Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 4 de noviembre de 2007 Num: 661

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El verdadero humor
es cosa seria

RODOLFO ALONSO

Sensación académica
KIKÍ DIMOULÁ

Max Aub: juegos narrativos en Juego de cartas
JOSÉ R. VALLES CALATRAVA

La flor de fuego: Leonora Carrington 90 aniversario
ELENA PONIATOWSKA

Entre Rembrandt
y Van Gogh

RICARDO BADAB

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


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Flor en espejo, luna en agua

En su calidad de país invitado de honor, China despertó el interés de los asistentes al XXV Festival Internacional Cervantino por atestiguar al menos algunos atisbos de su monumental producción artística, esforzados por sobreponerse al exotismo y al desconocimiento de lo que actualmente se genera en el gigante asiático. De entre las muchas opciones que la representación oriental ofreció al público durante el festival, destaca una propuesta que registra el encuentro crítico de la milenaria tradición teatral china con las vanguardias dramáticas de Occidente. Equidistante de la lírica tradicional de aquel país y de una corriente moderna que persigue la asimilación de las tentativas dramatúrgicas más radicales del último medio siglo, Flor en espejo, luna en agua se presentó en el Teatro Principal guanajuatense como uno de los puntos altos de la programación cervantina de este año.

Habría que remarcar, por principio de cuentas, la manera en que el director Meng Jinghui compone una dramaturgia que vuelve palabra dramática la poesía del escritor contemporáneo Xi Chuan, sin el menor denuesto de su fuerza originaria ni de su vinculación evidente con la tradición poética china, con toda su carga de sencillez (en el sentido más enaltecedor del término), sabiduría y verdad aleccionadora. El proemio de la pieza, una enumeración de algunas de las categorías que han marcado la inquietud existencial del hombre a lo largo de su historia, es una demostración evidente de la potencia derivada del choque dialéctico entre la palabra y la enunciación. Valga el recuento pormenorizado: el conjunto de poemas de Xi Chuan nos habla de la majestuosidad inalterable de los cuerpos celestes, de la relación de los pájaros con el sol, de la noche como sombra insondable del mundo y de sus habitantes, y son los actores (Hongwei, Jiani, Lin Danuo Su Xiaogang, Song Liu, Tang Zixiang) los encargados de incorporar y hacer resonar el discurso sin más oropel que el la voz, el aparato gestual, la partitura corporal y el dominio de la enunciación. Los intérpretes construyen significado a partir de la construcción de las imágenes contenidas en la constelación de palabras que verbalizan, evidenciando la tensión superficial entre la escritura y la palabra dicha y, de paso, problematizando la interpretación a partir de estas claves esenciales. No es exagerado decir que esta primera parte es de una belleza pura y, por esa complejidad revestida de simpleza, absolutamente encomiable.

Pareciera que cuando Jinghui y su grupo de actores deciden apostar por la anécdota en términos más convencionales la cohesión se disipa y da paso a la ilustración; tras la notable introducción ya referida, todo lo que se nos cuenta se cuenta dos veces, primero en palabras y luego en acción. De allí que la galería de historias –casi siempre situadas en un contexto urbano y cotidiano– que retrata a personajes solitarios en pos de algún placebo para su vacío, pierda fuerza paulatinamente; el ímpetu lírico se evapora ante la doble enfatización de los contenidos. Otra de las razones de este decrecimiento en la tensión narrativa recae en el desgaste de sus convenciones, sobre todo la que insiste en presentar las subtramas como despliegues de historias en espejo. Con todo, se alcanzan algunos pasajes notables por la misma causa que otros denotan cierto envejecimiento formal: su filiación indudable con el humor absurdista de Ionesco y otros autores afines, vanguardistas indudables hace más de cincuenta años.


Fotos: Christa Cowrie

También habría que ahondar en la indagación del espacio que estos personajes habitan. Flor en luna… es un ejemplo notable de equilibrio y consistencia entre un discurso dramático y su correlato formal. El dispositivo visual creado por el escenógrafo Shen Shaomin, el diseñador visual Feng Jiangzhou y el artista multimedia Olivier Lyons, amplifica el discurso escénico sin ápice de sobreexposición o interferencia, trazando de paso momentos sobresalientes en términos plásticos y visuales. Por los paneles metalizados del montaje desfilan estampas cotidianas en video que en sí mismas estimulan agudamente el imaginario del espectador. Fuera de la pretensión por decirlo todo y decirlo como nadie antes, el montaje ofrece más de un punto atractivo para quienes se interesen por conocer algo del teatro experimental que se genera al otro lado del mundo.