en la prueba sistemática de supuestos con el objetivo de adaptar y aprender, en busca de estrategias o tácticas de manejo en pro de la sustentabilidad de los sistemas de producción. El enfoque ecosistémico involucra a los actores en un proceso participativo en el diseño de soluciones en el planteamiento de sus hipótesis y en las medidas de manejo de los sistemas naturales.
El manejo con enfoque ecosistémico:
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Busca mantener la estructura, funcionamiento y productividad de los ecosistemas.
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Incorpora los usos humanos de los ecosistemas y los bienes y servicios naturales.
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Reconoce que los ecosistemas son dinámicos y cambian constantemente.
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Se basa en una visión y misión compartidas de todos los interesados.
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Se fundamenta en el conocimiento científico adaptado mediante el monitoreo y el aprendizaje continuo.
Reflexiones finales
Recapitulando, la pesca en México está oscilando hace más de 10 años alrededor de 1.1 millones de toneladas/año. Por cierto, esto y la baja contribución al PIB de la pesca parecen explicar por qué el presupuesto asignado en nuestro país a la administración e investigación pesquera es absolutamente insuficiente. Los retos actuales consisten en dimensionar a la pesca por su valor social-económico y asignar un presupuesto suficiente para estar en posibilidades de instrumentar programas permanentes para: recuperar pesquerías y hábitat; reducir la presión de pesca costera explorando nuevas áreas de pesca; maximizar el valor de las capturas pesqueras mediante esquemas de valor agregado; desarrollar sistemas de pesca más selectivos; generar mayor participación social y responsabilidad en el manejo; invertir en la investigación científica interdisciplinaria y el desarrollo tecnológico; promover la capacitación y organización de los pescadores.
En el caso de la pesca industrial se pueden identificar avances promisorios. Para la flota de camarón, la más grande del país, se han puesto en marcha iniciativas basadas en investigación tecnológica orientadas a reducir capturas incidentales y descartes, y para ahorrar combustible. En los últimos cinco años se ha promovido el retiro voluntario de embarcaciones, que de suyo está generando un ahorro de 55 mil toneladas anuales en combustible. Una vez adoptada, la tecnología para pesca industrial de camarón desarrollada por investigadores del Instituto Nacional de Pesca tiene potencial para reducir hasta 30 por ciento la captura incidental y mejorar con ello el precio del camarón en el mercado.
Para la pesca en general: si hemos maximizado las capturas marinas ahora debemos maximizar el valor de las descargas, reduciendo costos y evitando externalidades al ambiente. La pregunta es ¿qué estrategia seguir para lograrlo? Al igual que muchas personas, creo que para que esto ocurra debemos generar un sentido de pertenencia y responsabilidad en los pescadores e industriales de la pesca. Se debe acotar el acceso a la pesca que, por lo pronto y salvo honrosas excepciones, es prácticamente libre para quienes quieran pescar de forma temporal o permanente.
Esto solo se podrá lograr con el apoyo de los verdaderos pescadores, poniendo en práctica la asignación generalizada de privilegios de acceso, controles de salida tales como cuotas de captura, y adopción de tecnologías para minimizar captura incidental de especies no-objetivo y no deseadas, y reducir significativamente el consumo de combustibles. El manejo eficiente debe incluir privilegios de acceso claramente definidos tanto para zonas como especies. Los instrumentos que pueden cimentar una política explícita de manejo eficiente son: enfoque ecosistémico en el manejo pesquero, el Código de conducta de la FAO, la regionalización de los espacios de pesca, el ordenamiento efectivo cuya piedra angular debe ser el Plan de Manejo Pesquero.
De la interpretación de las definiciones legales de ordenamiento (Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables y Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección Ambiental) se desprende que el ordenamiento de las actividades pesqueras tiene como objetivo generar las condiciones apropiadas para el uso sustentable de los bienes y servicios naturales acuáticos de una zona o región.
En otras palabras, el ordenamiento pesquero tiene como fin regular esas actividades promoviendo prácticas económicamente viables, socialmente equitativas y ambientalmente amigables. Para asegurar su propia sustentabilidad, el ordenamiento debe considerar la diversidad geográfica y social porque los recursos acuáticos no tienen distribución, abundancia, diversidad o dinámica homogénea en el territorio nacional. La mayor parte de las pesquerías nacionales están en estatus de saturación del esfuerzo pesquero, maximización de las capturas y pesca ilegal creciente.
Por lo tanto, el ordenamiento debe enfocarse en mantener o reducir la mortalidad por pesca que se ejerce sobre la mayoría de las especies sujetas a explotación, generar alternativas económicas dignas para pescadores, y abatir el acceso abierto de facto a los recursos. Atención especial merece la reducción de la pesca ilegal, por el efecto negativo que ejerce sobre las estrategias de ordenamiento. Para tal fin es que se está impulsando en el país el ejercicio de la pesca regionalizada.
Esta estrategia, recomendada por el Instituto Nacional de Pesca, supone el acceso restringido a los recursos de una zona para un grupo específico, que puede ser una cooperativa u organización de pescadores. Bajo este esquema se confiere a un grupo de productores de manera privilegiada el uso de los recursos de una zona mediante una figura administrativa que puede ser la concesión o el propio permiso en donde se especifica tal privilegio en exclusividad. Esto de ninguna manera exime a los pescadores de utilizar los recursos de manera cuidadosa y responsable.
El instrumento para operar las acciones de manejo en un contexto regionalizado es el Plan de Manejo porque promueve la concurrencia de gobiernos, productores, y centros de investigación interesados en los recursos de una zona determinada. Las plataformas para operar esos planes son los Comités Estatales de Pesca y Acuacultura, cuyos planes de trabajo deberán iniciar identificando las pesquerías o sistemas de producción acuícola de interés, para luego diseñar Planes de Manejo Pesqueros que serían elaborados y operados por subcomités conformados ex profeso.
Es en esta instancia en donde cobra relevancia la participación de los grupos de interés (investigadores, productores, sociedad civil organizada, comunidades locales y autoridades) en el análisis y proyección de los Planes de Manejo, para hacer operativo y dinámico el concepto de “co-manejo”. Para lograr la equidad social, tanto la gobernanza como la resolución de conflictos por el aprovechamiento de recursos y los derechos de propiedad y acceso, deben pasar por el proceso de co-manejo. ¿Qué tanto funcionarán? Depende del nivel de involucramiento de los interesados en su elaboración, puesta en marcha, seguimiento y ajuste. No hay fórmulas mágicas para ordenar las pesquerías; solo hay esperanzas y voluntad. De lo último se requiere mucho más y de todos los involucrados.
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