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Opinión

2023-09-13 09:38

Argentina: 40 años de democr… ¡Ejem!

Uno. Si los comicios previstos para el 22 de octubre fueran hoy, el nuevo presidente de los argentinos sería Javier Milei, candidato que consulta el espíritu de un perro que hace unos años clonó en Estados Unidos (lamentablemente, ya fallecido), y a una vidente que se comunica con mosquitos, tarántulas, y otras especies de dípteros nematóceros.

Dos. En las primarias del 13 de agosto, Milei fue el más votado, imponiéndose con más de 7 millones de votos (30 por ciento del escrutinio). Un “piso” que, desde ya, le posibilita ganar en primera vuelta, evitando el balotaje. De lo contrario, tendría que competir con la ex guerrillera Patricia Bullrich (devenida ardiente defensora del enclave terrorista llamado Israel), o el ministro de Economía, Sergio Masa, candidato del peronismo que nunca fue peronista, y hombre de confianza de Estados Unidos.

Tres. Cuarenta años atrás, el clima político era otro. Frente a candidatos peronistas que habían sido cómplices del nefasto gobierno represivo de Isabel Martínez (1974-76), el electorado supo distinguir, y el líder de la centenaria Unión Cívica Radical (UCR), Raúl Alfonsín, ganó la presidencia en primera, con poco más de 51 por ciento de los votos (octubre 1983).

Cuatro. Con Alfonsín, el movimiento de derechos humanos vivió el momento más alentador de su historia y, a pesar de las reticencias oficiales, se consiguió juzgar a los genocidas de la dictadura cívico-eclesiástica-militar (1976-83), hecho histórico mundial que condujo a tres alzamientos militares (uno en 1987, dos en 1988).

Cinco. Luego, el “golpe de las espadas” sustituido por el “golpe de los mercados”. Y en medio de una espiral hiperinflacionaria y saqueos a supermercados, Alfonsín fue obligado a entregar el gobierno, seis meses antes de que concluyera el periodo constitucional (julio de 1989).

Seis. Carlos Menem, favorito del peronismo que en campaña decía “la sangre derramada nunca será negociada”, ocupó el sillón presidencial. Pero dos años después, cautivo del llamado Consenso de Washington, persuadió a los argentinos de que un peso era “igual a un dólar”. Y junto con su ministro de Economía, Domingo Cavallo, aplicó sin asco el modelo neoliberal.

Siete. No obstante, en política exterior (reflejo de la interior), el decenio menemista fue particularmente movido: atentado terrorista a la embajada de Tel Aviv (1992, 22 muertos, 240 heridos), ídem a la mutual judía AMIA (1994, 85 muertos, 300 heridos), muerte de Carlos Menem Jr. en un misterioso accidente aéreo (marzo 1995), y meses después explosión de la fábrica de armas de la ciudad de Río Tercero (Córdoba), con pistas de investigación que corrieron el velo del tráfico de armas durante la guerra entre Perú y Ecuador, y la de Bosnia-Herzegovina en la ex Yugoslavia (siete muertos, 300 heridos). Tragedias que la justicia nunca esclareció.

Ocho. En 1999, Menem terminó su mandato, y el radical Fernando de la Rúa fue elegido presidente. Duró dos años en el cargo y fue derrocado por un estallido popular (40 muertos), y otra indetenible espiral hiperinflacionaria. Crisis que terminó con cinco presidentes en menos de 15 días.

Nueve. En mayo de 2003, el presidente interino Eduardo Duhalde entregó el mando a Néstor Kirchner, quien junto con su esposa Cristina Fernández (con gran voluntad política ambos), dieron a los argentinos 12 años y medio de prosperidad y orden institucional (2003-15). Sin embargo, a inicios de 2015, el poder económico concentrado, los grandes medios de comunicación, y las insidias de Wall Street, Washington y Tel Aviv en Buenos Aires, le endosaron a Cristina no sólo la “corrupción” de su gobierno, sino también la muerte del fiscal Alberto Nisman, encargado de la investigación del “caso AMIA”.

Diez. A finales de 2015, el peronismo perdió las elecciones, y Mauricio Macri, jefe de jefes de las mafias del país, ganó las elecciones con punto y medio de diferencia sobre el peronismo. Entonces, la política argentina pegó una vuelta de campana. Y creyendo que podía relegirse, Macri contrajo con el FMI una deuda ilegal por 54 mil millones de dólares (fugada en su totalidad). No sólo eso. En noviembre de 2017, frente a las islas Malvinas, desapareció misteriosamente el submarino ARA San Juan, con 44 tripulantes a bordo.

Once. En 2019, el peronismo volvió a ganar las elecciones. Esta vez con Alberto Fernández (ungido por Cristina), a quien tocaron cuatro maldiciones: la deuda con el FMI, la pandemia, la mayor sequía de la historia y el intento de magnicidio contra Cristina, quien de milagro salió ilesa (le gatillaron dos veces, a centímetros de la cabeza). Hecho que, ídem anterior, la “justicia” mostró nula inquietud para indagar a fondo.

Doce. ¿Qué propone Milei en caso de ganar la presidencia? Quizá pueda explicarlo su candidata a vice, Victoria Villarruel, apologista de genocidas y del terrorismo de Estado. Pero dejemos que, mejor, lo explique la diva de la farándula Fátima Florez, su novia y posible primera dama de la nación: “El número 540 tiene varios significados. Uno es las tres reformas por tres generaciones de 180 grados cada una. Si se multiplica 180 por tres da 540… número sagrado que en el universo acompaña lo positivo y todo lo nuevo que se emprenda”.

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