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Cultura

2023-09-13 06:00

Mi trabajo es algo terapéutico, una forma de dar sentido al mundo, expresa Tim Burton

El realizador prepara una exposición que se montará en Turín, Italia.
El realizador prepara una exposición que se montará en Turín, Italia. tomadas del Facebook del director
Periódico La Jornada
miércoles 13 de septiembre de 2023 , p. 7a

Tim Burton acentúa sus comentarios con extravagantes rotaciones de sus larguísimos brazos. Es educado, amigable y excéntrico. Habla por Zoom desde su casa de Londres con The Independent. En la pantalla se ve su figura tranquilizadora y gótica; podría pasar por un extra en un peli de terror de los años 30.

El genio detrás de El hombre manos de tijera, Batman, El gran pez, El cadáver de la novia, Seeney Todd… afirma que no ha podido terminar Beetlejuice 2 debido a la huelga de actores de Hollywood. Le faltaban dos días para concluir el rodaje de tan esperada película (que trae de vuelta a Michael Keaton y Winona Ryder de la clásica comedia de terror de 1988).

No es la única de sus películas en la que ha estado pensando, porque recuerda a Paul Reubens (también conocido como Pee-wee Herman), comediante que murió en julio y quien le dio su gran oportunidad al contratarlo para dirigir La gran aventura de Pee-wee (1985). Sin embargo, la carrera del cómico se descarriló tras una controversia que lo relacionó con pornografía y drogas.

“Trabajé con él –dice Burton–. Lo tuve en Batman regresa e hizo algunas voces en El extraño mundo de Jack. Hablé con él hace unos meses durante unos 45 minutos... pero no tenía idea de cuál era su situación (tenía cáncer)”.

Tanto Reubens, como otro de los actores con los que ha trabajado, Johnny Depp, han sufrido caídas en la sociedad y él, sobre el escarnio público, comenta: “cuando era niño, siempre tuve una imagen de los aldeanos enojados de Frankenstein... Siempre solía pensar en la sociedad de esa manera, como el pueblo enojado. Es un rasgo humano que no me gusta ni entiendo”.

Burton nunca ha tenido que enfrentarse a la ira del público. Acaba de cumplir 65 años, pero su edad numérica, al parecer, funciona al revés. “Cuando era niño siempre me sentí viejo y moribundo. En mi estado mental, estoy invirtiendo mi proceso”.

Mientras tanto, se prepara para una exposición que integrará sus bocetos, pinturas, dibujos, fotografías, arte conceptual, guiones gráficos, vestuario, títeres y, quién sabe, tal vez también las uñas de sus pies, en el Museo Nacional de Cine de Turín (Italia) en este mes.

En 2008, cuando el Museo de Arte Moderno (Moma) de Nueva York planeaba por primera vez una exposición similar (que tuvo lugar en 2010), salió a buscar el material que había dejado en cajas. “No sabía dónde diablos estaban esas cosas, pero (los curadores) pasaron un par de años buscándolas. Finalmente me di cuenta de que nunca tiré nada”, cuenta. Espera que muchos de los jóvenes visitantes del evento en Turín se sientan inspirados a dibujar, como lo hace él todos los días.

No deja a un lado el tema de la inteligencia artificial (IA). Es consciente de que ésta representa quizás una mayor amenaza para la animación que cualquier otra forma de arte. Es casi como si lo persiguiera de forma personal. “¡Consiguieron que esa tecnología hiciera mis versiones de los personajes de Disney!”, exclama el director con fingido horror.

“No puedo describir la sensación que te da. Me recordó cuando otras culturas dicen: ‘no te tomes una foto porque te está quitando el alma...’ Lo que hace es chuparte algo. Se necesita algo de tu alma o sique; es muy perturbador, en especial si tiene que ver contigo. Es como un robot que se lleva tu humanidad, tu alma.”

Crecer en Burbank “moldeó lo que soy”

Se refiere a su trabajo, ya sea dibujar, escribir o hacer películas, como “algo terapéutico”, una forma de darle sentido al mundo. El cineasta creció en el desierto suburbano de Burbank, en Los Ángeles, hogar de los estudios Disney. Describía a la ciudad como “un entorno en blanco” o “el pozo del infierno”. No obstante, el ayuntamiento de esa ciudad ha declarado que el 24 de septiembre será el Día de Tim Burton. “Todo lo que he dicho lo dije en serio”, insiste sobre Burbank.“Pero al mismo tiempo, vivir allí y crecer allí, moldeó lo que soy”.

El padre de Burton era jugador de béisbol de ligas menores, pero el cineasta no obtuvo ninguno de esos genes. Al final, optó por el camino artístico y ganó una beca para el Instituto de las Artes de California, patrocinado por Disney. “Era una escuela cara y no podría haber ido allí a menos que hubiera obtenido una beca”, señala.

Siente nostalgia por los días en que solía “deambular desnudo por los pasillos”. Los otros alumnos consideraban a los que estudiaban animación como geeks y freaks, pero él encontró muchos espíritus afines entre sus compañeros. Del instituto saltó a Disney. Sus colegas recuerdan que una vez, después de que le extrajeron las muelas del juicio, deambuló por las oficinas con las encías sangrando, fingiendo ser un vampiro, goteando sangre y saliva. Al final perdió tanta sangre que tuvieron que enviarlo al hospital al otro lado de la calle. “Tengo las fotografías para demostrarlo”, sostiene Burton. “Debería haber sabido desde el principio que tenía una relación problemática con Disney”.

¿Qué siente hoy por esos estudios? “Supongo que es como Burbank, sólo que peor. Puedo reconocer los aspectos positivos de trabajar allí y todas las oportunidades que me dieron, pero también identificar el lado negativo que destruye el alma”, responde.

En el lado positivo, Burton adquirió una valiosa experiencia al trabajar en películas como The Fox and the Hound (1981), Tron (1982) y The Black Cauldron (1985). El estudio financió sus primeros cortos de Vincent (1982) y la versión corta de Frankenweenie (1984), que convirtió en un largometraje stop-motion en 2012.

Una forma de escapar de Burbank y Disney fue Europa. Se aventuró en Reino Unido en 1989, cuando recreó Gotham City en los estudios Pinewood para su versión de Batman. No rodó la secuela de esta película en 1992 en Gran Bretaña, pero muchas de sus películas posteriores se hicieron en estas costas. Su casa todavía está en Hampstead y estuvo casado con la actriz británica Helena Bonham Carter.

“De donde vengo me sentía como un extranjero. Cuando fui a Londres me sentí cómodo allí. La gente era más excéntrica”, reflexiona. Una paradoja es que vive en Reino Unido, pero opera dentro del sistema de Hollywood. “Honestamente, no lo sé. Es un viaje extraño que no puedo explicar del todo”.

Burton ha dicho a menudo que hacer una gran película de estudio es una experiencia agotadora que al final lo destroza. A menudo jura que no volverá a hacerlo nunca más, pero “en Beetlejuice 2 fue como volver a entender por qué me gustaba hacer películas”. Se estrenará este septiembre. “Está hecha en 99 por ciento”.

Cuando cierra sesión en Zoom, Burton se parece un poco a uno de los personajes de sus películas que se retira a la oscuridad: una figura amigable y fantasmal que se despide. El Museo Nacional del Cine de Turín presentará El mundo de Tim Burton, por primera vez en Italia, a partir del 11 de octubre.

© The Independent

Traducción: Juan José Olivares

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