Los osos
La (doble) pifia del sexenio
Felipe potencia al PRI
¿Irá contra un ex góber?
Buenas relaciones
Hank, un día largo, difícil, con happy end
¿Se negoció algo entre PRI y PAN?
Crédito en Udis
Recep Erdogan: el sultán del neo-otomanismo
Crisis, empleo y viejas recetas
Replantear la política económica
CCE: otra vez en el carro electoral
Versos mexicanos
on la liberación del empresario y político priísta Jorge Hank Rhon, quien la noche de ayer regresó a su domicilio tras permanecer 10 días detenido por presunto acopio ilegal de armas, el gobierno calderonista se apunta un fracaso mayúsculo, que coloca a la Procuraduría General de la República (PGR), la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y las propias autoridades estatales de Baja California en una nueva sima de descrédito frente a la población, y alimenta el escepticismo ciudadano ante las instituciones de procuración de justicia.
Pide a la CFE atender petición
ntonio Vivanco Casamadrid, director general de la CFE: Manifiesto ser el usuario 300840300190, con dirección al calce y número de cuenta 33DL70C913311186.
a formación cultural de Carlos Monsiváis se forjó a contracorriente del imaginario mayoritario en México. A lo largo de toda su obra está presente el libro del que dijo tenerlo grabado en su ADN, la Biblia. Su traducción favorita fue la realizada por Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, españoles perseguidos por la Inquisición en el siglo XVI.
os supervivientes tienen obligaciones. Obligaciones impuestas por una condición no elegida. Todo superviviente es testigo, de sí mismo, de quienes murieron y de las acciones de sus verdugos. Ser testigo obliga. Sus testimonios no borran el mal pero al menos lo denuncian. Los verdugos procuran el silencio. Sus proyectos genocidas, sus acciones asesinas, sus propósitos de desaparecer a las víctimas triunfan cuando impera el silencio. Al lado de la muerte los genocidas labran proyectos de olvido. Olvido es silencio.
l conjuro por sus muertos, oídos nombrar uno tras otro en caravana, despertó un arrumbado pero recio costado de la conciencia colectiva. Esa que encara de frente a la tragedia con arrestos de dignidad y recargados lamentos de justicia. Esa que no renuncia, a pesar de temores ciertos, al sentido estrictamente humano de la vida. Una conciencia extendida que tiende la mano, la que llora por los propios y abraza, solidaria, las plegarias de los demás. La que fuerza a salir y protestar por la violencia desatada, la que aminora el miedo, la que imposibilita el olvido. La conciencia, en fin, enemiga de la pasividad o la indiferencia oculta en cifras de muertos circunstanciales. La que, con nombres, historias y rostros, rellenó los huecos dejados por una guerra insensata entre mexicanos.
uando alguien escribe con énfasis que defiende a la gente común
, en la mente de un lector con baja autoestima se dibuja una interrogante: ¿y yo qué seré? Pero si en plática con aquel alguien verbaliza la inquietud, se le dirá que también es parte de la gente común
. El también
suena interesante.
uando estalló la crisis a finales de 2007, el pronóstico no era nada bueno. Pero la gravedad del asunto se disfrazó con una terminología inofensiva: se habló de recesión, lo que inmediatamente invitaba a examinar cómo sería la recuperación. El debate se encuadró en una discusión sobre la forma de la recuperación. En especial se habló mucho sobre la posibilidad de una recesión en forma de W, es decir, con una primera caída seguida de una recuperación y posteriormente de otra recaída. Hoy parece que ese pronóstico está por cumplirse. Y no hay que olvidarlo: las recaídas son peores.