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Zoot Suit, las franquicias teatrales
La versión teatral de la extraordinaria finsetentera Zoot Suit de Luis Valdés es la honrosa exhumación de un clásico contemporáneo que impactó en la conciencia finisecular del siglo XX al colocar en la ficción el testimonial de una opresión persistente, inacabable, de altísima impunidad y metáfora de nuestras relaciones bilaterales, tanto políticas, diplomáticas, históricas y culturales con Estados Unidos.
Un musical que se estrenaría en Broadway, en inglés para un publico estadunidense, como el propio Luis Valdés lo dijera, y que llegaría con un fuerte impacto en el México de los ochenta, que pocas experiencias semejantes conocía alrededor del pachuco, aunque en la literatura mexicana habían hecho su aparición estos gestos de gran carga híbrida en la literatura de Armando Ramírez, Gustavo Sainz y registros posteriores que guiñaban con la bilateralidad cultural: José Joaquín Blanco, Luis Zapata, Jaime del Palacio, José Agustín, Parménides García Saldaña, que en distintos grados proponían imaginaciones sobre la vida de los connacionales en el otro lado del Bravo.
Imaginaciones ensayísticas (Castell, Bonfil Batalla, Florescano, Canclini, Rowe) también prevenían de esa fuerza que la raza poseía y de la huella de una impronta que permearía hasta la llamada “cultura” del narco con toda la cháchara que los inmigrantes mexicanos traían endilgada con su nostalgia triunfal o derrotada a sus terruños como trofeos con diamantina o encapsulados en plástico cristalizado.
Pensaría, orientado por la causalidad generacional, que “todo el mundo” tendría que conocer esta emblemática obra de Luis Valdez, que “todo mundo” tendría que saber que es uno de los fundadores del teatro campesino en Estados Unidos y que forma parte de un conjunto unido, beligerante y contestatario de chicanos que han defendido su dignidad a costa de la muerte de muchos mártires que han caído víctimas del acoso y la impunidad de los llamados gringos.
Sin embargo no es así; pocos saben que Zoot suit es la entrada de este director a un horizonte creador del que forman parte figuras análogas como Spike Lee y que esta obra se basa en el asesinato de Sleepy Lagoon, “el nombre que los periodistas y los comentaristas de la radio dieron al asesinato de José Díaz, cuyo cuerpo fue hallado en el embalse de Sleepy Lagoon, en el sureste de Los Ángeles, California, el 2 de agosto de 1942”.
Es un montaje donde los únicos personajes con un rostro reconocible actoralmente son Everardo Arzate en el papel de Henry Reyna y Enrique Arreola, en el del actor Eduardo James Olmos representando al Pachuco (el montaje no renunció a ese signo actoral que imprimió el histrión chicano).
El resto del elenco es un paisaje de fondo que canta y actúa muy bien (“muy bien para ser actores”, dicen los exigentes que condescienden con el logro). Podrían competir con los montajes que busca el “gran público” para divertirse y que encuentra sin falla en el Centro Cultural Telmex (sí, cultural). Ese es el riesgo, parece, de una compañía donde se trata de poner a trabajar al mayor número de actores. Sobre todo con los cuestionamientos presupuestales y políticos que han puesto a navegar al capitán y su barco en las procelosas aguas del escándalo.
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Uno de los aspectos más valiosos de este montaje es la edición del libro que apareció en coedición con la Editorial Jus y la Compañía Nacional de Teatro en la colección Cuadernos de repertorio No. 7. Se trata de una edición cuidada y completa en términos monográficos. Hay una valiosa documentación que elaboró la periodista cultural Alegría Martínez, qiuen ha mostrado una gran sensibilidad para testimoniar el proceso teatral, gracias al oficio periodístico y a la profundidad de sus conocimientos del teatro.
El trabajo de Alegría Martínez, con su acopio documental sobre el montaje, permite pensar que no se trata de una franquicia teatral. Indagó en las resistencias, la curiosidad, el compromiso y la entrega de quienes formaron parte de este proceso que no deja de ser mimético de la propuesta teatral y cinematográfica. No podría ser muy distinto, porque Zoot suit está constituida como una referencia obligada de la cultura chicana y latina de fin de los setenta y principios de los ochenta. Es una obra que se resiste a ser releída críticamente por su propio autor. Pocos creadores logran sobreponerse a sus propios logros y Zoot suit ya es un museo escénico que forma parte del patrimonio creador de Valdez.
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