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Javier Sicilia
Pura López Colomé, el rumor del umbral
El umbral es un límite, un vacío que comunica un allá con un acá, un adentro con afuera, un mundo con otro. La puerta es su materialidad, su señalamiento objetivo. De allí ese hermoso epíteto –entre los cientos que la tradición ha atribuido a María– de “Puerta del Cielo”; de allí también que la poesía sea su más alta expresión.
Nadie, sin embargo, en el espectro de la literatura mexicana actual más consciente de ello que Pura López Colomé. En sus poemas puede sentirse, como en ningún otro, no sólo la experiencia de esa realidad, sino su profunda transparencia. Una transparencia que, sin embargo, tiene, para decirlo con el lenguaje de los místicos, una extraña oscuridad. Sus revelaciones son tan luminosas que en su aparente univocidad –evocaciones cotidianas del presente y el pasado– dejan abierta la puerta a la polisemia del misterio. Al igual que en ellos nos sentimos acogidos por un hogar, nos sentimos también penetrados por el deslumbramiento que viene del otro lado y nos ciega y nos hace percibir el misterio como un rumor. No es otra cosa lo que hay en su más reciente libro, Una y fugaz.
Desde el título del libro, igual que en sus apartados –Una, Travesía, Por aire, Al fugaz final/ Al final fugaz–, se anuncian ya poemas de sentido a la vez unívoco y polisémico, nos dejan sentir ese rumor. ¿Qué dice la fugacidad de la vida –que convoca la memoria– de esa una que –a la vez que es la poeta y el tiempo– habita de manera inmutable esa fugacidad? ¿Qué habla allí, en las cosas que vivimos, que podemos nombrar de manera unívoca y que, sin embrago, reverberan con un resplandor de ser? ¿Qué escuchamos en el umbral del adentro y del afuera?: un rumor, el rumor del ser que es también el rumor de la nada, de “Nadie”, como dice la poeta evocando no sólo a uno de los más altos poetas del siglo XX, sino a uno de los que más ama, Paul Celan (“Nadie –escribe Pura en “Acertijo”– me había indicado/ cómo o si abrir la brecha./ Nadie espetó un no-es-así-es-asado./ Nadie tomó la iniciativa./ Gracias, Nadie.// Reina el silencio,/ levántate y anda.” “Nadie –escribe Celan en “Salmo –nos plasma de nuevo de tierra y arcilla,/ nadie habla sobre nuestro polvo./ Nadie// Alabado seas tú, Nadie./ Por amor queremos/ florecer./ Hacia ti.).
Allí, en el vacío del umbral, cuya materialidad es el poema, Pura López Colomé –a diferencia de Paul Celan para quien “Nadie” es Dios que perdió su nombre en el alemán que destrozaron los nazis y la técnica puesta al servicio del exterminio, pero semejante al niño que, en medio de la noche, se asombra de los ruidos que vienen de su fondo y han perdido sus contornos objetivos–, exclama: Il y a (“Tiene que”, “hay” ). Hay algo allí –en uno y otro lado del umbral– que se dice, que nos dice, que nos habita y nos hace posibles en el tiempo; hay algo allí, imposible de definir o de nombrar si no es mediante una paradoja: “Nadie”; hay algo allí que, mediante la palabra –la materialización del vacío –hace posible que, como Lázaro, volvamos de la muerte, florezcamos en él, hacia él: “levántate y anda”; hay algo allí que nos llega como un rumor que el poema balbucea asombrado en su unívoca polisemia.
Pura López Colomé es capaz de semejante conciencia. Una conciencia que frisa los territorios del decir místico y que comienza, como he dicho, con el título de su libro. Una y fugaz es así un mirarse adentro –en la unicidad– y afuera –en la fugacidad del tiempo. Pero es también mirarse en ese umbral que los comunica. Dicho umbral, en donde habita Nadie, podría equivaler a la Mandorla de José Ángel Valente o a la almendra de Paul Celan. Ambas palabras designan esa figura que hay en los tímpanos de las iglesias románicas y que es un espacio vacío en donde se acoplan lo visible y lo invisible. El umbral, lo vacío, la nada, Nadie que es Alguien, que comunica los mundos amorosamente y del que el poema da un asombrado y balbuciente testimonio. Se trata de un proceso de entrada y salida a lo más hondo de la interioridad del verso, del Verbo, que siempre lleva a Pura a nuevas formas de ese decir de Nadie que es el decir del rumor del Ser.
Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar a todos los presos de la APPO y hacerle juicio político a Ulises Ruiz.
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