Talat Nyaqoub. Los equipos de rescate marroquíes, apoyados por refuerzos extranjeros, continuaban ayer sus esfuerzos para encontrar sobrevivientes y asistir a los cientos de personas cuyas casas quedaron destruidas por el sismo que dejó cerca de 2 mil 900 muertos.
El terremoto es el más grave en el reino desde hace más de seis décadas y el viernes por la noche devastó pueblos enteros en la región situada al suroeste de la turística ciudad de Marrakech.
Según el último balance dado a conocer anoche por el ministerio del Interior, hay 2 mil 862 muertos y 2 mil 562 heridos.
Marruecos anunció el domingo por la noche que aceptó las propuestas de España, Reino Unido, Catar y Emiratos Árabes Unidos de “enviar equipos de búsqueda”.
Rescatistas españoles estaban en Talat Nyaqoub y Amizmiz, según constataron periodistas de Afp.
“La gran dificultad está en las zonas alejadas y de difícil acceso, pero los heridos son trasladados en helicóptero”, declaró la jefa del equipo de bomberos español, Annika Coll.
“Mi madre ha muerto, su casa quedó destruida. Mi vivienda en Amizmiz no es segura y tengo que dormir en la calle en tiendas de campaña con mis dos hijos, de 6 años y cuatro meses”, lamentó Hafid Ait Lahcen, de 32 años. “Estamos completamente perdidos”, añadió este obrero de la construcción.
El terremoto fue de magnitud 7, según el centro marroquí para la investigación científica y técnica.
La Cruz Roja Internacional advirtió de la importancia de la ayuda humanitaria que, según ellos, puede ser necesaria “durante meses o incluso años”.
Además de las pérdidas humanas y materiales, el sismo afectó al patrimonio arquitectónico del reino.
“Hemos visto fisuras en el alminar de la mezquita de Kutubia, la estructura más emblemática, pero también ha quedado destruido casi por completo el de la mezquita de Kharbouch” en la plaza Yamaa el Fna, sostuvo Eric Falt, director regional de la Unesco para el Magreb.