El mes pasado el mandatario cubano, Miguel Díaz-Canel, visitó Angola, Mozambique, Namibia y Sudáfrica. En este último país participó en la cumbre del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en calidad que Cuba ocupa como presidente de la agrupación de naciones G-77 y China. El recorrido fue significativo tanto por la histórica solidaridad entre Cuba y África como por las posibilidades de fortalecer las relaciones entre los países del sur global.
En un continente tan asediado –tráfico de millones de humanos como esclavos, reparto del territorio que hicieron europeos a finales del siglo XIX, intervención estadunidense contra movimientos de liberación nacional, su apoyo al inhumano apartheid de Sudáfrica y su actual militarización del territorio– las acciones de Cuba en África destacan por su humanismo y solidaridad.
En 1961, cuando Argelia luchaba por su independencia de Francia, Cuba –apenas liberada del neocolonialismo estadunidense– envió apoyo militar a las fuerzas de liberación. En el barco en que llegó armamento regresaron a la isla 78 guerrilleros argelinos heridos y 20 niños huérfanos para ser atendidos. En 1963, ya independiente, Argelia, cuya mayoría de médicos había partido a Francia, recibió a 55 galenos cubanos. En 1964 Cuba enviaría otra brigada para ayudar a establecer el sistema de salud argelino. “Lo que estábamos ofreciendo era muy poquito, como un mendigo que ofrece ayuda –diría José Ramón Ventura, jefe de la misión y luego ministro de Salud–, pero sabíamos que Argelia necesitaba esa asistencia más que nosotros, y sabíamos que la merecían”.
En su libro Misiones en conflicto, Piero Gleijeses, historiador de la Universidad Johns Hopkins, enumera las acciones cubanas en África. Además de Argelia, detalla la labor de Cuba en apoyo a Angola, Guinea-Bissau y Mozambique, su participación en el Congo contra el régimen corrupto impuesto por Estados Unidos y, sobre todo, las indispensables acciones militares en Angola para repeler la invasión de Sudáfrica en los años 70 y 80. Gracias a Cuba, la fuerzas sudafricanas –apoyadas por Estados Unidos– fracasaron en su intento por dominar Angola. El fracaso sería clave en la caída de apartheid y en la independencia de Namibia, que hasta 1990 estaba dominada por Sudáfrica.
En 1991, liberado tras 27 años de cárcel, Nelson Mandela viajó a Cuba, donde expresó: “Venimos hoy reconociendo nuestra enorme deuda con el pueblo cubano. ¿Qué otro país puede mostrar un historial de mayor desinterés que ha exhibido Cuba en sus relaciones con África? ¿Cuántos países se benefician de la obra de trabajadores de la salud y de los educadores cubanos? ¿Cuántos se encuentran actualmente en África? ¿Dónde está el país que haya solicitado la ayuda de Cuba y que le haya sido negada? ¿Cuántos países amenazados por el imperialismo que luchan por su libertad han podido contar con el apoyo de Cuba?”
Entre 1975 y 1991, además de los 300 mil soldados cubanos que combatieron en Angola, 50 mil cubanos laboraron en educación, salud y en la construcción de infraestructura. En entrevista de Gleijeses a una trabajadora de salud en Guinea-Bissau, ella narra: “Los médicos cubanos hicieron un milagro. Les estaré eternamente agradecida. No sólo salvaron vidas, también arriesgaron las suyas”. En un continente que, como dijo Mandela, “estamos acostumbrados a ser víctimas de países que quieren desgajar nuestro territorio o subvertir nuestra soberanía”, a Cuba se le conoce como el único país que llegó para partir sin nada más que los féretros de sus hijos muertos en la lucha por liberar a África.
La solidaridad de Cuba con África no cesó cuando sus países ganaron su independencia. “La lucha no ha terminado –declaró un funcionario de Botsuana–, es ahora una guerra distinta.” Además de los miles de africanos que han estudiado gratis en Cuba, la isla ha enviado médicos a múltiples países y ha ayudado a establecer escuelas de medicina en Gambia y Guinea Ecuatorial. Profesores cubanos también han participado en la formación de personal de salud en Etiopía, Uganda y Sudáfrica. Donde laboran profesionales médicos cubanos la mortalidad infantil ha descendido de forma dramática. De cada mil en Ghana pasó de 59 a 7.8, en Eritrea de 48 a 10.6 y en Guinea Ecuatorial de 131 a 35.5.
¿Por qué esta política hacia África?, pregunta Gleijeses. Su respuesta: “Los líderes cubanos estaban convencidos de que su país tenía una especial empatía hacia el tercer mundo. Cuba tenía una mezcla racial, pobre y amenazada por un poderoso enemigo. Culturalmente era latinoamericana y africana […] un híbrido especial: un país socialista con sensibilidades tercermundistas en un mundo que, como Castro dijo, estaba dominado por un conflicto entre los privilegiados y los pobres, una lucha de la humanidad contra el imperialismo y donde las principales líneas divisoras no eran entre los estados socialistas y los capitalistas, sino entre los países desarrollados y los subdesarrollados”.
*Profesora-investigadora del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Autora del libro Lecciones inesperadas de la revolución. Una historia de las normales rurales (La Cigarra, 2023)