El arqueólogo y clérigo anglicano Martin Henig (1942), uno de los mayores expertos del mundo en gemas de la Antigüedad, corroboró el descubrimiento de Ittai Gradel, que en 2020 identificó dos gemas de la colección del Museo Británico de Londres, vendidas en eBay. La advertencia inadecuadamente atendida por el museo provocó la pérdida o el deterioro de casi 2 mil objetos y la dimisión de su director Hartwig Fischer, que pronto será sustituido por Sir Mark Jones como director interino, según se propuso el sábado 2 de septiembre tras el escándalo.
Henig es miembro de la facultad de Estudios Clásicos de la Universidad de Oxford, desde donde habla con La Jornada en Zoom sobre ese problema, pero también sobre las características y la importancia de estos pequeños y maravillosos objetos que han sobrevivido desde la época clásica.
–¿Qué le llevó a estudiar gemas?
–Trabajaba en el Museo Guildhall de Londres (ahora Museo de Londres), donde encontré una caja con 10 gemas que nadie conocía. Empecé a estudiarlas para identificarlas hasta que acabé doctorándome en este tema en la Universidad de Oxford.
–¿Cómo confirmó que dos gemas ofrecidas en eBay pertenecían al Museo Británico?
–Recibí las fotos y consulté el catálogo publicado en 1926, eran iguales; pude ver que tenían los mismos rayones en la superficie. Animé a Ittai Gradel a que informara al Museo y a las autoridades para que pudieran ser devueltas. Teníamos que actuar porque otras más podían estar en peligro.
–¿Podría describirlas?
–Una era un intaglio de un retrato masculino y la otra un fragmento de camafeo que mostraba a una mujer haciendo una ofrenda a una estatua del dios Príapo bajo un árbol. El primero fue probablemente mutilado en un intento de sacarlo del anillo de oro en el que cada piedra estaba montada originalmente. Las piedras se vendían, ofrecidas por tan sólo 40 libras cada una. Nunca sabremos el número que fue robado, pero tememos lo peor porque gemas de vidrio, que sin duda fueron robadas del Museo, aparecieron en eBay en ese tiempo.
–¿Cómo pudo haber ocurrido algo así?
–Algunas gemas de vidrio de colecciones tan importantes como la reunida por Charles Townley siguen sin estar catalogadas, a pesar de que llegaron al museo hace más de dos siglos. Creemos que no se registraron porque no contaban con expertos capaces de distinguir las gemas de vidrio del siglo XVIII de aquellas antiguas.
–¿Lo principal es catalogarlos?
–Sí, es esencial. Ittai Gradel, que en realidad había comprado algunas de las gemas de vidrio que ahora creemos que eran del Museo –aunque no podemos demostrarlo–, las está devolviendo.
–¿Puede describir la diferencia entre los tipos de gemas?
–Un intaglio [palabra italiana] es una piedra grabada, engarzada en un anillo y utilizada como sello para autentificar documentos, como una tarjeta de crédito de hoy en día, con la diferencia de ser muy bella. Se prensaba en arcilla o cera para producir una impresión en positivo. Un camafeo es una piedra trabajada en relieve, una especie de escultura en miniatura, puramente decorativa: a veces se llevaban en collares para alejar el mal de ojo (la cabeza de Medusa se consideraba especialmente eficaz).
Popularidad de los camafeos
–¿Por qué son más conocidos los camafeos?
–Porque la gente los sigue usando. En el último siglo los camafeos se han fabricado de forma bastante barata empleando concha. Los intaglios se usaron desde el Renacimiento temprano hasta principios del siglo XIX como sellos de forma muy parecida a la Antigüedad. Los museos mexicanos seguramente poseen bellos ejemplos de intaglios de los siglos XVI al XIX.
–Usted ha dicho que las gemas son más valiosas que la escultura porque aportan más información sobre la época romana: ¿En qué sentido?
–Porque cada romano necesitaba un intaglio para firmar cartas y documentos. Se encargaba a los mejores talladores de piedras preciosas que una persona pudiera permitirse. El griego Dioskourides fue uno de ellos; talló el sello del emperador Augusto. El Museo Fitzwilliam de Cambridge conserva una gema del dios Mercurio tallada por él. Era un trabajo muy largo y costoso.
–¿Cuál era la función de las gemas que representaban animales?
–Simbólicamente, por ejemplo, un león representaba la fuerza. El ganado vacuno, caprino u ovino representaba la fertilidad del campo. A veces simbolizaban a los dioses: los gallos o las cabras representaban a Mercurio, o las águilas a Júpiter. Los niños podían llevar joyas que representaban pájaros.
–¿Desde cuándo se coleccionan gemas?
–Desde la Antigüedad. Algunas se conservan en crucifijos y relicarios enjoyados en los tesoros de catedrales de todo el mundo. Destaca el relicario de los Reyes Magos de la catedral de Colonia, engastado con un gran número de gemas antiguas. Muchos camafeos sobrevivieron gracias a esta reutilización. En el Renacimiento, Lorenzo de Médicis fue uno de los primeros coleccionistas serios de gemas. Gran parte de su colección se encuentra hoy en Nápoles y Florencia, identificada porque grabó su nombre en algunas de ellas. Sus gemas procedían de diferentes épocas, incluida la Edad Media, ya que la producción de gemas nunca se detuvo.
–¿Cómo son las colecciones e inventarios de gemas del Museo Fitzwilliam de Cambridge y del Museo Ashmolean de Oxford, donde usted trabajó?
–La colección de Cambridge es pequeña, pero muy selecta, porque a principios del siglo XIX había un coleccionista exigente, el coronel Leake. Todas las de Cambridge han sido publicadas (yo publiqué el catálogo en 1994). En Oxford, las gemas griegas fueron publicadas por Sir John Boardman en 1978. En 2004 publicamos, con la preciosa ayuda de los estudiantes, el catálogo de las gemas romanas. No entiendo por qué el Museo Británico no puede hacer lo mismo.
–¿Es la falta de catálogos de gemas en el Museo Británico una excepción?
–No lo creo. En la Bibliothèque Nationale de París hay un buen catálogo de camafeos publicado en 1895, pero nada posterior. Y no creo que se hayan publicado las otras joyas, los intaglios, por ejemplo. Espero que haya un registro interno. Necesitamos que se publiquen más colecciones de gemas y que estas maravillas del arte se pongan a disposición de un público más amplio.
–¿Qué le gustaría que hiciera el Museo Británico a continuación?
–Asegurarse de que las colecciones están totalmente registradas, catalogadas y publicadas; estoy seguro de que lo están intentando.