En una primera lectura, muy ortodoxa, parecería que Claudia Sheinbaum está haciendo lo aconsejable: dar cargos (y esperanzas) a sus recientes competidores para mantenerlos en la cercanía política y conjurar eventuales intrigas.
Sin embargo, vale preguntarse si los factores a combinar tienen características idóneas para ejercer las coordinaciones asignadas y si, dado el peso de sus recientes aspiraciones e intereses grupales, facilitarán el cumplimiento de las encomiendas o pueden desembocar en descoordinaciones, pugnas internas y sobresaltos políticos.
Adán Augusto López Hernández no tendría por qué estar tan feliz con ser un coordinador más, así sea en el área política (como si todo lo demás no lo fuera). Fue gobernador de Tabasco y secretario de Gobernación, y realizó una precampaña muy intensa, caracterizada por enorme uso de recursos, despliegue ostentoso de anuncios espectaculares por todo el país y movilizaciones masivas que no se organizan providencialmente. Aparte, acusaciones en su contra de diversa índole, incluso personales en contexto político que ha de suponerse procesará judicialmente para defenderse.
Tan insatisfecho parecería estar Adán Augusto con ser uno más de los coordinadores, y no el poderoso presidente nacional de Morena (aunque, más delante podría serlo, arguyen algunos de sus cercanos) y coordinador general de la campaña claudista, que no asistió a la sesión de Consejo Nacional de Morena que protocolizó la virtual candidatura de Sheinbaum y no ha dado explicación de tal ausencia. ¿Inconforme, molesto, necesitado de esperar a que regresara de viaje la fuente de poder tabasqueño que lo impulsó a la precandidatura y a la que pretende seguir sirviendo como vigilante transexenal?
Ricardo Monreal no parece un ejemplo de emoción morenista y claudista. En los actos recientes se le ha visto con poca motivación, profesionalmente cumplidor, pero no más. Horas antes de que se anunciara su designación como coordinador de organización y enlace electoral del equipo claudista asestó una descalificación severa al proceso de designación de la candidatura morenista a la Ciudad de México pues, aseguró, Sheinbaum ya había tomado la decisión correspondiente, a favor de alguien “cercano, muy cercano”. ¿Harfuch, eres tú?
En otras circunstancias, Monreal podría ser muy eficaz como recaudador de fondos y estratega electoral. Durante largos años fue proveedor de las campañas obradoristas sin dejar huella alguna y operador en las delicadas tareas electorales. Es de suponerse que en cuanto perciba indicativos maltratos en la campaña de Claudia proceda cuando menos a retraerse, pues sabe que ella y Andrés Manuel López Obrador no le tienen en la lista de los afectos políticos reales, y eventualmente podría marcharse hacia proyectos contrarios a la 4T o tácticamente complementarios, como podría ser la candidatura presidencial de Marcelo Ebrard, que convendría por dividir el voto opositor, distante del guinda por necesidades del servicio, pero finalmente no realmente confrontacional, nuevamente semiperdonable más adelante.
Gerardo Fernández Noroña no parece especializado en hablar de otros o de un proyecto que no sea el propio (aunque fue secretario de comunicación y vocero del PRD, bajo la presidencia del sudbajacaliforniano Leonel Cota). Es un político hecho a sí mismo, incluso a contracorriente de poderes como el de López Obrador, que ha hecho todo para relegarlo.
Uno de los puntos difíciles de Noroña, como es conocido, es su temperamento de fácil explosión. Habrá de verse si ahora, como coordinador de voceros, logra mostrar resultados positivos como los logrados en esta reciente campaña corcholatera, en transición hacia otro cargo legislativo (coordinador de diputados federales) o de gobierno.
Y, mientras hoy el Grupo Texcoco toma posesión del gobierno del estado de México, en sustitución del Grupo Atlacomulco, ¡hasta mañana!
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