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Ciencia y Tecnología

2023-09-12 08:30

Colección editorial pretende conectar a la sociedad con prestigiosos científicos

Portadas de parte de los libros que integran la colección. Foto cortesía de Grano de Sal
Portadas de parte de los libros que integran la colección. Foto cortesía de Grano de Sal

La Biblioteca Científica del Ciudadano (BCC), de la editorial Grano de Sal, nació para aportar información y conectar a la sociedad con prestigiosas figuras de las ciencias, señaló el astrónomo Omar López Cruz, quien dirige la colección que reúne 11 títulos escritos en su mayoría por mujeres, en campos como física, economía, biología y matemáticas.

El divulgador de la ciencia informó a La Jornada que se han incorporado a la serie dos títulos: Arrugas en el tiempo, de Keay Davidson y George Smoot, ganador del Premio Nobel de Física 2006, así como El siglo de la cosmología, de James Peebles, quien obtuvo ese galardón en 2019.

Estos autores se suman a los otros reconocidos con el Nobel incluidos en la serie: Peter Doherty (Medicina 1996), Venki Ramakrishnan (Química 2009) y Esther Duflo (Economía en 2019).

Arrugas en el tiempo, que ahora es parte de la colección, fue editada anteriormente por Grano de Sal, sello que cumplió seis años y tiene un catálogo de alrededor de 60 títulos; publica al menos un nuevo libro cada año.

López Cruz (La Paz, 1964) recordó que la colección surgió al inicio del actual sexenio en respuesta a que se dijo que los ciudadanos serían tomados en cuenta y “vi la necesidad de que se les diera información científica de primera mano”.

Destacó que la biblioteca cubre un nicho en el que no hay suficiente literatura y reúne a varios de los más prestigiosos autores en el tema, además de que cuenta por primera vez con ediciones en español.

Sostuvo que en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara propuso la creación de la BCC a Tomás Granados Salinas, director de Grano de Sal, y se lanzaron a conseguir patrocinio, el cual encontraron en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional y en varios consejos estatales de ciencia.

La colección inició con el libro Energía para futuros presidentes, de Richard A. Muller, que concretó una manera de divulgar la ciencia sin mostrar a quienes estudian física, biología o practican la medicina como extraordinarios y sacrificados, sino para acercarlos a la población y que ésta sepa más de lo que se enfrenta en lo cotidiano.

El libro, según Omar López, evalúa las fuentes de energía y cuál es la mejor alternativa para mitigar el aumento de los niveles del dióxido de carbono en la atmósfera, causantes del calentamiento global.

Investigador del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica, señaló que comparte con Lamán Carranza, el otro coordinador de la colección, el respeto y amor por el libro, pero con lenguajes distintos, que representa el diálogo necesario entre un político y un científico, quien “no va a resolver los problemas si no se hace contacto con quienes toman decisiones y con la ciudadanía”.

López Cruz refirió que la biblioteca, por ejemplo, aborda un problema exclusivo de México, esto es, el de la vaquita marina, mamífero endémico de Baja California en peligro de extinción. La autora y bióloga Brooke Bessesen consigna que solucionar el problema es un reto complejo, pues muchos ejemplares mueren en las redes de captura de la totoaba, pez muy apreciado en China por su vejiga natatoria, que llega a valer 15 mil dólares.

Otros de los expertos son el médico Francisco González Crussí, con su libro Más allá del cuerpo, y la matemática Eugenia Cheng con El arte de la lógica (en un mundo ilógico), “en el que dice que pensar bien, razonar de manera lógica es también un recurso que debemos fomentar en la ciudadanía, para que tome buenas decisiones”, detalló López Cruz.

El científico añadió: “respecto del universo, tenemos Travesía por los mares del cosmos, de la astrónoma francesa Hélène Courtois. Usó todos los telescopios en el mundo para saber en que punto de la distribución de galaxias estamos y hacia dónde nos dirigimos. Descubrió una estructura de galaxias que se llama Laniakea, de la que formamos parte y es la más grande conocida. Lo importante es que con el conocimiento y sin salir de la Tierra podemos medir distancias de las galaxias, velocidades y decir dónde estamos”.

En el libro Predecir lo impredecible, Susan E. Hough expone que no podemos predecir los terremotos y por qué.

Para concluir, Omar López hizo hincapié en el peligro de que “la ignorancia está creciendo y, por otro lado, se están usando máquinas cada vez más complejas. Tenemos el combustible para crear un conflicto. La ignorancia y la incomprensión van a tornarse en contra de todo el desarrollo científico. Las nuevas tecnologías están ayudando a que se propaguen ideas erróneas”.

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