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Felipe Garrido
Primera vez
–Aquí adelante, fíjate, en el segundo piso, allí donde están esos balcones de hierro forjado, ¿te acuerdas?
La mujer abrió la ventanilla y sacó la cabeza para ver hacia arriba, hacia donde señalaba el hombre, que iba atento al automóvil de enfrente. Había mucha gente en la calle. La ciudad estaba iluminada para las fiestas. Música de marimba llegaba de los portales.
–No creo, Chato.
–Acuérdate, ni modo que no te acuerdes. Cenamos allí, mira, en el segundo balcón. Parecía que estábamos en la calle. Había una banda en la plaza. De allí nos fuimos a la cama.
–Chato, mira...
El hombre tuvo que frenar con brusquedad. Se estaba poniendo impaciente.
–Llevabas aquel vestido, ¿te acuerdas? El floreado. Con el que estás en la foto de cuando el cumpleaños de tu hermana.
–Chato, estás confundido.
–No es posible. Te compré unas flores, ¿te acuerdas? Y te pusiste una en el cabello.
La mujer tenía húmedos los ojos.
–Chato, esta es la primera vez que me traes aquí. |