Mundo
Ver día anteriorViernes 26 de agosto de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

La capital, semivacía ante la falta de comida, agua y combustible

Nadie sabe a ciencia cierta quién está al frente de Trípoli
Foto
Insurrectos disparan a combatientes leales a Muammar Kadafi en el distrito Abu Salim, ayer en TrípoliFoto Reuters
The Independent
Periódico La Jornada
Viernes 26 de agosto de 2011, p. 26

Trípoli, 25 de agosto. Vivir libres de temores es algo que los habitantes de Trípoli aún no pueden disfrutar. Las calles están vacías y los comercios cerrados. Uno puede recorrer kilómetros de la ciudad sin ver más que a milicianos vestidos con playeras, pantalones cortos, y ocasionalmente, llevan algún elemento de uniforme militar. Se les ve custodiando barricadas construidas con sillas viejas, desperdicios y macetas con arbustos tomados del exterior de las tiendas.

Nadie sabe a ciencia cierta quién está al frente de la capital libia. Ese no es el caso cuando se trata de las montañas de Nafusa, al sur del país. De ahí partieron los opositores mejor organizados para tomar Trípoli el pasado fin de semana. En la zona cada poblado tiene un jefe militar y en todos parece haber una administración funcional.

Pero en la carretera costera al norte de Zawiya los milicianos parecen menos seguros de sí mismos cuando permiten el paso a los pocos autos y camiones que circulan. Los conductores parecen esperar que el camino esté vacío. Uno de ellos, que circulaba en sentido contrario, acabó chocando con una camioneta pick-up justo delante de nosotros y destrozó la parte delantera de su vehículo. Sobre esta carretera los daños visibles de los bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se limitan a un tanque quemado y un edificio destruido que parece un maltrecho emparedado de concreto.

En la Plaza Verde, rebautizada por los opositores como Plaza de los Mártires, y que fue escenario de tantas manifestaciones para rendir culto a la personalidad de Kadafi y al Libro Verde, no había nadie más que un corresponsal de la televisión coreana y un camarógrafo. De pronto se escuchó lo que parecía estruendo de metralla, pero este ruido resultó provenir de dos camionetas de carga llenas de milicianos jubilosos que quisieron lucirse ante la cámara.

Tenemos como seis meses para que las cosas vuelvan a la normalidad, comentó un libio que trabaja para la industria petrolera, mientras veía a los hombres disparar al aire. Afirmó que una de las razones por las que la ciudad está tan vacía es que quienes tenían dinero huyeron a Túnez o a otros lugares fuera de Libia. Con la escasez de alimentos, agua y combustible en el país, pasarán semanas o meses antes de que esa gente regrese.

¿Será capaz el Consejo Nacional de Transición (CNT) de imponerse como autoridad? Una delegación del movimiento aterrizó el pasado miércoles por la noche en una improvisada pista en las montañas de Nafusa, creada a toda prisa por milicianos. Pero el CNT siempre tuvo una autoridad incierta en el oeste del país. Otro problema que se avecina es que la Libia creada por Kadafi carecía de instituciones normales: las organizaciones vivían al día y simplemente obedecían las órdenes que recibían de las cúpulas.

Todo estará bien en cuanto Kadafi sea capturado, dijo un trabajador petrolero libio mientras observaba a los milicianos lucir sus armas frente a las cámaras. Puede que tenga razón, salvo que la captura de Saddam Hussein no contribuyó en nada a aplacar la violencia en Irak e incluso, en cierta forma, la exacerbó.

Una de las razones por las que a tantos libios les desagradaba el gobierno de Kadafi era el exagerado culto a la personalidad del coronel. Pero al menos la hostilidad hacia el líder unía a la oposición, que ahora carece de enfoque.

A la entrada de mi hotel, opositores colocaron un retrato de Kadafi en el suelo, de manera que los huéspedes están obligados a pisar su rostro al llegar. El problema es que el mandato de ese solo hombre abarcaba tanto que, sin él, será difícil sacar adelante al país, por lo menos al principio.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca