Moscú. “Sin temor a equivocarme: la tragedia de Chile se convirtió en nuestra tragedia; la historia de Chile, en una página de nuestra historia”, resume el canciller de Rusia, Serguei Lavrov, en un artículo dedicado a los “50 años del golpe de Estado en Chile: memoria y enseñanzas”, publicado este lunes en el diario oficial Rossiskaya Gazeta.
GALERÍA: Chile a 50 años del golpe de Estado.
Para Lavrov, la felonía de los militares que derrocaron al presidente Salvador Allende “suspendió durante 17 años la tradición democrática de Chile, marcó una divisoria política en la historia moderna de ese país y dio al mundo una serie de lecciones importantes para las siguientes generaciones”.
El encargado de la política exterior rusa destaca que el gobierno de la Unidad Popular, encabezado por Allende, llegó al poder en 1970 como resultado de “la libre expresión de la voluntad de los electores chilenos en el marco de la Constitución” chilena y se fijó, entre otras metas, “abandonar la dependencia del exterior y fortalecer los principios tanto nacionales como latinoamericanos”.
La coalición de izquierda –continúa Lavrov– intentaba lograr la independencia política y económica de Chile y rechazaba los “métodos de influencia que se ejercen sobre los países como la discriminación, la presión, la intervención o el bloqueo”.
Sostiene: “Tenía la intención de revisar todos los acuerdos que imponían al país obligaciones limitantes de su soberanía y, si fuera necesario, no dudaría en denunciarlos. Quería mantener relaciones con todos los países, al margen de su orientación política e ideológica, y consideraba la OEA (Organización de Estados Americanos) una herramienta del imperialismo estadunidense, instando a crear una organización verdaderamente representativa de los países latinoamericanos”.
Que los dirigentes chilenos defendieran esos planes estratégicos –opina Lavrov– “era, de acuerdo con la famosa lógica neocolonial de la Casa Blanca, poco menos que una amenaza existencial para Estados Unidos”.
Porque “irritaba , y sigue desagradando, a Washington la mera idea de que otros Estados tienen derecho a elegir su propio modelo político y socioeconómico de desarrollo, pueden guiarse por sus intereses nacionales, reforzar su soberanía estatal y respetar su identidad cultural y civilizatoria”.
El canciller ruso afirma que aun antes de tomar posesión de su cargo, Washington ya había puesto en marcha una plan para destituir a Allende y, a través de todos los recursos de presión y chantaje político a su alcance, comenzó a desestabilizar la situación en Chile.
Y enumera: le declaró toda una guerra económica, financió a la oposición, desinformó mediante los medios de comunicación bajo su control, fomentó la fuga de cerebros y la insurrección de los sindicatos, creó y patrocinó grupos de extrema derecha y de militares radicales.
“En una palabra, los estadunidenses aplicaron en Chile todo lo que más tarde recibió el nombre de revolución de colores”, estima Lavrov y condena “el indecoroso papel que desempeñaron el Departamento de Estado, la Agencia Central de Inteligencia y otras dependencias gubernamentales de EU en el golpe de Estado contra Allende.
“El modus operandi verdaderamente maquiavélico de Estados Unidos permitió a los golpistas lograr su objetivo en el país sudamericano. Y teniendo en cuenta el éxito de la ‘práctica’, este conjunto de acciones destructivas se convirtió en un modelo que Washington y sus satélites siguen utilizando hoy en día contra gobiernos soberanos de todo el mundo”, denuncia.
De acuerdo con Lavrov, “los occidentales violan constantemente un principio fundamental de la Carta de la ONU (Organización de Naciones Unidas) como es la no injerencia en los asuntos internos de otros países”.
Ejemplifica: esto incluye “la intromisión en la tercera ronda de elecciones en Ucrania a finales de 2004, las revoluciones de colores en Yugoslavia, Georgia y Kirguizia, y finalmente, el apoyo público al sangriento golpe de Estado en Kiev en febrero de 2014, así como los continuos intentos de repetir el escenario de una toma del poder por la fuerza en Bielorrusia en 2020. Y no podemos olvidar la famosa Doctrina Monroe, que los estadunidenses al parecer quieren aplicar en todo el mundo para convertir todo el planeta en su patio interior”.
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia concluye con optimismo: “Sin embargo, esta política neocolonial y claramente cínica del Occidente Colectivo se enfrenta cada vez más al rechazo de la mayoría mundial, que está realmente cansada de los chantajes y las presiones, así como del uso de la fuerza, de las guerras sucias informativas y de los juegos geopolíticos de beneficio cero. Los Estados del Sur y Oriente Global quieren ser dueños de su propio destino, practicar una política interior y exterior basada en sus intereses nacionales, y no sacar las castañas del fuego a las antiguas metrópolis”.