En Berlín, la capital alemana, al lado de la estación de tren y del Metro Friedrichstrasse, se encuentra una conmovedora escultura que muestra a dos grupos de niños en tamaño natural que caminan en direcciones opuestas.
Con sus maletas, uno muestra a cinco menores, aparentemente de diferentes edades, de un metal grisáceo oscuro. En sentido opuesto hay dos niños también con maletas, pero de color rojizo oscuro. Al pie de las figuras se observan los rieles del tren. Algunas flores frescas revelan que alguien se detuvo a leer la información que explica su significado.
En alemán se llama Kindertransport, Züge in das Leben, Züge in den Tod 1938-1945, que significa Transporte de niños, trenes hacia la vida y trenes hacia la muerte, 1938-1945, realizada por Frank Meisler. La contraposición simboliza el contrastante destino de miles de niños durante la Segunda Guerra Mundial.
Las figuras grises representan a los pequeños que fueron deportados por el gobierno nazi en trenes hacia los campos de concentración y exterminio. Las rojizas son de los que en trenes fueron transportados hacia Inglaterra y salvaron su vida gracias a la valiosa intervención de Sir Nicholas Winton, quien no sólo se encargó del transporte, sino también en buscarles familias, albergues y casas que pudieran protegerlos.
Se habla de cerca de 15 mil niños judíos y no judíos que salvaron la vida gracias a esta misión y quienes en su gran mayoría no volvieron a ver a sus familiares. El transporte no sólo partió de Berlín, sino de Hamburgo; de Danzig, Polonia, y de Rotterdam, Países Bajos, así como de lo que hoy es la República Checa.
De acuerdo con el sitio web del arquitecto y escultor Meisler, también en algunas de estas ciudades hay esculturas que simbolizan el rescate. De igual forma, en Londres, en las inmediaciones de la estación Liverpool Street.
No deja de impactar saber que el mismo Meisler, cuando contaba con 12 años, fue uno de los niños que llegó a Inglaterra. En sus propias palabras, estos monumentos son lo más significativo de toda su obra, pues reflejan su propia ruta de supervivencia. Para él, no sólo representan el agradecimiento a Gran Bretaña, sino que conmemoran los casi 2 millones de niños víctimas del Holocausto.
Aunque se encuentra en una calle muy transitada y entre muchos negocios, si el peatón se detiene un momento podrá percatarse de que al frente se encuentra grabado en una vidriera información de su origen y significado, detalles sobre la política de discriminación y exterminio nazi, que lejos de dejar al caminante indiferente puede generar un sentimiento de aflicción al ver la foto de cuatro niños de esqueléticas figuras que sobrevivieron.
La escultura se develó el 30 de noviembre de 2008 para conmemorar el primer transporte de niños el 1º de diciembre de 1938, con la presencia no sólo del mismo Meisler, sino de otros niños de entonces que salvaron la vida y nunca más volvieron a ver a sus familiares. Alguno recordaría cómo sus padres le instruyeron un par de frases en inglés útiles: “tengo hambre, ¿puedo tener un pedazo de pan?”
Alia Lira Hartmann, corresponsal