A nadie resulta novedoso el enrarecimiento de las relaciones entre los poderes Ejecutivo y el que supuestamente se dedica a “impartir justicia”, pero para aquellos que todavía dudan o que ni siquiera se han enterado, ayer el presidente López Obrador lo dejó más claro que el agua: “no tenemos buenas relaciones –es notorio y de dominio público– con el Poder Judicial, porque se han dedicado a actuar en contra de la transformación; nosotros consideramos, aunque se opine distinto, que están en contra del pueblo y que son representantes de la oligarquía, de la minoría corrupta, rapaz, son como representantes de la delincuencia de cuello blanco y en algunos casos también de la otra delincuencia; no todos, pero sí predominan”.
El comentario presidencial se dio luego de que en la mañanera de ayer un colega le preguntara si a la ceremonia del Grito de Independencia invitaría a los representantes de los poderes Judicial y Legislativo, y el mandatario respondió: “no, no, no, nada más es una representación del gobierno, del Ejecutivo, muy limitada y austera, nada de la parafernalia de antes”. Sin embargo, se le recordó que ocasiones anteriores sí se convocó al presidente del Poder Judicial y a “algunos del Legislativo”, a lo que reviró que “ya han cambiado las cosas”.
Por ello, insistió en que “hace falta una reforma en el Poder Judicial, son de las cuestiones que quedan pendientes, ya no me dio tiempo, ya habría que hacerlo si el pueblo lo decide, cuando entre el nuevo Congreso, para que sea el pueblo el que rescate, recupere al Poder Judicial, que se elijan los jueces por el pueblo, que el pueblo elija a los magistrados, que el pueblo elija a los ministros para que entonces sí sea Suprema Corte de Justicia y haya un auténtico estado de derecho, no un estado de chueco”.
Pero no quedó en anuncio ni en declaración, porque un par de horas después López Obrador encabezó la ceremonia conmemorativa del 176 aniversario de la gesta heroica de los Niños Héroes de Chapultepec y entre los convocados no apareció un solo representante de los poderes Judicial y Legislativo. Ni uno.
En la mañanera, el presidente López Obrador recordó la información del Inegi, recientemente divulgada, la cual, entre otros elementos, presenta una encuesta sobre el “nivel de percepción sobre la corrupción en las autoridades”. El resultado, si bien no es novedoso (porque poco más o menos es la calificación obtenida en ejercicios previos), es clarísimo: 66 por ciento de los encuestados considera que los jueces (que forman parte del aparato del Poder Judicial) son corruptos (en el caso de las mujeres la negativa sube a 67.6 por ciento) y con tal evaluación ocupan el segundo lugar en este renglón, sólo por debajo de los policías de tránsito (con 73.9 por ciento). Además, 60 por ciento desconfían de los jueces.
A ese deprimente nivel han llegado los “impartidores de justicia” del Poder Judicial, a quienes los ciudadanos catalogan casi igual que a los mordelones de esquina. Por cierto, nada mal cantan las rancheras en los ministerios públicos y fiscalías estatales, “los que procuran justicia”, pues se llevan el rechazo de 62.8 por ciento de los encuestados. A la Fiscalía General de la República le corresponde una opinión negativa de 56.8 por ciento.
¿Exagera el presidente López Obrador al denunciar la corrupción del Poder Judicial y su servicio a la oligarquía, a la minoría rapaz y al crimen organizado, incluido el de cuello blanco? Si alguien tiene dudas, es cuestión de levantar un inventario sobre el número de delincuentes que cotidianamente son liberados o exonerados por los “impartidores de justicia”.
Además, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación protegen a los evasores fiscales (como en el caso de Ricardo Salinas Pliego, quien cuenta con el manto protector y la complicidad del ministro Luis María Aguilar Morales), las causas de la ultraderecha (la prohibición de los libros de texto gratuitos en Chihuahua y Coahuila, por ejemplo) y mucho más.
No queda duda de que el Poder Judicial se ha ganado a pulso el rechazo ciudadano, pues es obvio de qué lado está la “justicia” en nuestro país.
Las rebanadas del pastel
Tremendo alacrán se echó Claudia Sheinbaum a la espalda, porque con 5 por ciento de votación en las encuestas más el tenebroso historial que tiene, a Ricardo Monreal no deberían darle ni las gracias por participar … Y ahí va la Xóchitl con sus paraguas y recogiéndose las enaguas, enseñando a propios y extraños cómo hace negocios sucios y gelatinosos aprovechando puestos públicos.
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