Como consecuencia de que 30 por ciento de las mujeres postergan la edad para la maternidad, en los últimos 15 a 20 años han aumentado los casos de cáncer durante el embarazo, afirmó Ana Cristina Arteaga Gómez, ginecóloga oncóloga, adscrita al Departamento de Tumores Mamarios del Instituto Nacional de Perinatología (Inper).
Explicó que cada vez hay más embarazos entre los 35 y 42 años, periodo que coincide con la presentación de tumores cérvico uterino, de mama y ovario, principalmente. La especialista comentó que de 3 a 5 por ciento de las mujeres gestantes desarrollan alguna de estas neoplasias, lo que requiere de un manejo clínico específico por los cambios fisiológicos del organismo en ese periodo.
En entrevista, Arteaga Gómez explicó que las mujeres entran a un estado “hiperhormonal” y los cánceres de mama y ovario se desarrollan a partir de hormonas.
Respecto del tumor de cérvix, no es hormono-dependiente, pero la mayor incidencia se reporta en el país a partir de los 35 años de edad.
El Inper cuenta con un área de atención a esta problemática y es rector en la materia desde hace 20 años. La experta puntualizó que el embarazo no provoca el desarrollo de tumores malignos, sino que su manifestación coincide por la edad de las mujeres, y puede aparecer durante el embarazo o en los 40 días siguientes al nacimiento del bebé (puerperio).
Si bien se trata de un problema grave de salud, un aspecto importante es que la ciencia médica ha evolucionado y desde 2012 está indicada la administración de tratamientos de quimioterapia; de ser necesario, a partir de la semana 16 a la 18 de la gestación y hasta la 34.
La finalidad es frenar el crecimiento del tumor para permitir la gestación y que nazca un bebé sano.
Arteaga Gómez destacó que en el tratamiento se requiere la participación coordinada de médicos de diferentes especialidades: oncólogos, ginecólogos oncólogos, oncólogos médicos, sicólogos, nutriólogos, neonatólogos y expertos en medicina materno fetal.
Esta última es importante porque se encarga de vigilar el desarrollo y la salud del producto. Aunque está demostrado científicamente que el feto no corre ningún riesgo a causa de la quimioterapia, se pueden presentar situaciones que ameritan el cuidado de los expertos en medicina fetal.
Entre otros, aumenta la posibilidad del bajo peso al nacer o el parto prematuro. De ahí la importancia de vigilar a las pacientes sobre el peso del producto, el líquido amniótico, la placenta y, en general, revisar que el feto no tenga retraso en su crecimiento.
Entre las semanas 36 a 38, ya suspendida la quimioterapia para dar oportunidad al fortalecimiento del sistema de defensas del organismo, se resuelve el embarazo por parto natural o cesárea y, enseguida, la paciente continúa con su tratamiento contra el cáncer.
Al Inper, que es centro nacional de referencia, llegan pacientes de las diferentes instituciones del sector salud, alrededor de 12 por cáncer de mama al año, entre siete y 10 por tumor cérvico uterino y de tres a cinco con una neoplasia en ovario.
Además de concluir el tratamiento para las mamás, en el instituto se da seguimiento a los recién nacidos y hasta que cumplen 10 años de edad. El objetivo es vigilar su desarrollo neurológico, motor, auditivo y visual, debido a que se sometieron a medicamentos de quimioterapia in útero.
Lo más importante, subrayó Arteaga, es que ante cualquier situación anormal que detecten las mujeres, acudan al médico de inmediato. Según la experiencia en el Inper, desafortunadamente transcurren de seis a siete meses antes de buscar ayuda para saber qué es la bolita que creció en su pecho o por qué tienen un sangrado vaginal.