El primer nostálgico de la literatura, y también viajero, fue Ulises, quien al estar lejos de su patria, y sufrir el pathos de la lejanía, piensa en volver a Ítaca, expresó la escritora cubano-mexicana Gabriela Guerra Rey con motivo de la presentación de su libro, el ensayo literario Nostalgia, una era imaginaria (Editorial Aquitana Siglo XXI).
“Para todos los isleños, siempre hay una Ítaca a la que vuelves de una manera u otra. Este libro es de algún modo una vuelta por medio de la literatura. Recorre la forma en que la nostalgia ha sido vista a través del tiempo, por ejemplo, cuando lo tipificaron como una enfermedad en el siglo XVII. O, en el XX, a partir de la creación de la Unión Soviética, todos los escritores que salieron e hicieron obras fuera de sus lugares de origen. También la nostalgia de las personas que tuvieron que salir en el continente latinoamericano, debido a temas de dictaduras políticas, militares, etcétera”, afirmó Guerra Rey.
El ensayo abreva de la nostalgia cubana y de la obra del poeta del siglo XIX José María Heredia como el primer gran nostálgico. El libro también pretende hacer un paralelismo de “esa nostalgia del isleño que busca su mar, su cielo, su naturaleza, sus huracanes, donde quiera que vaya, y cómo ello se convierte, luego, en expresión literaria mediante la ficción, la narrativa y la fabulación como una forma de entender qué es la nostalgia de la patria”, aseguró la profesora universitaria y editora.
Nostalgia, una era imaginaria es el décimo libro de Guerra Rey. En 2016 recibió el Premio Juan Rulfo a Primera Novela por Bahía de la sal. De alguna forma, la nostalgia se ha convertido en su “gran asidero para escribir”, aunque también aborda temas como la migración.
Para la autora, los libros nacen mucho antes de ser concebidos. El presente “nació en el momento en que supe que iba a salir de Cuba y venir a México. Veo mi antecedente en esta nostalgia anticipada de antes de la partida”.
Con 13 años de radicar aquí, en cierto momento Guerra Rey empezó a descubrir autores cubanos que en la isla no se leían, entre otras cosas, porque publicaban extramuros, como Reynaldo Arenas y Eliseo Alberto Diego Lichi, hijo de Eliseo Diego. “Es de la novelística del exilio de Lichi de donde me agarro para trabajar el tema de la nostalgia del exilio. Conocer su literatura me permitió explicarme qué es la nostalgia y cómo se podía trabajar de manera literaria. Incluso, entender que era algo que, como escritora, había hecho con mis libros anteriores, un poco con esta inconsciencia de sacar de adentro y volverlo ficción, aunque también entender cuáles son los derroteros que llevan a escribir un cuento o una novela”.
Nostalgia, una era imaginaria fue la tesis de Guerra Rey para recibirse de maestra en letras latinoamericanas de la Universidad Nacional Autónoma de México a principios de 2023. Su asesor de tesis fue el narrador Adrián Curiel Rivera, quien en paralelo presentó su libro de relatos El camino de Wembra y otras utopías feministas (Editorial Aquitana Siglo XXI).
Se trata de un conjunto de sátiras desde la ciencia ficción que plantea historias relacionadas con los feminismos, las masculinidades, la corrección política, el cambio climático y el contexto político actual, señaló Curiel Rivera. Son textos que “nos permiten situar al lado de la polarización actual respecto de temas muy sensibles, sobre los que no hay consenso y en los que todos los sectores representados se sienten ofendidos.
“Me interesa plantear una especie de diálogo y provocar alguna reflexión sobre estos temas. Por ejemplo, el texto que da título al libro es una paráfrasis, un homenaje, a algunos de los postulados del ecofeminismo de Donna Haraway. La protagonista, Wembra Donaway, busca, junto con un equipo de especialistas, encontrar una hematoxilina que tienen las amazonas de Celestún a fin de hallar una sustancia que permita producir masivamente una vacuna contra el machismo.”
Los relatos de Curiel Rivera son textos “provocadores sobre temas polémicos que intentan situarnos desde otra perspectiva para hablar de cuestiones que nos competen a todos como sociedad. No son, por supuesto, ataques contra alguien, no es contra los feminismos; sin embargo, sí es un cuestionamiento de muchas actitudes que tomamos en nombre de la tolerancia con muy buenas razones que acaban siendo sumamente intolerantes”.