Fue una casualidad. Un día el pintor Pablo Rulfo visitaba a su amigo, el diseñador gráfico Rafael López Castro, en la Imprenta Madero. Sobre la mesa estaba el libro Romualdo García: Un fotógrafo, una ciudad, una época, de Claudia Canales. Lo empezó a hojear, impresionado. “No sé cómo, pero salí de allí con el libro. Empecé a leerlo, ver las fotografías y, claro, dibujar”. Con el tiempo los dibujos se convirtieron en pinturas y grabados.

Llevar a una nueva dimensión las imágenes del fotógrafo silaoense, nacido en 1852 y fallecido en 1930, se convirtió en un proyecto que ha durado desde 1980 hasta la fecha, y continúa. “Ha sido un proceso de análisis, conocimiento y acercamiento a los personajes, pausado, lento, sin prisas. Además, me ha acompañado la manera de pintarlo, que obedece a un sentido de la materia pictórica. Encontrar, pues, una materia adecuada para expresar esto me ha llevado tiempo. Es trabajar con materiales que tienen memoria porque la esencia de esta serie es eso. La memoria en cuanto a la emoción, el material para encontrar el sentido que los cuadros me van indicando”.

Contrario a su costumbre de exhibir poco –prefiere pintar que sentirse atado por compromisos–, Rulfo ahora lo hace bajo el título Calle de Cantarranas 34: Homenaje a Romualdo García, en el Museo Casa del Risco. El nombre se refiere al lugar donde el retratista abrió su estudio fotográfico en 1887, en la ciudad de Guanajuato.

La muestra estuvo primero en el Museo Regional de Guanajuato Alhóndiga de Granaditas (MRGAG), que cuenta con un acervo de más de 22 mil objetos que pertenecieron a García, y que cumplió 30 años. Después se expuso en el Museo de Arte de Querétaro. Consta de 36 obras del pintor, seis temples y óleos sobre tela en gran formato, más 30 temples sobre papel de algodón. Las 30 fotografías provienen del archivo Romualdo García en el MRGAG.

Al enfrentarse a una fotografía de García, Pablo Rulfo no intenta determinar nada: “Huyo de cualquier idea concebida para dejar que los cuadros se vayan transformado por sí solos. Para eso se requiere tiempo. Dejarlos de lado, retomarlos, olvidarlos, retomarlos de nuevo e irlos redescubriendo cada vez. Había como una especie de revelación que fui siguiendo”.

Los cuadros de gran formato ofrecen una relación personal entre el espectador y el sujeto, del “tú por tú, como le llamo, para poder establecer una similitud. No hay distancia entre ellos y nosotros”.

Con el tiempo, Rulfo descubrió que existían muchas más fotografías del guanajuatense. Puesto que le resultó “impensable” revisar todas las del acervo Romualdo García, buscó en Internet. De todos modos tuvo que hacer una selección. “Decidí tomar papeles en más o menos pequeño formato y pintar lo básico para saber si el personaje en cuestión me llevaba a hacerlo en gran formato. Los 30 temples que están en la exhibición son acercamientos para ver cuál voy a hacer en gran formato”.

Rulfo no es un pintor abstracto; sin embargo, sus interpretaciones de las imágenes realistas de García tienden hacia la abstracción. “Huyo de la descripción literal, no copio las fotografías porque éstas tienen un valor en sí mismas. Lo que trato de captar es la emoción que siento cuando veo las imágenes. Me paro cuando empiezo a ser descriptivo porque no se trata de eso, sino de detener la emoción. Pinto de emoción en emoción. Escondo los cuadros porque debo esperar a que madure la emoción que tuve. Lo vuelvo a percibir. Si el personaje desaparece, no me preocupa, porque lo importante es la emoción cuando lo veo”.

Esta no es la única serie temática en que trabaja Rulfo. Divide su tiempo en, por ejemplo, una sobre el agua en la Ciudad de México; otra que sería un homenaje a Francis Bacon y Vincent Van Gogh, en la que parte del cuadro El pintor en el camino a Tarascon, de Van Gogh, destruido en un bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial, inspiró a Bacon a crear una serie de pinturas en los años 50.

Calle de Cantarranas 34: Homenaje a Romualdo García, de Pablo Rulfo, permanecerá hasta el 24 de septiembre en el Museo Casa del Risco, Plaza San Jacinto 5 y 15, colonia San Ángel, CDMX.