"Nunca se me va a olvidar"

A Miguel Angel y su sobrino Enrique se los llevaron a las 4 de la tarde del primero de diciembre de 2000 y aparecieron hasta la una de la madrugada del siguiente día, cuando los presentaron ante el Ministerio Público acusados de robo. "Nos llevaron a la agencia 50 (que entonces estaba en la esquina de Niños Héroes y Doctor Lavista). Nos metieron por atrás del edificio, por el estacionamiento, diciéndonos de majaderías y pegándonos en las costillas".

Apenas empieza a narrar, Miguel Angel aprieta los puños y estalla en llanto: "Yo llegaba de trabajar y me metí a mi recámara. De pronto empecé a escuchar que le gritan a mi hermana... todavía tengo mucho coraje..."

Se controla y sigue. Recuerda que al salir de su recámara vio que iban a golpear a su hermana. Corrió para defenderla pero otros agentes se abalanzaron contra él, le apuntaron con un arma larga y los subieron, a él y su sobrino, a una patrulla.

"Con los trancazos iban los insultos: hijo de la chingada, pinche bola de rateros..." En la procuraduría, en el tercer piso tenían unos colchones, "adonde nos empezaron a aventar, a pegar y a decir majaderías". Querían dinero, que su familia pagara un rescate de 250 mil pesos.

Su petición de justicia se ha traducido en maltrato, ofensas y hasta una consignación por falsedad en declaraciones.

"Quiero justicia. Para mi hermana, para mi familia y para que no se vuelva a repetir esto", clama.

El trauma de Serafina no es menor. Recuerda cómo entraron por segunda ocasión a su casa después de colgar el teléfono, cuando les dijo que no tenía los 250 mil pesos que les pedían. Brincaron la reja, entraron, y apuntándole en la cabeza con la pistola la llevaban de una pieza a otra "en busca de armas largas y pistolas... Nunca se me va a olvidar".