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Leyendo (sobre) cine
El Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, CUEC, y la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, publicaron recientemente tres volúmenes, titulados Los (con)fines del arte. Reflexiones desde el cine, el psicoanálisis y la filosofía, coordinado por Armando Casas, Alberto Constante y Leticia Flores Farfán; El guión para cine documental, de Carlos Mendoza, así como La oruga y la mariposa, los géneros dramáticos en el cine, cuyo autor es Xavier Robles. Del primero de ellos ya se había ocupado este suplemento hace algún tiempo; de los dos restantes ha de hacerse aquí un breve comentario.
PASIÓN POR EL DOCUMENTAL
Estupendamente ha de caerle, no sólo a quienes algún día dedicarán su esfuerzo y su talento a la realización de cine documental, sino también a quienes ya ponen lo mejor de sí mismos en dicha tarea, e incluso al público en general, la lectura atenta de este libro, preparado por el muy experimentado documentalista Carlos Mendoza. El propio autor aclara, al principio de su obra, que si bien “los documentalistas [...] adquieren su formación profesional por caminos y circunstancias diversos” a la lectura de un libro, él espera que El guión para cine documental contribuya “a que alguien elaborase buenos guiones para cine documental, y que hiciera suyas las pautas metodológicas que aquí se proponen”. Con toda seguridad así será.
Mendoza, quien por cierto imparte en el CUEC precisamente la materia que da materia a este libro, es no sólo un profesional sino un apasionado del género documental, doble naturaleza que ha quedado plasmada en la condición dual de esta obra escrita. A la sistematicidad, el orden preciso y la jerarquización conceptual en la exposición de los tópicos que dan cuerpo a la creación y la realización efectiva de una película documental, enfocados desde la perspectiva de la hechura de un guión, el director de canalseisdejulio añade posturas enfáticas, puntos de vista plurales y no pocas derivaciones hacia otras disciplinas, que hacen de El guión... muchísimo más que un mero manual técnico para la escritura de un guión. Algunos de los temas abordados son: la relación entre la retórica, la historia, el periodismo y el documental cinematográfico; los modos de abordar el conocimiento, de cara a la creación de un documental; las modalidades documentalísticas, su estética y sus posibles funciones; la estructura, el discurso y la estrategia aplicables en documental; las diferencias entre un guión para rodaje y otro para montaje; estilos, intenciones y preferencias, más un gran etcétera.
EN GÉNEROS SE ROMPEN GUSTOS
Va de cita: “Ideológicamente, las teen movies sustentan muchas de sus situaciones en el orgullo de ser joven estadunidense, con un tufo de superioridad que resulta muy agresivo hacia el público de otras latitudes, con base en un patrioterismo barato y ultranacionalista estimulado por los sectores más fanatizados del imperio.” Lo anterior puede leerse en la página 98 de La oruga y la mariposa, amplio y profuso ensayo del investigador, profesor y guionista Xavier Robles, en el que se proponen dos grandes ámbitos para clasificar, analizar y comprender el cine contemporáneo de ficción. Robles agrupa la creación fílmica no documental en los que llama los géneros dramáticos realistas y los géneros dramáticos no realistas.
En el primero de dichos apartados Robles incluye, bajo cuatro subdivisiones, y sin ser exhaustivo aquí por falta de espacio, en la tragedia al cine épico, al histórico, a la tragedia moderna, al cine de guerra, al político –haciendo la particularización del cine político mexicano–; en la comedia están la de enredos, la romántica, el típico boy meets girl, las teen movies o cintas de adolescentes, la picaresca, la fársica, la fabulada, la de aventuras y la musical.
En el segundo apartado aparecen, entre otros, el inabarcable melodrama: ligero, romántico, de aventuras, juvenil, el biopic, el épico, el histórico, el pasional, más un amplísimo etcétera.
Con el estilo abierto, flexible, personalísimo y desenfadado tan característico del guionista de Las Poquianchis, Los motivos de Luz y Rojo amanecer, entre muchas otras, La oruga... plantea, además y a profundidad, la vieja disquisición en torno a la condición del guionista en tanto creador-autor de una obra, frente a la postura que históricamente ha querido colocar a dicho escribidor de historias en el sitio de un mero colaborador cuasi prescindible.
Ahora que al cine mexicano está dándole por la recuperación del género, conviene que hacedores y espectadores tengamos claros los elementos que componen cada subdivisión temático-formal cinematográfica. La oruga y la mariposa es una buena herramienta para alcanzar dicha claridad.
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