Seis años después, Ricardo Monreal se bate en aparente retirada de una batalla que empezó cuando el mando supremo de Morena, ya enfilado hacia su tercera y definitiva candidatura presidencial, optó en 2017 por Claudia Sheinbaum para buscar el Gobierno de la Ciudad de México, contra la aspiración del ex gobernador que consideraba roto un presunto acuerdo con el tabasqueño para que él, el zacatecano, pasara de la delegación Cuauhtémoc al manejo de la capital del país.
La discordia, pospuesta a partir de un escaño y la coordinación de los senadores guinda para Monreal, se reavivó en 2021, cuando Sheinbaum, convertida en jefa política del morenismo capitalino, impulsó candidaturas como la de Dolores Padierna, que implicaba un intento de romper el control que el monrealismo ya tenía en la Cuauhtémoc. Al zacatecano le imputaron el impulso a Sandra Cuevas y a otras opciones opositoras, lo que le implicó congelamiento en las relaciones con el presidente López Obrador, reanudadas en el tramo final del corcholatismo predeterminado a favor de la misma Sheinbaum.
Ayer, Monreal anunció el retiro de su pretensión de ser candidato a gobernar la Ciudad de México pues, mencionó, Claudia ya había decidido tal postulación para “un cercano”; así lo dijo, en masculino.
Falta ver si esta es una maniobra de reacomodo del zacatecano, que quedaría disponible para el futuro que decida Marcelo Ebrard, con quien siempre se ha dicho que hace mancuerna política. También habrá de verse si Monreal carga pilas en las alcaldías opositoras que se le endilgan, entre ellas la de Sandra Cuevas, su presunta hechura que ha dicho que peleará por la gubernatura capitalina y que su único rival de respeto sería el zacatecano.
El análisis de la impugnación que presentó Marcelo Ebrard ante la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (CNHJ) de Morena tiene opiniones divididas. Por un lado, quienes consideran que dicha instancia no tiene facultades para resolver sobre un tema que no está considerado en los estatutos (es decir, el inédito proceso de selección interna de coordinación-candidatura; algo que al INE y al Tribunal Electoral les llevó a innovaciones normativas), sino que proviene de un acuerdo del Consejo Nacional del partido, y por otra parte, quienes consideran que aún esos acuerdos del Consejo son susceptibles de análisis y enjuiciamiento por la CNHJ.
A partir de esa divergencia de puntos de vista habrá de resolverse la impugnación ebrardista que ayer motivó al dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, a pedir “a la comisión que revise con mucho cuidado esta impugnación, que lo tome con mucha seriedad y haga una revisión profunda de todo lo que han entregado Marcelo Ebrard y su equipo. Que se actúe con mucha seriedad en la dictaminación”. Es de entenderse que Delgado desee salir al paso en este tema, pero resulta impropio o inadecuado que pida a esa comisión que se desenvuelva de cierta manera, como si fuera necesario exhortarla a actuar con “mucha seriedad”, y yendo a fondo, porque usualmente no lo hiciera.
La Comisión tiene cinco integrantes: Donají Alba Arroyo como presidenta, Ema Eloísa Vivanco Esquide como secretaria, y los comisionados Zázil Citlalli Carreras Ángeles, Alejandro Viedma Velázquez y Vladimir M. Ríos García. No hay plazo establecido para desahogar una impugnación como la marcelista, pero hay la intención explícita de procesarla con la mayor rapidez posible.
La solicitud puede ser aceptada o rechazada (podría ser denegada sólo por detalles de forma). Aceptada que fuera, debe revisarse el marco jurídico aplicable, sobre todo lo anotado líneas arriba sobre estatutos y acuerdos del Consejo Nacional. La decisión se tomaría por mayoría simple. Se dice que se buscaría privilegiar el bien mayor, que es la certeza jurídica. Otras impugnaciones (una decena) relacionadas con temas similares fueron resueltas con prontitud. ¡Hasta mañana!
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