Intercaló rolas fresonas, de muy
baja calidad, con grandes éxitos
En su tercera visita al DF, el grupo Yes ofreció
un concierto de altibajos
El grupo inglés tocó casi completa Close
to the edge y Fragile, una de sus máximas obras
Se inició el espectáculo con un extracto
de El pájaro de fuego, de Igor Stravinski
JOSE GALAN
Jon Anderson resumió así la sorpresa del
grupo Yes la noche del domingo ante un Auditorio Nacional casi lleno: "Después
de tantos años cantan con nosotros Close to the edge. Realmente
lo agradecemos". Y es que seguramente en ningún otro lugar se le
aplaude como en México, donde realmente tiene muchos fanáticos,
aun cuando su mejor momento tuvo lugar años atrás, para no
decir tres décadas, y a pesar de un concierto con altibajos.
A
sus seguidores estuvo dedicada su tercera visita al Distrito Federal, en
la sala de Paseo de la Reforma. Con la formación que produjo Yessongs
y Tales from topographic oceans -la "original", como anunciaran
los promotores, hubiera incluido a Bill Bruford en la batería en
lugar de Alan White, y a Tony Kaye en los teclados en lugar de Rick Wakeman-,
Yes interpretó casi toda Close to the edge, gran parte de
Fragile, canción de Going for the one awaken; Starship
trooper, de The Yes album, y tres rolas de muy baja calidad:
Don't kill the whale, de un disquillo titulado Tormato; Magnification,
de quién sabe qué producción, y otra sin título
y sin disco interpretada por el propio cantante, bastante fresona.
El espectáculo se inició con un extracto
de El pájaro de fuego, de Igor Stravinski, que dio pie al
ingreso de los veteranos músicos al escenario para empezar con Siberian
kathru, de Close o de Edge, un gran rock animado por
la lira de Steve Howe, el bajo de Chris Squire y en los teclados un Wakeman
escondiendo la panza bajo un abrigo de lentejuela del que no se deshizo
en tres horas de concierto.
Eso prendió a un público que lo escuchó
de pie, pero que regresó a sus asientos con Don't kill the whale
y Magnification. Incluso se escuchó un solitario grito pidiendo
The Yes album. Luego vendría otra rolita, The divine,
que incluso provocó más de tres bostezos. Posteriormente
empezó la producción de la época dorada con una pieza
de armonía coral titulada We have heaven, de Fragile.
Y de ahí pa'l real. Vendrían South side of the sky,
también de Fragile, incluyendo un duelo de guitarra y teclados,
para cerrar la primera parte del concierto con Close to the edge.
Dos cervezas más tarde comenzó Steve Howe
su acostumbrado set acústico en solitario con The ancient,
de Tales from topographic oceans, y The clap, de The Yes
album. Luego Wakeman demostraría sus raíces de
ragtime en un solo. Caería de nuevo el concierto con esa
horrible rolita sin título de Jon Anderson "dedicada a los niños",
y de ahí otra vez a las rolas que importan y que, por lo que se
vio, se sabían casi todos los asistentes: Heart of the sunrise,
también de Fragile.
Siguieron con la misma producción al incluir Long
distance round around y su continuación, The fish (Scindearella
prematurus), que gira en torno de los diferentes tiempos y compases
de la guitarra-bajo de Chris Squire, para soltarse con Awaken, la
mejor rola de Going for the one, y despedirse por primera vez en
la noche.
La fanaticada presionó y salieron a interpretar
la grandiosa canción Starship trooper, incluida en The
Yes album. Se retiraron nuevamente, pero regresaron y entonaron Roundabout
-Carrusel, la bautizó hace años un locutor de radio
de poca imaginación-. Posteriormente, ahora sí, a despedirse
definitivamente.
Quién sabe si Yes vuelva a venir a México.
Lo cierto es que con ese concierto fue más que suficiente para volver
a dejar empolvar sus discos y los recuerdos adjuntos en el estante por
mucho tiempo.