Cuando el malogrado escritor estadunidense David Foster Wallace escribió sobre la final del Abierto de EU de 2005, definió los “Momentos Federer” como esos instantes épicos en los cuales el tenis alcanzaba su máximo esplendor con la raqueta del suizo. Un juego que se definió por su “imposibilidad” de réplica para el resto de los mortales.
Más de dos décadas después, con Foster Wallace convertido ya en mito literario, parece que ha llegado la hora de hablar de los “Momentos Djokovic” para referirse a una nueva forma de lo imposible, pero también del asombro y de unnuevo artífice.
El serbio Novak Djokovic ganó ayer el Abierto de Estados Unidos 2023 y fijó un nuevo récord para la rama varonil al alcanzar el título 24 de Grand Slam, algo que sólo poseía Margaret Court en la categoría femenil. Lo hizo a los casi 37 años para convertirse también en el tenista más veterano en el Abierto de EU de la era profesional. Historia, dice el consenso de la afición, pero fabricada de historias y microhistorias.
El serbio dinamitó los límites del cuerpo y la mente para triunfar en ese borde donde uno de los dos contendientes se quiebra ante una demanda extrema que para otros resultaría inhumana. Y quien noresistió el asedio fue el tenazruso Daniil Medvedev en la cancha dura y estelar de Flushing Meadows, Nueva York, donde Djokovic lo venció en una inolvidable batalla de tres horas y 18 minutos con una pizarra de 6-3, 7-6 (7/5) y 6-3.
Sets corridos que dicen poco de lo que se vivió en cada juego como episodios de una historia completa: elpartido sobre la cancha dura en la que Djokovic perdió hace dos años, precisamente ante este ruso incansable de Medvedev, pero que ayer ofreció la catarsis de la venganza del serbio.
La contienda no dio tregua y ofreció momentos épicos, reveses violentos que culminaron con las manos agarrotadas, con puntos conseguidos casi hasta desfallecer y piernas que con los minutos dejaron de mostrar vigor y elasticidad para volverse sólo en unos castigados soportes al borde del colapso.
Djokovic empezó con una precisión diabólica. No sólo se movía en los terrenos del asombro con velocidad en los golpes y las piernas, que no dejaba espacios para que atacara el ruso. Parecía desdoblarse en cualquier palmo en disputa.
Si hubo un momento que alcanzó la épica, difícil decisión en una partida generosa en momentos inolvidables, fue en el segundo set. Durante una hora y 44 minutos, con un ir y venir incesante de la pelota, el serbio consiguió el punto y sus piernas flaquearon. En ese momento parecía que el primer cuerpo y la primera mente que se rompiera ante la exigencia definiría el juego.
Djokovic dejó que Medvedev sepusiera a un punto de ganar el set al recibir con el marcador 6-5, pero el serbio subió a la red tras un saque y el ruso tuvo la oportunidad de meter un revés cruzado que no atinó. Fue apenas una de las dosbolas de quiebre que “Nolan” afrontó, borrando ambas.
Un cambio de táctica del serbio. Cuando se encontró en apuros, apeló al saque y volea, algo que no suele hacer. Y la apuesta le funcionó enormemente. Se llevó 20 de los 22 puntos que disputó así, y 37 de los 44 en total al subir a la red.
También Medvedev parecía al borde del colapso. La expresión de su cara denotaba frustración y agotamiento. Cuando fue a pelear junto a la red sufrió un resbalón que terminó con su cuerpo tendido y con la mirada al cielo. El serbio quiso consolarlo y se acercó; saltó la red y le tendió la mano pero el ruso no la aceptó. Aún quedaba juego y todavía eran adversarios.
El último punto de Djokovic detonó un estallido interno, toda la energía que acumuló para enfrentar a Medvedev hizo ebullición y salió a cubierta. De rodillas y con la playera en el rostro para ocultar los gestos de éxtasis.
Apenas recobró la fuerza para ponerse en pie y celebrar se enfundó una camiseta con un mensaje entrañable: “Mamba Forever”, lucía en el frontal de la prenda con una imagen junto a Kobe Bryant, y el número 24, el dorsal del jugador de basquetbol que murió en un accidente de helicóptero y también el número de títulos de Grand Slam que ahora posee el serbio.
“Nunca me imaginé estar aquí de pie frente a ustedes hablando de 24 Slams”, dijo después de la victoria.
“Nunca me imaginé que esa iba hacer la realidad, pero en los últimos años intuía que tenía la oportunidad de hacer historia. Si la tienes ahí, ¿por qué no tomarla?”, añadió como si se tratara de desprender un fruto al alcance de la mano.
Antes de la final el serbio habló de lo que significaba luchar por este título de Grand Slam que había perdido en 2021 ante Medvedev.
“Cada que juego una final de Grand Slam puede ser la última”, comentó; “no es lo mismo que hace 10 años cuando pensaba que quedaba mucho tiempo. No sé cuántas finales de Grand Slam me quedan, por eso trato de ganar cada oportunidad que se me presenta”.
La era de los “Momentos Djokovic” parece que ha llegado y aún reserva episodios inimaginables.
Con información de Ap