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Las ausencias a veces
hablan tanto o más que las presencias. Siempre ha habido mujeres
compositoras y sin embargo si las mujeres han sido excluídas de
la historia de la creación musical es por la idea misógina
de que ellas no son capaces de una creatividad tan abstracta como la música
y que, por lo tanto, cualquier creación de mujeres en este campo
tiene que ser algo de poca calidad.
Demostrar la falsedad de estas ideas y mostrar la presencia constante
de compositoras a lo largo de la historia, implica desempolvar los restos
arqueológicos y códices prehispánicos, re-revisar
las cartas de los cronistas con otra mirada, hurgar en los archivos de
los conventos para empezar a rescatar sus creaciones y aportes y dar a
conocer esas obras editándolas y difundiéndolas a través
de conciertos. También requiere echar una mirada a la historia
de los grandes músicos varones, pues detrás de su magnificencia
muchas veces quedó enmudecida la inteligencia musical de tantas
creadoras (el caso más conocido es el de Clara Schumann).
Aún en este siglo -con mayor presencia femenina- se sigue silenciando
la creación musical de este género, y aunque en la segunda
mitad del mismo se hace patente un poco su presencia, ''lo cual podemos
observar en México, en los programas de conciertos de la Orquesta
Sinfónica Nacional y la Orquesta Filarmónica de la Universidad
Autónoma de México que aumenta el estreno de obras compuestas
por mujeres'' (entre las que sobresalen los nombres de Gabriela Ortiz
y Ana Lara), ''las citas a sus creaciones, en estudios, antologías
e investigaciones, son mínimas'', nos dice Leticia Armijo Torres,
presidenta del Colectivo Mujeres en la Música AC. ''Un ejemplo
de ello es el libro Introducción a la Música Mexicana del
Siglo XX, de Dan Malmström, que no incluye a ninguna compositora.
La Revista de compositores de América tampoco incluye alguna''.
''Luego de realizar una exhaustiva investigación en bibliotecas
especializadas como el Centro Nacional de Información, Documentación
e Investigación Musical Carlos Chávez, constaté que
no existen estudios rigurosos sobre el tema, a pesar de que en el Archivo
General de la Nación, en los catálogos de partituras de
la Escuela Nacional de Música del Conservatorio Nacional y en el
archivo de Juan José Escorza, existe el registro de una gran cantidad
de compositoras de los siglos XIX y XX'', nos dice Armijo, quien es licenciada
en Composición, egresada de la Escuela Nacional de Música
(ENM)
Entre los años 60 y 70, algunos documentos empiezan tímidamente
a destacar la labor musical femenina y en fuentes como: Músicos
mexicanos (1965) de Hugo Grial, Compositores mexicanos (1971) de Octavio
Colmenares, El catálogo general de la Sociedad Promotora de Compositores
de la Música de Concierto, el Diccionario de compositores mexicanos
del siglo XX, de Alfonso Estrada, y en la obra póstuma de Yolanda
Moreno, Compositores mexicanos del siglo XX, ya se incluye a un puñado
de mujeres que incursionan en el arte musical.
Así es como se empieza a tener noticia de algunas compositoras
que pudieron haberse perdido en el olvido. Consuelo Velázquez,
María de la Luz G. Rodríguez, Eugenia Sepúlveda,
María Lulua Montoya, Emiliana Gutiérrez Díaz, Guadalupe
Jauquet de Peralta, Estela Syl, Guadalupe García, Elizabeth Elany,
Angela Peralta, María Greever, Concha Michel, Evangelina Elizondo,
María Teresa Rodríguez, Alicia Urreta, Lucía Alvarez,
Martha García Renart, Rosa Guraieb Kuri, Rocío Sanz, Marcela
Rodríguez y Lilia Margarita Vázquez Kuntze y Gabriela Ortiz,
son los nombres de algunas.
Una publicacion fundamental y muy completa, que nos ha permitido conocer
el desarrollo de la creación femenina en este campo fue, sin duda,
el libro de Esperanza Pulido, La Mujer mexicana en la música (1958).
En él, la pianista, musicóloga y compositora hace un primer
recuento de lo que ha sido el trabajo de ellas desde la época prehispánica
hasta 1930.
A decir de Leticia Armijo, este trabajo, aunque sólo describe y
no analiza desde una óptica feminista cuál era el papel
de la mujer de aquellas épocas, rescató a muchas de las
compositoras del anonimato; es el caso de Sofía Cancino de Cuevas,
a quien Pulido reconoce ''un gran talento'', pues compuso ''obras mayores''
como óperas y sinfonías, ''que, de no haber sido por la
publicación de este libro, no se hubieran conocido''. Asimismo,
menciona a Angela Peralta (1845-1881), a quien también considera
la primera compositora de música de salón. Emiliana Zubeldía,
María Teresa Prieto y Rosita Bal y Gay, se encuentran entre otras.
El trabajo realizado por Pulido, dice Armijo, es relevante, porque ''por
primera vez existe una fuente de la cual partir para informarnos del surgimiento
de la labor de las mujeres como intérpretes, musicólogas
y compositoras'', pero requiere de continuidad y actualización,
por lo que ella misma ha seguido su ejemplo a través de la investigación
y análisis de la obra de las compositoras Gloria Tapia, Lilia Margarita
Vázquez -reconocida internacionalmente por su participación
en el Segundo Festival Internacional de Compositoras, realizado en 1990
en Kassel- y María Granillo. Con ese trabajo de tesis, realizado
en 1997, Armijo obtuvo su título en la ENM.
Ella destaca en su investigación, que ''no existen razones musicales
que justifiquen la ausencia de la obra de las compositoras mexicanas dentro
de las fuentes documentales. Probablemente, como Esperanza Pulido menciona
en su libro, tanto las casas editoras de música, como la crítica
musical, consideraban que la obras compuestas por mujeres eran menores'',
no por la calidad del resultado, sino sólo por haber sido creaciones
femeninas. ''Esta situación también se ha dado en Europa,
donde la producción musical de este tipo ha tenido un reconocimiento
sumamente tardío'' y para ejemplos, sólo basta mencionar
los casos de Fanny Mendelssohn, Clara Schumman y Alma Malher.
En muchos espacios, si se quiere ver, se encuentra a diversas compositoras.
Josefina Muriel, halló en su recorrido 30 conventos donde las mujeres,
desde su encierro, hacían música de tanta calidad, destaca
Armijo, ''que algunas, encontradas por el Instituto de Investigaciones
Estéticas, van a ser publicadas, pero en una editorial extranjera,
porque aquí no les interesa publicar'' esos trabajos.
En los conventos existían pequeñas escoletas (orquestas)
de niñas que interpretaban obras complejas y también había
compositoras. Aunque se tiene conocimiento de esto gracias a la investigación
de Esperanza Pulido, ''tenemos ahí 300 años de música
que aún hay que revisar y rescatar las partituras''.
Según nos describe Armijo, la venezolana Rosario Marciano, con
residencia actual en Viena, y de quien por cierto subraya que ''dio su
primer recital de piano a los seis años y su primer concierto con
orquesta a los nueve'', ha realizado una serie de recopilaciones en las
que se confirma la existencia de mujeres compositoras desde hace cuatro
mil años. ''De esos hallazgos, existen por ejemplo, los restos
arqueológicos de la música de la princesa de Sumeria Eneduanna,
escritas en tabla de terracota''.
Las trabas que han enfrentado las mujeres para realizar actividades que
son consideradas como propias de la creatividad y expresión masculina
las han llevado a buscar nuevas formas de organización, ejemplo
de ello es la constitución en 1925 de la primera Orquesta Sinfónica
Femenina mexicana; la Sinfonía de Mujeres de New England (1978)
fundada por la flautista y compositora Kate Gaerdner -quien grabó
un CD titulado Women Orchestal Works en 1981-, y la recién creada
Orquesta de Mujeres de Nuevo Mundo de México (1997), que durante
su primer concierto estrenó en el país la Obertura en Do
mayor de Fanny Mendelssohn y la Sinfonía en Do Mayor de Marianne
Martínez, bajo la conducción de Isabel Mayagoitia Hill.
En Austria, donde han surgido grandes compositores masculinos, las mujeres
tienen pocas opciones de supervivencia en la vida musical, pues quienes
terminan sus estudios, están destinadas solamente a trabajar en
la docencia, a pesar de tener mejores promedios que sus compañeros.
Pero aún así, han buscado la forma de permanecer vigentes
en la composición e interpretación musical. La negación
del Sindicato Austriaco de Artistas, en 1990, de incluir elementos femeninos
en esa organización llevó a la conformación de La
Orquesta de Mujeres de Viena, que al principio no era tomada en cuenta,
pero con el paso del tiempo se ganó el reconocimiento, aunque esto
no significó que terminaran sus problemas porque ha tenido que
enfrentarse a la falta de recursos y la escasez de representaciones.
''"Las integrantes de esta orquesta se han esforzado por incluir
en su repertorio obras de como las de Alma Rosé, fundadora de una
orquesta conformada por 47 mujeres que tocaba para los alemanes durante
la Segunda Guerra Mundial, como una forma de subsistencia. Además,
incluyen obras masculinas para evitar la discriminación de la que
ellas mismas han sido objeto'', comentó Briggitte Ratz, fundadora
y presidenta de Frauen-Kammer Orchester von Österreich, durante un
encuentro con Leticia Armijo en Viena.
Como puede observarse, dice Armijo, ''Sí hay figuras femeninas
destacadas en la música, pero la historia ha sido manipulada y
escrita por los hombres''.
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