Santiago. “Son distintas sensaciones”, comienza diciendo Alicia Lira Matus, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, al hilvanar respuesta acerca de los 50 años del “golpe civil militar”, como insiste en llamar.
“Tristeza, nostalgia, indignación por la ausencia de nuestros seres queridos”, describe.
Su memoria va muy atrás, a 1970, para relatar que “fuimos parte del proceso de la Unidad Popular (UP), esos tres años que vivimos a concho (con intensidad) como un colectivo, un proyecto político donde éramos dignos y estábamos construyendo; o sea, cuando hablamos de la reforma agraria, la nacionalización del cobre, del medio litro de leche diario para los niños, los balnearios populares…”
Hace una pausa y continúa.
“Por eso el dolor que significa el golpe civil militar, el bombardeo a La Moneda, el asesinato de compañeros y amigos, la ejecución de mi compañero de vida, mi amor Felipe Rivera, algo irreparable”.
Toma aire y prosigue.
“Me asiste la esperanza de seguir luchando, los gobiernos post-dictadura no hicieron todo lo posible, algunos no hicieron nada, por avanzar en verdad y justicia, para que los familiares no sigan en la calle buscando a los desaparecidos y a los ejecutados sin entrega de cuerpos, aún nos faltan casi mil personas, hay mil familias que siguen sufriendo esta tortura sicológica”.
–¿En qué circunstancias fue asesinado su compañero Felipe?
–Él era funcionario de la Tesorería General de la República en Santiago. El 8 de septiembre de 1986, después del atentado que cometieron los compañeros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez contra el dictador, en la madrugada se dejaron caer a nuestra casa. A mi negro lo secuestraron; saltaron la reja, entraron a la casa por la fuerza, lo sacaron de la cama; yo salí detrás de los tres autos de los militares que se lo llevaron, siguiéndolos hasta donde me cansé. Al día siguiente lo fui a reconocer al Servicio Médico Legal: había sido ejecutado de 13 balazos, ese fue el ensañamiento, porque era militante comunista y porque querían vengar el atentado.
–¿La investigación judicial respecto de su asesinato, en qué situación está?
–Se llevó a cabo hace algunos años, fue tan evidente –había estado de sitio, toque de queda, recintos policiales por los lugares donde pasaron las patrullas militares–, que fue menos difícil llegar a la verdad. En el caso de muchos otros, pasados 50 años aún no se ha llegado a un veredicto, pero también la “justicia en la medida de lo posible”, como dijo el ex presidente Patricio Aylwin, las condenas que les dieron a estos criminales, 10 o cinco años por un secuestro y asesinato a mansalva, fue justicia a medias.
–En cuanto a verdad, justicia y reparación, ¿cuál es su análisis? porque en Chile hay miles de desaparecidos y ejecutados, pero también una cantidad importante de ex militares y funcionarios de la dictadura que cumplen condenas.
–Esta lucha la dan las agrupaciones de familiares y los abogados de derechos humanos. Nosotros presentamos mil 164 querellas por mujeres, hombres y niños cuyos casos nunca se habían investigado. Es cierto que en los últimos años han caído presos, pero en muchas condenas se repiten los nombres. Estamos hablando de más de 2 mil 200 ejecutados políticos y más de mil 100 detenidos desaparecidos; pero no son más de 200 los criminales presos, algunos no porque las condenas sean contundentes, sino porque están involucrados en múltiples crímenes y gozaron de impunidad por muchísimos años, cayeron presos viejos y eso lo quieren usar ahora como artimaña para dejarlos en libertad.
–Aquella frase, “justicia en la medida de lo posible” ¿cree usted que fue la conducta del Estado como un todo?
–Mire, nunca dieron garantías de no repetición y se violaron los derechos humanos, incluso en 2019 durante el estallido social. Aquí los procesos se llevan adelante porque las agrupaciones presentaron querellas, por eso hacemos responsable al Estado de esta cantidad de detenidos desaparecidos y de ejecutados sin devolución de cuerpos. Hay una cronología de cómo desde 1990 han buscado implementar impunidad y no han podido.
–El 50 aniversario ha estado rodeado de controversia por la connotación que intentan ciertos sectores, justificando el golpe.
–Aquí lamentablemente, cuando hay un gobierno que ha sido consecuente con el tema de derechos humanos, verdad y justicia; y hace un llamado a los partidos para que firmen una carta condenando el golpe civil militar, y eso implica condenar los crímenes horrorosos, la derecha reaccionaria, fascista y sectores que se han ido de la Democracia Cristiana, tienen un boicot contra el gobierno y sus proyectos para vengarse de la situación de derechos humanos”.
–¿Comparte que se intentó instalar cierto relativismo respecto de las causales del golpe buscando justificarlo?
–Hay un negacionismo y una reivindicación de sectores de la derecha, de hablar de Pinochet como un estadista y los supuestos progresos del país a costa de la sangre de los trabajadores y del saqueo de las riquezas durante esos años; el negacionismo es desconocer a las más de 3 mil 500 víctimas directas, los 395 niñas y niños adolescentes ejecutados políticos... es horroroso”.
–En 2019 el país parecía ir en una dirección y ahora parece ir en otra totalmente distinta, hacia una constitución aún más pinochetista que la actual.
–Es la gran desilusión existente acerca de sectores políticos de centroizquierda que no han escuchado; y la gran desmovilización que fue la pandemia, usada para acallar la protesta. El estallido que nos dio esperanza, hoy está silencioso.
–¿Cómo cambió su vida después del 11 de septiembre y luego de perder a su compañero; usted ha podido reconstruirse?
–Yo fui obrera textil y dirigente sindical, trabajé con toda mi alma junto a mi compañero Felipe Rivera Gajardo por el gobierno de la UP; por lo cual resistir a la dictadura es natural en nuestra conciencia. Cuando secuestran en la casa y asesinan a mi negro, me arrancaron parte de mi corazón, él es mi ser más querido; pero lo que uno plantea va más allá de uno. He vivido mi vida, no he tenido amores como para casarme, pero he disfrutado porque uno no debe convertir su vida en el dolor de una lucha, es parte de lo que nos tocó y no hay que quedarse truncados en el camino porque queremos una sociedad más igualitaria. Y eso se construye con esperanza, con lucha, con esfuerzo, resistencia y cariño hacia adelante.
–¿Qué tan importante es en ese recuentro personal la agrupación de familiares?
–Uno va con su tragedia y su dolor, pero cuando se incorpora a la agrupación el encuentro es hermoso, porque estás en un colectivo en el cual trabajamos, coordinamos, recordamos y también nos reímos. Eso es lo que ayuda a superar la tragedia que nos marcó para siempre; a 37 años de sucedido a veces lloro, pero uno sigue con firmeza, cariño y alegría.
–¿Cuál sería un gesto de reparación hacia los familiares?
–Que el Estado dé garantías de no repetición, que haya justicia plena, que se dicten condenas en los crímenes pendientes, que se repare sicológica, moral y económicamente a los familiares. Para nosotros fue atroz, en 2019, durante el gobierno de Sebastián Piñera, ver cómo agentes del Estado mataban y mutilaban, cómo se detenía a los jóvenes, y sacar a los militares a la calle fue una revictimización atroz, sobre todo para los hijos de los ejecutados políticos fue un choque feroz.